

Sobre comunicación en pareja se ha escrito largo y tendido, desde claves magistrales sobre “cómo comunicarse de forma exitosa con su pareja” de los bestsellers de autoayuda que periódicamente aparecen, al novedoso bilingüismo sexual que desde le Sexología estudia cómo nos comunicamos diferencialmente hombres y mujeres.
Lo que en todos estos escritos y publicaciones queda claro es que no hay recetas que garanticen el éxito al 100%, es decir, no hay formas infalibles de actuar ya que no hay una única forma de hacer (bien) las cosas. Aunque lo que si existe, son pautas que flexibilizadas a cada caso concreto, y desde un análisis amplio e integral de cada relación afectiva, pueden favorecer una comunicación más positiva y satisfactoria en pareja y por lo tanto, un mejor clima general en la relación.
El profesor John Gottman de la Universidad de Washington ha estudiado en su laboratorio de parejas (en la línea de los estudios de la fisiología de la Respuesta Sexual Humana que en los años 60 realizaron Masters y Johnson) las actitudes que dificultan la comunicación y la resolución de conflictos en pareja; actitudes que además, han demostrado tener poder predictivo de la duración a medio y largo plazo de las parejas.
Las cuatro actitudes que según este autor provocan dificultades entre las parejas, son las siguientes: la defensiva, la crítica, la obstruccionista y la desdeñosa.
Desde luego, hay muchas formas de cada una de ellas, desde las más sutiles a las más evidentes, pero todas ellas, independientemente de su intensidad, llevan al mismo resultado: malestar en pareja y falta de resolución de conflictos.
Actitud defensiva
Esta actitud se caracteriza por el ataque percibido, percepción que hace que la persona se defienda, se justifique e incluso contraataque ante el miedo de ser herido/a o ante la posibilidad de perder poder en la resolución del conflicto. Además, esta actitud se suele caracterizar por una serie de atribuciones negativas hacia la persona con la que estamos hablando, basadas fundamentalmente en que lo que dice o hace, está impulsado por una intención negativa o tienen el objetivo de hacer daño, algo que por supuesto, puede no ser cierto.
Actitud crítica
La actitud crítica está basada en juzgar en clave negativa cualquier posible aspecto de nuestra pareja, desde la interacción “discutir contigo nunca lleva a nada” a las conductas o las cualidades personales “eres un confiado, así no vas a conseguir lo que te propones”. Igualmente, la actitud crítica suele ir asociada a una falta de responsabilidad personal ante las situaciones; es una manera de echar balones fuera y poner el foco de la responsabilidad en la otra persona, sin asumir la parte que nos corresponde.
Actitud obstruccionista
Esta actitud se caracteriza por oponer resistencia o incluso boicotear cualquier medida que suponga el avance en la resolución de los conflictos. Un ejemplo de la adopción de esta actitud sería desestimar las soluciones propuestas por la otra persona para gestionar una determinada situación pero no proponer nada alternativo para su resolución. Se trataría de este modo, de una actitud que dificulta o directamente impide la resolución de conflictos.
Actitud desdeñosa
Esta es la actitud que ha demostrado ser más dañina en la comunicación y la resolución de conflictos en pareja. Concretamente se basaría en quitarle importancia no solo a lo que nuestra pareja nos transmite, que también, sino implícitamente a él o ella. Se trata además de una actitud que genera una jerarquía en la interacción y por lo tanto, no solo invalida a la otra persona, sino que la coloca en una posición de inferioridad.
Estas cuatros actitudes no solo pueden aparecer en las interacciones que se dan en el marco de las relaciones de pareja (entendidas desde la vinculación afectiva); son igualmente aplicables a cualquier interacción diádica ya sea en el contexto familiar, laboral o social.
Las actitudes anteriores no serían más que posicionamientos que nos alejan del objetivo de resolver conflictos y mantener una relación de pareja reforzante y satisfactoria. Pero entonces ¿cómo se puede gestionar la comunicación en pareja para alcanzar esos objetivos? Ahí van algunas claves.
Expresar que algo no nos hace sentir bien o nos incomoda no significa adoptar la actitud crítica anteriormente expuesta. Tenemos derecho a expresar nuestro malestar, pero es importante que cuando lo hagamos, la formulación de críticas se elabore desde la asertividad y no desde un estilo agresivo de comunicación y que se critiquen aspectos concretos/operativos y no a la persona en su totalidad.
Cuando criticamos algún aspecto de nuestra pareja, suele ser muy útil que la crítica vaya acompañada de una petición o propuesta de cambio (siempre teniendo en cuenta que una petición no es una exigencia). De este modo, si no nos gusta que nuestra pareja no venga a cenar sin avisar, tras transmitirle que es frustrante haberle esperado sin resultado, podemos pedirle que nos llame o escriba cuando no vaya a llegar o haya hecho otros planes.
En las discusiones de pareja nadie gana, si mi pareja está bien, yo también. Este es un “mantra” que favorece que la resolución de conflictos se desarrolle en positivo. No se trata de ceder siempre en pareja ya que eso tampoco sería satisfactorio, se tata de entender que en las negociaciones o el proceso de resolver un conflicto no son una competición.
Otra clave que puede resultar muy útil es posponer la negociación hasta el momento en el que las condiciones sean las adecuadas. No significa obviarlo ni evitarlo, pero si, no entrar en bucles inútiles de discusiones sin resultado. Saber parar una conversación cuando no está siendo productiva para retomarla cuando las condiciones sean favorables, puede marcar una enorme diferencia.
Además, no olvidar reforzar, seguir invirtiendo en lo positivo y cuidar a nuestra pareja aunque tengamos la resolución de un conflicto pendiente, es fundamental, ya que de esta manera los conflictos tendrán menos impacto en el clima general de la relación.
Mantener una relación de pareja satisfactoria en la que haya una buena comunicación y se gestionen los conflictos de forma resolutiva y sin que a los/as protagonistas les genere malestar no es una utopía, pero puede requerir inversión y aprendizaje ¡empezar por las claves anteriores puede ser un primer paso!