

“Estoy esperando a que llegue el momento de quedarme sola en casa para poder comer la cantidad que yo quiera”
“Iba en el coche visualizando el momento de llegar y al fin comer sin que nadie me vea”
“Termino de cenar y viene esa sensación de ansia y tengo que ir a la nevera a comer”
“Empiezo a comer este alimento que tanto me gusta y tengo la sensación de no poder parar”
- Estas frases son ejemplo de lo que puede llegar a pensar y sentir una persona que sufre un Trastorno por atracón, es decir, sensación de pérdida de control sobre la comida y todo lo que gira en torno a ella: el ambiente, los tiempos, la cantidad, los planes, etc.
Se entiende un atracón como la ingesta de una gran cantidad de comida, en un corto periodo de tiempo con una sensación de pérdida de control sobre lo que se come en cuanto a cantidad y tipo de alimentos y que normalmente finaliza porque la persona se siente desagradablemente llena. Tras estos episodios se da un sentimiento de vergüenza y culpa generando un gran malestar.
El trastorno por atracón, también conocido como trastorno por sobreingesta o ingesta compulsiva se caracteriza por episodios de atracones recurrentes y es cada vez más frecuente. Es habitual que se inicie tras un periodo de restricción alimentaria debido por ejemplo una dieta o ayuno. Suele comenzar en la adolescencia, pero cada vez más se da su inicio también en la edad adulta.
Lejos de lo que se pueda pensar, no siempre se trata de actos impulsivos. A veces están planeados, premeditados o las personas están durante el día pensando en como y cuando lo van a hacer
Las consecuencias de realizar este tipo de ingesta son negativas tanto a nivel fisiológico como psicológico. Pueden darse irregularidades endocrinas, metabólicas, cambios en el peso y por tanto en la imagen corporal con las correspondientes fluctuaciones también en autoestima que puede llevar a emociones de tristeza o ansiedad. Al entrar en este ciclo las personas comienzan a cambiar su modo de vida, evitando por ejemplo comer en público por sentir vergüenza, lo que los lleva a aumentar la frecuencia de ocasiones que comen en soledad dándole a eso una connotación aparentemente positiva tiñendo ese momento de libertad con fases del tipo: “me lo merezco” o “después del día que llevo…”, etc.
Conocer esta información, nos puede ayudar a identificar ciertos patrones para cambiarlos o a tener en cuenta sensaciones previas que nos pueden llevar a cometer un atracón. Veamos algunas claves de manejo que nos pueden ayudar.
- Como hemos mencionado, la mayoría de las veces que ocurren estos comportamientos son tras periodos de ayuno o dieta, por lo que es recomendable evitar estas prácticas. Si quieres modificar tu peso, ponte en manos de nutricionistas u otros profesionales que te ayuden a hacerlo de una manera sana y adaptada a tu tipo de cuerpo y ritmo de vida. La sensación de haber “roto la dieta” o haberse “saltado el régimen” es un factor de riesgo que puede desencadenar una ingesta compulsiva.
- Prohibición de ciertos tipos de alimentos: La restricción de un tipo concreto de alimento por pensar que “engorda” hace que en momentos que nos embarguen emociones desagradables como tristeza, aburrimiento o ansiedad, exista una tendencia a ingerirlo y no precisamente de una manera normalizada sino compulsiva con el sentimiento de culpa posterior. Además, el efecto de lo prohibido en ocasiones lo hace más deseable en nuestra mente, sobre todo en momentos de mayor vulnerabilidad.
- Rutinas y planificación: El hecho de tener actividades planificadas, – incluso las de ocio y tiempo libre-, tareas del día a día y una agenda más o menos estructurada se ha descrito como un factor de protección a la hora de llevar a cabo atracones. Tener demasiado tiempo sin una ocupación determinada puede llevar a emociones como aburrimiento, altamente asociado al inicio de un posible atracón. Procura mantener unos hábitos tanto de comidas como de actividades diarias y así será menos probable la improvisación.
- Soledad: Sabiendo que este es un factor que mantiene este problema es aconsejable procurar la compañía. Además, el hecho de contar con un buen tejido social hace que sea más fácil el pensar en otros temas que no sea la ingesta y desviar la atención hacia otros estímulos facilitando así una relación más adecuada con la comida.
Si te sientes identificada/o con estos síntomas no dudes en ponerte en contacto con un profesional. En Centro TAP contamos con especialistas en trastornos de la conducta alimentaria que podrán ayudarte en todo lo que necesites.