

La resiliencia es poder aprender a bailar bajo la lluvia sin necesidad de esperar a que pase la tormenta, todos y todas contamos con esta capacidad
En algún momento de nuestras vidas, todos/as hemos escuchado las famosas palabras de la novelista Vivian Greene “la vida no se trata de esperar a que pase la tormenta, se trata de aprender a bailar bajo la lluvia”:
- Esta conocida cita hace referencia a la capacidad del ser humano de adaptarse a las nuevas circunstancias ante una situación adversa y salir, incluso, fortalecido de ellas, cualidad conocida en el ámbito de la psicología como resiliencia.
- Este concepto fue divulgado por el famoso neurólogo Boris Cyrulnik. Sin embargo, ya se había mencionado en los estudios de John Bowlby, en los años ochenta, la importancia de poner nuestra atención también en las personas que, pese a haber vivido situaciones de un gran dolor emocional habían tenido la capacidad de superarlas y adaptarse a las nuevas circunstancias.
La resiliencia es definida como un proceso en constante evolución que se va desarrollando en base a la continua interacción entre la persona y sus potencialidades, proporcionándole al individuo la capacidad de superar situaciones adversas y salir fortalecido de ellas.
Pero, ¿una persona resiliente nace o se hace?
Como comentábamos anteriormente, Bowlby fue uno de los primeros autores que habló en sus obras de esta capacidad del ser humano para sobreponerse a situaciones adversas. Sus estudios se centraron principalmente en los/as menores y en la importancia de un apego seguro como base para crear niños y niñas resilientes, mostrando la trascendencia del establecimiento de relaciones sanas con nuestros/as menores. Sin embargo, como bien indica su propia definición, la resiliencia se trata de un proceso dinámico que puede verse reforzado con los años.
Las experiencias vividas en las edades tempranas pueden influir en la capacidad de adaptación y resiliencia, pero hay determinadas cosas que podemos hacer para minimizar los factores de riesgo y potenciar los factores de protección a la hora de enfrentarnos a situaciones adversas.
Por lo tanto, todos tenemos la posibilidad de entrenar y reforzar nuestra capacidad de resiliencia a cualquier edad.
Y, ¿qué podemos hacer para ser personas resilientes?
- Fortalecer nuestro autonocimiento en cuanto a nuestras potencialidades y fortalezas, así como nuestras debilidades y limitaciones, facilitará que nos planteemos objetivos realistas en consonancia a nuestras características e identifiquemos los aspectos que podemos reforzar.
- Reconocer aquellas emociones que, en ocasiones, provocan que actuemos de forma poco saludable para nosotros mismos y para la relación con los demás, fomentando su gestión y regulación.
- Valorar el rango de actuación que tenemos ante lo ocurrido, movilizándonos hacia una ajustada resolución de conflictos, ya que no podemos cambiar las cosas que ocurren en nuestro entorno pero sí podemos modificar la forma en cómo éstas nos afectan.
- Adoptar una postura flexible, lo que nos facilitará adaptarnos a las nuevas circunstancias.
- En situaciones especialmente difíciles, llegamos a utilizar un lenguaje que puede resultar dañino para nosotros/as mismos/as, victimizándonos o culpabilizándonos de lo ocurrido. Es importante cuidar nuestro lenguaje interno, lo que nos decimos y cómo nos lo decimos.
- Ser conscientes del momento presente, sin atormentarnos por las culpas del pasado o por la incertidumbre del futuro, nos permitirá valorar las oportunidades que se nos pueden ofrecer.
- Aceptar que el cambio forma parte de la vida, empleando una visión positiva al respecto. Tener una visión más amplia de lo ocurrido nos facilitará enfocarnos en la búsqueda de soluciones.
- Trabajar nuestra tolerancia a la frustración y a la incertidumbre, ya que el intentar controlar todos los aspectos de nuestras vidas es uno de nuestros principales focos de estrés. Ponerle límites a la necesidad de control nos proporcionará mayor seguridad en nosotros/as mismos/as, minimizando el malestar ocasionado.
- Aceptar ayuda y apoyo de nuestros seres queridos, fomentando unas relaciones sanas y cuidando nuestros círculos sociales.
En ocasiones puede resultar difícil pero no por ello imposible, trabajar y mejorar nosotros/as mismos/as en el tiempo que tenemos y no esperar, únicamente, a que los tiempos mejoren.