

Después de haber abordado en nuestro Blog las claves para poder presentar una nueva pareja a nuestros hijos (si no lo has leído aún, pincha aquí), en este artículo seguimos atendiendo a la demanda sobre cómo compaginar una vida de padres con una vida de pareja (de una nueva persona diferente al padre/madre de los hijos). En esta ocasión, vamos a aportar claves que favorezcan el desarrollo de una buena relación con los hijos de la pareja.
- Este aspecto adquiere especial interés si partimos de la base de que nuestra pareja, además de ser «nuestra pareja», es «padre/madre». Ya sabemos que ser madre/padre es algo ante lo que no se tienen días de vacaciones, por lo que no podemos pretender ignorar esa área vital tan importante en nuestra pareja. Nuestra recomendación al respecto es que se facilite la coexistencia de las diferentes áreas de desarrollo personal involucradas.
Pero, empecemos por el principio. ¿Qué significa tener una buena relación?
- Para responder a esta pregunta, tenemos que entender la naturaleza social del ser humano. Somos seres gregarios; es decir, nacemos y vivimos rodeados de personas. Nuestro cerebro está programado para que funcionemos como miembros de la sociedad. Podemos hablar de un «cerebro social», siguiendo el concepto acuñado desde la Neurociencia para hablar de esta capacidad innata para relacionarnos con otras personas (Álvaro, 2015).
- De esta manera, las relaciones conforman una piedra angular en nuestro desarrollo vital. Y es por esto por lo que adquiere especial relevancia poder conseguir calidad en las relaciones que construimos. La RAE aporta la siguiente acepción sobre la palabra relación: «Conexión, correspondencia, trato, comunicación de alguien con otra persona».
- Pero ¿qué es tener una buena relación? Si buscamos en manuales de Psicología, encontraremos referencia a elementos como el respeto, la confianza, la empatía o la comunicación, entre otros. Pero, en definitiva, podremos hablar de una buena relación cuando las partes involucradas se encuentren cómodas y satisfechas ante el vínculo existente y cuando este vínculo resulte sano y productivo.
Entonces, ¿cómo puedes construir una buena relación con los hijos de tu pareja?
Veamos las siguientes claves:
- Los hijos de tu pareja no son tus hijos y, por lo tanto, no tienes que sustituir al padre/madre que ya tienen. No podemos esperar que nos llamen «papá» o «mamá», ni por supuesto obligarles a ello. Porque ni lo somos ni lo vamos a ser. Y conviene que seamos los primeros en entender esto. Ellos ya tienen sus propias madres/padres y no debemos confundirles al respecto. Esta clave también conlleva que como pareja no nos inmiscuyamos en asuntos que no nos competen y respetemos estos procesos ajenos, como tomar decisiones que pertenecen a los progenitores (por ejemplo, a qué colegio llevar a los niños). Esto no quita que podamos opinar al respecto, por supuesto sin desautorizar ni crear conflicto. Si consideramos desde un principio que los padres son la última autoridad y los responsables de tomar decisiones sobre sus hijos, nos adaptaremos más fácilmente a la situación.
- Sus hijos y tú no estáis compitiendo por tu pareja. Debemos entender que cada uno tenemos nuestro espacio y nuestro rol dentro del nuevo sistema familiar. Por ello, no es conveniente que veamos a los hijos de nuestra pareja como competencia ni que nos sintamos los primeros en la relación con su padre/madre. Tendremos que descartar la expectativa de exclusividad, aunque cada uno tenemos nuestro papel y nuestro lugar, y esto es algo que nuestra pareja también deberá entender y atender.
- Promueve un acercamiento progresivo y agradable. Compartir tiempo de calidad con los hijos de nuestra pareja va a ser fundamental para fomentar el desarrollo de un vínculo positivo con ellos. Podemos realizar con ellos alguna actividad agradable, divertida o de su interés que podamos disfrutar juntos (tanto con su madre/padre como a solas con ellos). El acercamiento progresivo va a ser clave, recordando que los niños (y no tan niños) necesitan sus tiempos y sus espacios, especialmente cuando hablamos de convivencia. Será mejor que demos este paso cuando ya nos conozcamos y la relación tenga cierto recorrido. Vivir con alguien desconocido igual no es la mejor opción para ellos (ni para nosotros).
- Ajusta expectativas: no es obligatorio que sus hijos y tú os queráis. Resulta obvio entender que cuanto mejor sea la relación, más fácil será para todos. Pero no siempre tiene por qué ser maravilloso. Habrá ocasiones donde la relación se resuma a la cordialidad o, incluso, donde apenas haya relación. Entendamos que esto es posible. Resulta de especial interés recordar que una relación depende de las partes involucradas y que, en este caso, los hijos pueden necesitar tiempo para entender, asimilar y aceptar los cambios. Sobre todo, si consideramos que las personas a las que probablemente más quieren, sus padres, no están juntos. Por lo tanto, no se trata de que insistamos. Al contrario, permitámosles sus tiempos y sus espacios para adaptarse, con respeto y disponibilidad para poder ir ganándonos su confianza (si así lo permiten).
- Cuidar la relación de pareja. Recomendamos que la pareja como tal no sea descuidada y que pueda disfrutarse con tiempo exclusivo de calidad (no hace falta que nos hagamos una escapada a las Maldivas, con tomar algo juntos en un ambiente tranquilo también vale).
- Por último, cuídate a ti misma/o. En esta etapa tan delicada conviene que atendamos nuestras necesidades, que conozcamos y respetemos nuestros límites, que gestionemos nuestras emociones, etc. En definitiva, que entendamos que esto es un proceso en el que también nosotras/os vamos a necesitar nuestro tiempo. No seamos exigentes con nosotros mismos, cuidémonos.
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Referencias
Álvaro González, L. C. (2015). El cerebro social: bases neurobiológicas de interés clínico. Revista de Neurología, 61(10), 458-470.
Real Academia Española. (s.f.). Relación. En Diccionario de la lengua española. Recuperado el 7 de diciembre de 2022, de https://dle.rae.es/relación.