

El fracaso escolar es una circunstancia más habitual de lo que nos gustaría. Según datos de Presidencia de Gobierno la tasa de abandono educativo temprano se sitúa en el 16% en 2020 (datos de la Encuesta de Población Activa). Escuchamos este término constantemente, en medios de comunicación, en conversaciones con otros padres y en otras muchas situaciones de nuestro día a día. El fracaso escolar es un fantasma que todo padre y madre teme escuchar que sufren sus hijos e hijas, algo que sienten que tienen que evitar a toda costa.
Para entender este fenómeno en su totalidad debemos entender qué significa. Entendemos por fracaso escolar el conjunto de dificultades para alcanzar los objetivos marcados por el sistema educativo. Estas dificultades no afectan sólo a los aspectos personales de cada estudiante en cuestión, sino que también se refieren a su falta de capacidad de adaptación al sistema.
Muchos menores no encuentran el éxito académico (adaptación y satisfacción en su desarrollo de rol como estudiantes) en determinadas escuelas, por sus estructuras o metodologías, pero si serían perfectamente capaces de alcanzar los objetivos y metas académicas cuando se modifica alguna de las circunstancias que subyacen a la propia estructura. El objetivo será entonces identificar que está sucediendo, qué variables son las mediadoras ante las dificultades de aprendizaje.
- Para los menores y para sus familias es devastador escuchar, un curso tras otro, que no encaja, que no es como el resto de sus compañeros o que no está logrando los objetivos mínimos para avanzar a la vez que los demás. Es una circunstancia que debemos intentar subsanar trabajando con ellos, en primer lugar localizando las dificultades, su percepción, sus nivel motivacional, su anticipación de fracaso… además de entrenarles en la cultura del esfuerzo y del éxito en el trabajo diario, además si queremos que sigan en la misma institución será importante tener capacidad de adaptación a las normas marcadas por los centros escolares y poder así ganar seguridad y estabilidad. Pero este camino a veces se hace muy difícil y frustrante porque nuestros hijos no reaccionan de la manera o al ritmo que esperamos de ellos. Este momento es complicado, pero también es una oportunidad para crecer como padres y como educadores, sabiendo transmitir a nuestros menores que a pesar de las circunstancias puntuales son lícitos en sí mismos y que les vamos a querer, respetar y apoyar siempre independientemente de sus calificaciones escolares, reforzando su capacidad de superación y adaptación.
Algunas ideas centrales para poder acompañarlos:
- Es muy importante transmitirles un mensaje claro de que el objetivo es superarse a si mismos, esforzarse en superar las dificultades y trabajar diariamente para conseguirlo. Entonces, los resultados vendrán.
- Los niños necesitan entender que tener otro ritmo de aprendizaje, de madurez o de adaptación al sistema no son problemas en sí mismos.
- Se convierten en un problema cuando estas circunstancias no les dejan avanzar, cuando se conforman y deciden que van a ser “malos estudiantes” toda la vida. Lo importante para ser mejor no es ser mejor que los demás, es aprender de nuestros errores y esforzarnos en no volver a cometerlos o, al menos, cometerlos mejor.
- Deben entender que las dificultades son parte de la vida y que muchas veces el proceso para resolverlas les enriquece más que la solución en sí misma.
No estamos en disposición de juzgar, y mucho menos de cambiar las normas del sistema educativo actual, pero sí somos los responsables de hacer sentir a nuestros hijos e hijas que son válidos, importantes en sí mismos, independientemente de cuándo y cómo logren los objetivos establecidos. Que el esfuerzo no se negocia aunque a veces los resultados tarden en llegar. Que tienen el derecho a equivocarse pero también el deber y la responsabilidad de mejorar cada día, con todo lo que implica. De esta forma, el fracaso escolar dejará de ser un fantasma incontenible para convertirse en una circunstancia abarcable y una oportunidad para aprender.
- Desde el equipo psicopedagógico de Centro TAP acompañaremos a vuestros hijos e hijas en todas las etapas escolares (primaria, secundaria y bachillerato) descubriendo dónde radican sus dificultades de aprendizaje y dotándoles de recursos y herramientas en los grupos de trabajo de Apoyo al Estudio, además de contar con acompañamiento individualizado: cada estudiante, cada familia, cada centro escolar es único!