

“El duelo son todos aquellos procesos psicológicos, tanto conscientes como inconscientes, que se ponen en marcha tras la pérdida de una persona significativa, con independencia del resultado (Bowlby, 1983)”
Desde el mismo momento en que una mujer tiene la noticia de que está embarazada, su mente sufre una transformación. Hay otra vida en su interior. Y a partir de ese momento, la idea de ese hijo es una constante de la que resulta casi imposible distraerse. Temores ante lo que va a venir, que todo vaya bien, que siga una buena evolución… El embarazo y posterior parto son momentos mágicos, pero con altísimos niveles de estrés, porque la posibilidad de que algo grave o indeseado ocurra está ahí. Y las primeras semanas de vida se convierten en una especie de “tiempo de espera”, feliz y tenso a la vez, mientras comprobamos que todo afortunadamente sigue un buen curso.
Desde este planteamiento, entendamos qué significa a nivel emocional la pérdida de un hijo/a, bien durante el embarazo, parto o unas semanas después de nacer: ocurre lo que se conoce como DUELO PERINATAL
Desde un punto de vista médico, hablamos de aborto para designar todas las pérdidas producidas antes de la semana 21 del embarazo, y hablamos de pérdida perinatal cuando se produce desde la semana 21 hasta el primer mes de vida. Al margen de esta diferenciación en lo médico, en el sentido emocional el duelo perinatal es un evento vital que puede darse independientemente de la semana de gestación y llega a resultar sumamente doloroso, angustioso, triste y estresante para muchas personas, por lo que puede causar una huella emocional importante si no se elabora adecuadamente. De hecho, son muchas las mujeres que presentan ansiedad y depresión tras este acontecimiento, y muchas las parejas que presentan problemas para superar el duelo.
En este artículo queremos centrarnos en una de estas casuísticas: Quizás las pérdidas de un hijo/a que a nivel social pueden causar más controversia o dificultades de manejo, son las pérdidas involuntarias de un bebé entre el primer y principios del segundo trimestre del embarazo, las que a nivel médico se denominan abortos. Hace unas décadas, con índices de natalidad mucho más elevados que los actuales, muchas mujeres entre varios partos sufrían varios abortos. Y ya por aquel entonces se prestaba poca (o ninguna) atención a su mundo emocional. Parece que la vida seguía, tenían que seguir haciéndose cargo de los hijos y la casa, y posiblemente en muchos casos ni ellas mismas reparaban en su dolor. A día de hoy, pese a las mejoras en condiciones sanitarias, y mayores controles médicos, los abortos son más comunes de lo que puede parecernos (según el INE, en el año 2019 se produjeron 4,65 defunciones perinatales por cada 1000 nacimientos, y 2 de cada 3 de los abortos espontáneos ocurren antes de la semana 22 de gestación). Entendemos que uno de los motivos de este desconocimiento o falta de información por parte de la población con respecto a este alto índice de casos, es que el aborto a día de hoy sigue siendo un tabú. Y este estigma conlleva que en muchos casos los padres y madres no se legitimen para mostrar en público ese dolor.
Aún podemos encontrarnos con personas, familiares, amigos o compañeros de trabajo que ante esta situación y sin duda tratando de dar consuelo pueden decir “bueno, todavía no era un bebé”, “aún no lo sentías dentro de ti”, “estabas de poco tiempo”, “no te agobies, ya sabes que puedes quedarte embarazada” o “seguro que os quedáis de nuevo embarazados enseguida”… Otros, al no saber cómo actuar, porque incluso están pasando por su propio dolor ante la pérdida, y pensando en que quizás causen un daño mayor, no preguntan cómo se encuentra la pareja.
Lo cierto es que no importa que estuvieran de pocas semanas, o que la gente del entorno aún no lo supiera, que no lo estuvieran buscando o que aún sean jóvenes… Era su bebé, era su hijo, y hay que darle esa entidad para entender lo que para ese papá y esa mamá supone la pérdida.
Por eso en este artículo queremos compartir claves de comprensión y manejo de lo que supone este tipo de pérdidas para que podamos avanzar en la mejor gestión de estos, lamentablemente, frecuentes casos.
Partamos de una premisa que es esencial para estar junto a alguien que está pasando por esto: un duelo perinatal de un hijo es el proceso de aceptación y adaptación a una vida que se pierde, un hijo que no nacerá. Es un proyecto de vida que se trunca. Es el miedo ante la posibilidad de que no pueda haber un nuevo embarazo. O de que vuelva a ocurrir otro aborto. Es la culpa por lo que habré hecho mal. Es la pérdida de la identidad que se estaba gestando en la persona como madre/padre.
¿Qué necesita una pareja que ha pasado por esta pérdida?
- Transmitirles que lo sentimos, reconocer que es una vida la que se ha perdido. Dar un abrazo, un beso, coger de la mano, mirar a los ojos… Quizás gestos de cercanía más que palabras pueden mostrar la empatía
- Dejar a la pareja que transiten por la pérdida, desde la comprensión de las emociones que pueden generarse en esta situación: la tristeza, la rabia, la culpa, la frustración, la impotencia, la angustia, etc. Ellos necesitan transitar, y que su entorno les deje hacerlo. Ya vendrá un momento posterior en que estas emociones se regulen, que se atenúen o desaparezcan… mientras eso llega, conviene que la pareja se dé el permiso de sentirlas y que el entorno les deje pasar por ellas
- Escuchar, de manera activa, cómo se sienten, lo que esta pérdida les supone
- Respetar los silencios, tanto como el respeto y atención que debemos mostrar cuando quieran hablar de ello
- Dar voz a estos casos, muchas veces ayuda saber que otras personas cercanas han pasado por ello, que es más frecuente de lo que pueda parecer… Consuela, y ayuda a manejar la culpa
- Aunque quizás en muchos casos se empatiza más con la mujer puesto que se piensa que puede estar más afectada, no podemos desatender al padre, y conviene que los apoyemos de manera equitativa
- Dar espacio y tiempo a la recuperación emocional y física de la pareja trae consigo por parte del entorno paciencia y respeto en el sentido de no preguntar/ insistir en que será ya buen momento para que lo intenten de nuevo
Esperamos que estas claves sean de ayuda si alguien de tu entorno está pasando por esta pérdida. Y si tú estás sufriéndolo, lo sentimos, y te/os animamos a valorar la posibilidad de pedir ayuda profesional para elaborar el duelo