

“Buscar la certeza sobre lo que está por venir, supone renunciar a cualquier sorpresa. El miedo a la incertidumbre, bloquea las oportunidades…”
B. Crespo
Estamos en septiembre, final del verano y el mes de la vuelta al cole, sin embargo esta vuelta a las aulas está discurriendo en un ambiente atípico y nada rutinario.
No es de extrañar que, en esta situación, las familias estén sumidas en un vaivén de sentimientos. Por un lado, sabemos lo importante que es para el desarrollo emocional y social de los niños en esta vuelta al cole y por otro, aparece el miedo al contagio y a los rebrotes. Aunque como es evidente, no solo los padres estamos ante esta tesitura emocional, sino que nuestros hijos también pueden estar viviendo este escenario de incertidumbre con miedo e incomprensión. A esto se suma que llevan meses fuera de la dinámica del aula, de sus profesores y de sus compañeros. Con lo que retomar los hábitos perdidos en este tiempo puede resultar aún más complicado, provocando en los más pequeños sentimientos de ansiedad.
La expresión emocional del miedo en los niños puede venir acompañada de una respuesta conductual variable, tanto es así que podemos observar en nuestros hijos; irritabilidad, cambios de humor, introversión, explosiones de ira o incluso agresividad.
Como ya hemos escrito en otros artículos de nuestro blog, nuestras emociones son innatas y necesarias. Por lo tanto, no podemos elegir sentir miedo ante determinadas situaciones en las que nos vemos vulnerables, ya que esa primera reacción innata es fundamental para nuestra supervivencia. Sin embargo, hay algo que sí podemos hacer, podemos decidir qué hacer y cómo gestionarlo de la manera más adecuada posible, es decir, actuar más allá de limitarnos a reaccionar.
En los últimos meses, hemos visto a muchas familias que nos trasladan su preocupación por cómo ayudar a sus hijos a gestionar adecuadamente el miedo y la ansiedad.
En este sentido, cada vez está más clara la idea de que tendremos que aprender a vivir esta nueva realidad y acostumbrarnos a lidiar con las emociones desagradables que nos puede provocar. Ya que se prevé que esta situación se alargue durante todo el curso académico. Así pues la sensación de “hoy sí” y “mañana no lo sé”, va a formar parte de nuestras vidas y tendremos que aprender a convivir con ella.
¿Cómo ayudar a nuestros hijos a gestionar la ansiedad ante la incertidumbre?
- Obsérvate y aprende a gestionar tus emociones. Aprende a identificar cómo te sientes y a gestionar tus propias emociones. Cómo hemos dicho muchas veces, los papás y mamás somos modelo para nuestros hijos y si los niños perciben modelos adecuados de gestión emocional, sin darse cuenta copiarán los patrones de conducta.
- Obsérvale. Ponernos las gafas de observador, (sin juicios de valor) nos puede ayudar a valorar qué es lo que necesita nuestro hijo o hija. Aunque es cierto que muchos niños pueden expresar el miedo a través del lenguaje, en la mayoría de los casos lo que vemos los padres es un comportamiento disruptivo o no adecuado.
- Escúchale. En primer lugar es importante que ofrezcamos a nuestros hijos la oportunidad de expresar sus sentimientos y emociones, los cuentos y los juegos, pueden ser nuestros aliados. Ya que hacer el “tercer grado” y ponerles bajo el foco no suele funcionar muy bien. (A nadie le gusta que le interroguen.)
- Valora el “aquí y ahora”. Aprender a estar en el presente, no anclarnos en el pasado ni en el futuro, nos ayuda a disfrutar con calma y plenamente de lo único que disponemos (el presente). Ya que el futuro a medio plazo es incierto, no vale la pena anticipar e interpretar lo que está por venir, porque nuestros planes se pueden ver truncados en cualquier momento.
- Acompaña. Valorar y acoger sus emociones. Necesitan saber que aquello que están sintiendo es normal. Que en determinadas situaciones todos sentimos miedo, enfado, etc. Y eso no significa que se están portando mal.
- Ofrécele alternativas. Generalmente tendemos a hacer hincapié en las conductas que no queremos que se repitan y pasamos por alto aquello que hacen bien. Utilizar el refuerzo positivo a la vez que ofrecer alternativas de conducta diciéndoles lo que sí pueden hacer, es para los más pequeños como una bocanada de oxígeno.
- Acepta. La aceptación no es resignación a la situación que estamos viviendo, es admitir que tenemos derecho a sentir aquello que sentimos. Querer evitar el malestar o negarlo es rechazar una parte importante de nosotros mismos. Aprender a aceptar pasa por aprender a conocernos y lidiar con las sensaciones desagradables, para disfrutar del momento presente de con plenitud y prepararnos desde la calma a lo que esté por venir.
Si quieres conocer más sobre este y otros temas relacionados con la crianza en Centro TAP desde nuestra nueva plataforma de CRIANZA ACTIVA @crianza_activa_centrotap (¡búscanos en redes sociales!), trabajamos para que las familias adquieran los recursos y herramientas necesarias para construir su autonomía en la crianza y que desarrollen su rol de padre y madre con mayor tranquilidad y seguridad.