

¿Somos herederos de las enfermedades mentales de nuestros padres?
La probabilidad de que una persona tenga un trastorno mental específico es mayor si otros miembros de la familia tienen el mismo trastorno mental. Muchas personas acuden a nuestras consultas preocupadas por creer que su herencia determinará el destino de su salud mental. Ahora bien, ¿qué implica que uno tenga antecedentes de trastorno mental en su familia?
El ADN: un manual de instrucciones
Sabemos que muchas enfermedades físicas se heredan. Así ocurre, por ejemplo, con la fibrosis quística, una patología que para padecerla basta con heredar dos copias -una procedente del padre y otra de la madre- de un gen defectuoso llamado CFTR.
Hoy en día conocemos el rol condicionante que tiene la herencia genética, no solo a la hora de desarrollar enfermedades, sino también a la hora de recibir características físicas. Nos parecemos a nuestros abuelos, padres y hermanos por algo: de todos ellos recibimos información que configurará la estructura de nuestro ADN.
El ADN es, por así decirlo, un manual de instrucciones que indica desde la gestación cómo será el ser humano que lo posea. Dentro de nuestro ADN tenemos distintos capítulos -series de genes- que proporcionan indicaciones acerca del color de nuestros ojos, de nuestra altura, del tono de nuestra piel, del ritmo de nuestro metabolismo o de nuestro temperamento. Cada persona tiene un ADN único configurado a partir del ADN de sus familiares. Por ello somos seres singulares y parecidos al mismo tiempo.
A veces una sola instrucción -un único gen heredado- basta para producir una fibrosis quística o un albinismo. A estas enfermedades o características se les denomina “monogénicas” y son, sorprendentemente, una excepción. La mayoría de veces hace falta un capítulo completo -varios genes – para producir, por ejemplo, el color del pelo o heredar problemas como la hipertensión arterial o el asma. A estas enfermedades o características se les denomina “poligénicas”.
Los trastornos mentales pertenecen a este segundo grupo, lo que significa que NO existe “el gen de la depresión, de la esquizofrenia o del trastorno bipolar” sino que, por el contrario, todas ellas son enfermedades complejas, desarrolladas a partir del efecto acumulativo de múltiples genes heredados.
Cuando las instrucciones se agrupan por capítulos
Entender que los trastornos mentales tienen una base poligénica es importante porque explica muchas cosas:
- Aunque un trastorno mental sea hereditario, puede haber diferencias considerables en la gravedad de los síntomas de los miembros de una misma familia. Esto se debe a que múltiples genes pueden dar lugar a múltiples combinaciones y, por tanto, a diferencias de gradación entre personas. Así ocurriría, por ejemplo, con la altura pudiendo haber personas altas y bajas en la misma familia, o con una depresión pudiendo haber un caso grave y otro leve.
- Conforme más genes intervengan, más difícil es su estudio. En este sentido, las enfermedades mentales son tremendamente complejas y ello repercute inevitablemente en su diagnóstico. A día de hoy no se conocen con claridad las sustancias biológicas precisas, mensurables y objetivas que indican el padecimiento de un trastorno mental. A estas sustancias de les denomina “biomarcadores” y, aunque se tienen registros muy importantes que relacionan un exceso o defecto de éstas con algunos padecimientos -por ejemplo, niveles bajos de serotonina se relacionan con la depresión-, estamos todavía muy lejos de poder diagnosticarlos mediante un análisis de sangre o una radiografía cerebral. Dada esta falta de pruebas, de momento, el diagnóstico de los trastornos mentales es puramente descriptivo y se lleva a cabo a través de la evaluación del cumplimiento de una serie de criterios de acuerdo a unos estándares consensuados por la comunidad científica.
- Los avances científicos de los últimos años han llevado a cambiar la óptica desde la que se entendían los trastornos mentales. En futuros artículos hablaremos de la contribución de la “epigenética” a esta cuestión, pero lo que aquí es relevante es que se sabe que somos mucho más que nuestros genes. Cada vez son más los hallazgos que demuestran que somos el resultado de la interacción del ADN con el ambiente. Esto significa que no podemos explicarlo todo a través del análisis genético, puesto que sobre el desarrollo de un trastorno mental -o de una característica poligénica- intervienen elementos que nada tienen que ver con el ADN -elementos “multifactoriales”–. Esto explica porqué la vivencia de un evento traumático puede alterar nuestra personalidad o porqué de dos gemelos idénticos que comparten el mismo ADN uno desarrolla una enfermedad y el otro no.
- Así pues, en los trastornos mentales, lo que se hereda no es la patología en sí, sino la predisposición a tenerla -o lo que los profesionales de la salud mental llamamos “vulnerabilidad”-. Esto quiere decir que heredar el material genético específico para un trastorno no garantiza su desarrollo, solo le hace a uno más susceptible -vulnerable- de padecerlo. Digamos que uno tiene en su manual las instrucciones concretas para que se desarrolle un trastorno, pero si estas instrucciones no son leídas, nunca lo padecerá.
Un manual necesita de un lector
¿Por qué algunos consumidores de cannabis llegan a desarrollar un brote psicótico y otros no? En los últimos años se ha descubierto que las personas que tienen en su ADN un grupo de genes específicos, entre los que se encuentra una variante del gen AKT1, tienen un riesgo mayor de sufrir psicosis. Poseer este grupo de genes no implica necesariamente que la persona sufra un brote. Puede incluso que llegue a vivir toda su vida sin saber que tiene esta propensión. Para que se desarrolle un brote no basta con poseer las instrucciones en el ADN, hace falta además que se den unas circunstancias externas muy concretas: que consuma una cierta cantidad de cannabis que “despierte” al “lector del ADN”.
El lector del ADN -denominado “epigenoma”– es el encargado de leer las instrucciones del ADN y de llevarlas a término. Si el lector nunca llega a leer unas instrucciones determinadas, éstas quedarán silenciadas. Ahora bien, si el lector las lee entonces las pondrá en marcha. A esto último se le denomina “expresión genética” y es la verdadera clave para el desarrollo de una característica o enfermedad. Lo que nos quiere decir todo esto es que, aun cuando la heredabilidad sea alta, los factores ambientales influyen determinantemente en la expresión de un gen y, por tanto, en el desarrollo de un trastorno.
Cada vez es más gruesa la lista de elementos ambientales conocidos que pueden despertar al lector del ADN. Éstos reciben el nombre de “factores de riesgo” y entre ellos destacan: el consumo de drogas; el aislamiento social; el abuso, el maltrato o la exposición a eventos estresantes; lesiones cerebrales, por ejemplo, a causa de un traumatismo, etc.
El propósito de este artículo consiste:
- Primero en responder a la pregunta que lo titula: podemos heredar los trastornos de nuestros padres, pero no por ello desarrollarlos.
- Segundo en subrayar que nuestro cuerpo (biología) interactúa con nuestras experiencias (ambiente) y, por tanto, que la herencia genética es solo una parte de todos los elementos que causan una enfermedad.
- Tercero en dar una razón científica y contundente al lector -esta vez de nuestro blog- para que se cuide a sí mismo cuidando su ambiente que interviene irremediablemente en su salud.