No podemos separar en nuestra vida diaria nuestro cuerpo de nuestra mente. Que existe una interconexión entre lo que pensamos, nuestras emociones y nuestro funcionamiento físico es un hecho (pongamos por ejemplo la necesidad de ir al baño varias veces antes de un examen; o la sensación de tener un “nudo en el estómago” antes de una reunión importante). De esta manera, cuando el cuerpo enferma, ocurren una serie de reacciones en los procesos mentales de la persona para adaptarse a esta nueva situación. Y también ocurre en sentido contrario; pues los estilos de pensamiento, nuestras emociones, la manera de actuar con los demás; conllevan cambios en el estado físico.
Los trastornos psicosomáticos son aquellos trastornos en los que los factores psicológicos juegan un papel muy importante en el trastorno físico; es decir, estos factores pueden contribuir en diversa medida a la iniciación o al empeoramiento de un determinado padecimiento físico.
Algunas de las condiciones que pueden favorecer la aparición de trastornos psicosomáticos son los estilos de afrontamiento negativos; las conductas desadaptativas relacionadas con la salud (el sedentarismo, la mala alimentación, el consumo de sustancias…) y las respuestas fisiológicas asociadas al estrés.
Además, en determinadas condiciones médicas los factores psicológicos pueden influir de diversas maneras; interfiriendo con el tratamiento de la condición médica, alterando el curso de la enfermedad, constituyendo un factor de riesgo adicional para la salud del individuo o agravando los síntomas a través de respuestas fisiológicas asociadas al estrés.
Los trastornos psicosomáticos también están muy influidos por factores sociales y culturales; existiendo una gran variabilidad y formas en que pueden presentarse. Algunos ejemplos de trastornos psicosomáticos son: hipertensión, taquicardias, cefaleas migrañosas y/o tensionales, asma bronquial, alergias, síndrome de colon irritable, colitis ulcerosa, tics, temblores, lumbalgias, contracturas, psoriasis, trastornos sexuales…
La intervención terapéutica en estos casos es tanto farmacológica y psicológica. Con una adecuada evaluación, tratamiento y seguimiento se consigue una mejoría en la calidad de vida; reduciendo los estados de ansiedad y depresión que puedan estar relacionados; entrenando la gestión de las emociones, aprendiendo estrategias de afrontamiento y eliminando conductas que puedan propiciar la aparición de enfermedades.