

La realidad de nuestros días es muy diferente a la que podíamos vivir hace poco más de medio año. La infancia y las familias vivimos tiempos complejos que a veces son difíciles de abordar
¿Quién nos iba a decir que aún ahora, tendríamos que seguir con restricciones, cuidados e incertidumbre como seguimos? Pero la vida, sigue. Parece que no se para ante nuestros pies para poder recalcular, adaptarnos y poder seguir. Nuestra vida y la de nuestros menores, sigue adelante. Creciendo, dando pasos, comenzando sus rutinas escolares y dando espacio a situaciones sociales. En esta realidad, debemos afrontar las diversas situaciones, que en muchos casos son más complejas de lo que nos gustaría. Y aunque la vida no se pare, a veces es preciso, parar nosotros para poder reconocer lo que ocurre y poder tomar decisiones. Reflexionar, pensar en la infancia y en nosotros mismos. Dar tiempo y espacio de calidad para cuidar y cuidarnos.
Seguramente, la mayoría de nosotros hemos sentido en algún momento dentro de todo este proceso, que la infancia ha sido la gran olvidada por las administraciones y a la vez, hemos sentido un gran orgullo por ellos y por su adaptación a las circunstancias tan complejas para ellos y que, a día de hoy, siguen viviendo.
En estos momentos nuestra crianza, como nosotros la vivimos o vivíamos, se puede volver aún más compleja si cabe. La situación nos puede provocar diferentes estados emocionales por los que es necesario transitar, darle valor, experimentar y validar como adultos. Nosotros debemos afrontarlos y por supuesto, debemos acompañar a nuestros menores en esos momentos en los que ellos las transiten.
Como cuidadores principales, a veces no sabemos qué es mejor para nuestros hijos e hijas en determinados momentos. Nos preguntamos en muchas ocasiones a lo largo del día:
- ¿Es mejor o peor que mi hijo o hija me vea así? (enfadado, triste, adaptándome…a la situación actual)
- ¿Hemos tomado la decisión adecuada?
- ¿Cómo afronto esta nueva situación cambiante cada cierto tiempo?
- ¿Cómo me ha afectado a mi vida profesional y personal toda esta situación?
Desde Centro TAP, queremos dar valor a la inteligencia emocional, a lo importante de las emociones para poder mirar las situaciones desde un prisma, que nos permita continuar. Pretendemos partir de ellas para poder basar nuestra crianza en el respeto propio y el respeto del momento que vive el otro. Nuestra pareja, nuestra hija, nuestro hijo, nosotros mismos.
Nos hemos convertido, dentro de los grupos sociales y de referencia de nuestros menores, en aquel con el que no tienen limitaciones, donde puede expresar de forma natural, donde no hay mascarillas ni distancia social que interfieran en la interpretación de las emociones ni en las relaciones y por lo tanto donde pueden sentirse tranquilos, felices, sin presión ninguna. Esto ayuda en mucha medida a su desarrollo, su evolución. Y ahí, entra nuestro papel de acompañamiento como madres, padres. Siendo conscientes de las dificultades, pero también de las oportunidades que nos brinda esta nueva realidad:
- Dando espacio a la comunicación con ellos, independientemente del desarrollo madurativo.
- Adaptándonos a él/ella para poder hacerlo desde su mirada hacia el mundo.
- Poniendo palabras a las emociones que podemos sentir a lo largo del día, para ponerlas como ejemplo de las suyas.
Sabemos que el desarrollo del lóbulo frontal y de las neuronas espejo son las encargadas de interpretar, reconocer e imitar las diferentes emociones y comportamientos. Esto es lo que hace que poco a poco se desarrolle la teoría de la mente de nuestros pequeños y pequeñas y permite, que sean capaces de desenvolverse de forma social en un grupo de iguales. Puede predecir lo que está por venir, cómo puede actuar él mismo u otro ante determinadas situaciones o conocer el porqué de las emociones vistas en los demás o que él mismo siente. Por eso, debemos aprovechar todos estos momentos del día, para potenciar dinámicas en el entorno del hogar, que ayuden en el conocimiento de las diferentes situaciones que estamos viviendo o podemos vivir y sus emociones.
- Dar información a nuestros hijos y ser conscientes de que son parte de nuestro núcleo familiar y tambien del social, puede hacer la diferencia.
- Tomar conciencia de que las decisiones, los acuerdos, las normas, las posibles respuestas ante diferentes escenarios se pueden hacer de forma conjunta con nuestros hijos e hijas, otorga al menor un sentido de pertenencia, de participación, de autoconcepto que ayuda sin lugar a duda, a la dinámica familiar en todo momento y aún más cuando la incertidumbre sobrevuela nuestras vidas a diario. Esta acción, que supone hacerles presente, beneficia en el desarrollo de la personalidad de nuestros menores y ayuda a la autoestima, la toma de decisiones, el espíritu crítico, el dialogo, ser conscientes de las consecuencias positivas y negativas de nuestros actos (adultos o niños), el razonamiento.
Tan solo debemos tener en cuenta el desarrollo evolutivo de nuestro pequeño o pequeña y adaptar nuestra comunicación para ello:
- Podemos usar imágenes o historias sociales para contarles y explicarles situaciones, explicarles las normas acordadas, o las responsabilidades establecidas
- Además podemos organizar a través de las imágenes nuestra semana, el día o incluso aquello que es preciso desgranar con más detalle para ayudar a su comprensión
- Las imágenes o palabras escritas pueden ser un gran aliado en todo este proceso en nuestra crianza y en la expresión de las diferentes emociones
- No podemos olvidarnos de las emociones propias. Somos el mayor ejemplo, somos su guía, sus compañeros en este viaje y debemos mostrarles q somos capaces de hacerlo de forma natural, expresando aquello que sentimos
Entre todos esos sentimientos hay uno que nos puede rondar de forma insistente en toda esta situación… La Culpa… La culpa por el estrés producido por la falta de conciliación laboral y familiar, culpa por no poder ofrecer a nuestros menores lo que nos gustaría porque prima la salud, culpa por la falta de tiempo o por la falta de gestión emocional ante todas las posibles situaciones. La culpa… esa compañera de viaje que transita con nosotros durante la crianza y que a veces es difícil sacar afuera y que suele estar unida a situaciones complejas del entorno que nos rodea y que, en este momento, debemos trabajar para dejarla a un lado, aparcada para poder actuar.
La culpa, en muchas ocasiones paraliza, quizá del mismo modo que lo hace el miedo. TRANSFORMÉMOSLA. Convirtamos la culpa en revisión para mejorar y ser conscientes:
- Convirtámosla en diálogo para llegar a acuerdos de pareja en la educación y crianza de nuestros hijos.
- Valoremos lo conseguido en el día, sin grandes metas ni perspectivas. A veces es necesario
- Disfrutemos de los maravillosos instantes que vivimos en familia y busquemos lo positivo del día para recargar pilas para el día siguiente
- Convirtamos ese sentimiento, en la oportunidad de reflexionar y ver aquello que nos gustaría cambiar y qué necesitamos para poder hacerlo. Cuidémonos de este modo.
Si además quieres poner en práctica esta forma de criar y sientes que del dicho al hecho hay un trecho o no sabes por dónde empezar, cuenta con profesionales que te puedan guiar y acompañar en el proceso. Desde Centro TAP y nuestro “Programa Aprender a Crecer Juntos”, estaremos encantados de iniciar esta nueva etapa juntos. Si quieres más información puedes disponer de ella en la web y en el correo info@centrotap.es