

Hay que escuchar a la cabeza, pero dejar hablar al corazón.- Marguerite Yourcenar, escritora francesa
En esta segunda parte del post, queremos dar respuestas a la pregunta que os lanzamos…. Si el amor se explica por un torrente químico, ¿aquello que es involuntario es incontrolable?, ¿qué podemos hacer para gestionar el enamoramiento?, ¿cómo y para qué?
Empecemos con la respuesta a “para qué gestionar”… son muchas las personas que recurren a terapia psicológica porque no sienten que sea exitosa su manera de relacionarse en pareja. Desde “las parejas no me duran” a “no elijo bien mis relaciones”…. ¿Cuál es nuestra manera de enfrentarnos a una relación? Racionalizar en este caso es conocernos, y por supuesto, nos ahorra un nuevo batacazo; es avanzar en los sentimientos que compartimos con alguien pero al mismo tiempo tener ajustadas nuestras expectativas, es no engañarnos ni engañar al otro. Por lo tanto la regulación emocional es sana, nos permite seguir disfrutando aquí y ahora sin obviar que al amor, para que funcione, “hay que meterle cabeza”… Tenemos que partir de la premisa de que la química del amor no permite hacer este trabajo con facilidad ni fluidez, porque ya sabemos que en etapas iniciales el amor nos ciega, pero tenemos que tratar de identificar además qué otros aspectos de nosotros influyen en cómo nos “enganchamos” a una relación de pareja, cuando en muchos casos siendo conscientes incluso de los fallos del otro, no somos capaces de tomar la decisión de finalizarla.
¿Tenemos miedo a qué pensará nuestro entorno si lo dejo?, ¿miedo a quedarnos solos?, ¿miedo a empezar de cero, a salir de lo conocido, de nuestra zona de confort?, ¿idealizamos qué es el amor?, ¿buscamos que una relación afectiva cubra nuestras carencias? Realizar un abordaje en este sentido augura sin duda un mejor pronóstico tanto en el inicio como en la consolidación de una sana relación de pareja.
Y para respondernos al “cómo gestionar”, tenemos varias fórmulas:
- Preguntarnos si una parte importante del motivo por el cual iniciamos o mantengamos una relación tenga que ver con el miedo. Si fuese así, trabajar esto en terapia será conveniente para que el lugar y el rol que adoptemos con respecto al amor sea el adecuado.
- Siempre es recomendable que preservemos nuestra individualidad “¿si me apetece siempre estar con mi pareja, qué hay de malo en esto?”. Sabemos que es complicado apartarse de la persona de quien se está sintiendo enamorado, pero en muchos casos resulta un riesgo, puesto que puede suponer la pérdida de la individualidad, la identidad propia, e incluso los grupos de referencia.
- Sabemos que la dopamina que se segrega al estar enamorado igual que produce sensación de placer y bienestar, si desciende, produce sensación de “mono”, obsesión y angustia… Por lo que mantener y cuidarnos con otras actividades y entornos afectivos donde podamos segregar dopamina nos protegen de que el amor de pareja sea nuestra única fuente proveedora de esta sustancia y que además, podamos seguir recurriendo a estos otros recursos aunque el amor “falle”.
- Como decíamos antes, por poco romántico que resulte para muchos, un amor que funciona es un amor con cabeza. Se trata de incorporar la parte cognitiva a la hora de evaluar si los intereses, proyectos de futuro, valores, expectativas, coinciden o se ajustan a los de la persona con la que queremos emprender un camino. Ser conscientes de esto, de nuevo, nos ahorra una posible desilusión posterior cuando nos podamos dar cuenta de que de dopamina el ser humano no vive, y que necesitamos mucho más que enamoramiento para construir un futuro junto a alguien.
- También desde lo cognitivo tenemos la posibilidad de trabajar en el análisis de las características personales de la pareja, porque mantenerse enamorado es conocer a la persona, no imaginar cómo querríamos que fuese… Cuántas veces habremos escuchado eso de:
– “Has cambiado…”
– “¡Pero si siempre fui así!”
- Es posible que decidamos que queremos continuar adelante con la relación pese a aquellos “fallos” que evaluemos, pero si consideramos que no podríamos aceptar a la persona como es, nos interesa no mantenernos esclavos de la química del amor y tomar nuestras propias decisiones de manera racional.
- ¡Podemos trabajar para que el amor que ahora tenemos siga creciendo y se mantenga fuerte! Con la llegada del amor se segrega oxitocina, relacionada con el apego, que aporta sensaciones como tranquilidad, compromiso, seguridad y protección. En terapia de pareja siempre insistimos en la necesidad de no dar por supuesto el amor, en seguir generando momentos y situaciones en las que consigamos hacer sentir especial al otro. Salir de la rutina, crear sorpresa, deseo, expectación, ¡son estrategias muy valiosas para mantener viva la química del amor!
- Y si nos encontramos ante la situación de no sentir lo mismo hacia nuestra pareja (pese a que entendamos que enamoramiento no es igual que amor) podemos preguntarnos qué necesitaríamos para recuperar la cercanía, la conexión, la pasión, el interés, la motivación, la excitación… y una vez que identifiquemos esto, ponerlo en común con nuestra pareja, si es con él/ella con quien queremos continuar, para tratar de buscar soluciones adecuadas para ambos… ¡quizás a la otra parte le puede estar pasando lo mismo!
Estas claves no son infalibles, porque en lo involuntario del amor también podría ocurrir que no perdurar o no fuera correspondido… Pero estamos seguras, porque la práctica clínica nos lo demuestra a diario en Centro TAP, que con este trabajo consciente el amor es algo que construimos y mantenemos, no es algo que se aleja de nuestra capacidad de control.
Así que… BUENA SUERTE Y BUENA GESTIÓN!