

Hablar de duelo es hablar de pérdida, de tristeza, de desesperanza, de desasosiego, de culpa, de anhelo…..es hablar de dolor porque sabemos que no volveremos a compartir con nuestro ser querido tiempos de intimidad, de compañía, de crecimiento, de conocimiento o de …..simplemente tiempos donde nos mostraba su cariño, respeto o admiración.
Sin duda es el fallecimiento de un ser querido (pérdida relacional) el que nos lleva a estados de mayor sufrimiento y mayor malestar, el impacto psicológico asociada a la muerte es muy alto.
En nuestra cultura occidental relatar, compartir y narrar los procesos de muerte no es fácil, no dejamos espacio para la descripción y el desahogo, imperan aún el secretismo y el silencio entorno al hecho de morir, otras culturas desterraron hace siglos este modelo de gestión. Esto hace que tanto la persona que está a punto de fallecer, como los familiares que le acompañan en el proceso, tengan asociadas a la muerte sentimientos con una gran carga emocional negativa.
El objetivo por tanto a alcanzar para cada uno de nosotros generando un cambio cultural, es poder conseguir una valoración de la muerte como un proceso inherente a la vida, próximo y natural a todos nosotros, de esta forma conseguiremos que los procesos de duelo sean más equilibrados, con menos carga negativa y con más capacidad para avanzar sin el ser querido que dejamos atrás.
Socialmente conseguiremos poder establecer una relación más adaptativa con los procesos de pérdida y muerte cuando seamos capaces de conocer cómo mueren las personas que nos rodean, cómo desean morir y cómo diferentes clases de atención física, emocional y espiritual podrían ayudar mejor a los enfermos que están avocados a ver el final de su vida de manera próxima. Siendo capaces de generar esta visión más natural podremos afrontar la pérdida de nuestros seres queridos sin miedos ni tabúes.
Cuando entendemos el proceso de duelo como una reacción natural ante una experiencia vital de muerte o pérdida, con temporalidad y con síntomas asociados a este proceso, generamos una acogida a lo que sentimos evitando así encapsular las emociones negativas, por tanto estaremos evitando un malestar continuado en el tiempo avocado al llamado duelo patológico.
Aceptar la muerte y la pérdida como un proceso de desapego nos hará poder avanzar en la aceptación, cuidando nuestro compromiso de afrontamiento activo. En este punto, nuestra hoja de ruta para poder sobreponernos y poder ilusionarnos de nuevo con proyectos vitales, será identificar, reforzar y construir nuevos lazos de apego, manteniéndonos así en un buen equilibrio de bienestar y estabilidad emocional.