

Aunque no seamos muy conscientes, todas y todos tenemos un modelo de sexualidad en la cabeza. Es muy posible que no nos hayamos parado a reflexionar sobre él, que no seamos conscientes, pero eso no significa que ese modelo no esté presente o que no tenga influencia en la forma que tenemos de vivir nuestra sexualidad.
Hay muchos factores que influyen en la construcción de nuestro modelo: la educación sexual que hemos recibido (o la educación sexual que no hemos recibido), las imágenes y conceptos que nos transmiten los medios de comunicación, las personas y parejas de nuestro entorno, la pornografía…
Y así vamos construyendo un modelo, un ideal que regula la altura del listón por el cual vamos a evaluar cómo de bien o mal nos sentimos con nuestra sexualidad; un concepto al cual vamos a intentar acercarnos con todas nuestras fuerzas, el cual puede frustrarnos o desencantarnos, si no llegamos a instalarnos en él (o incluso, dejarnos perplejos/as si lo alcanzamos y no nos sentimos fenomenal).
Vamos a ver algunas de las características más habituales de este modelo:
- Genitalidad
Para la gran mayoría de personas, la sexualidad incluye o involucra de alguna manera los genitales.
Parece que sin genitales no hay relación sexual, ni encuentro erótico. Parece que solo con los genitales podemos sentir placer o comunicarnos con nuestra pareja. Pero ¿qué pasa con el resto del cuerpo? ¿Qué hacemos cuando nos apetece compartir un encuentro en pareja pero en esa ocasión no nos encaja que los genitales formen parte fundamental del mismo?
- Finalismo
Parece que los encuentros eróticos dentro del modelo normativo tienen una función… ¿el placer? ¿El disfrute compartido? ¿La búsqueda de sensaciones positivas? Pues no. En el modelo normativo de sexualidad (insisto, el que muchas y muchos tenemos en la cabeza), el objetivo suele ser –como dirían los/as adolescentes- “llegar al final”. Sea a la penetración, sea al orgasmo… se trata de “llegar al final”.
Ahora, si sabemos que cuando metemos exigencias en un viaje, el viaje se hace mucho menos disfrutable ¿por qué seguimos funcionando igual?
- Espontaneidad
Nos han contado que los encuentros eróticos de primera son los que surgen, los que desde un arrebato de pasión cuasisimultáneo meten a las personas que los protagonizan en una vorágine de disfrute, ajuste erótico y placer.
Así que si no encontramos tiempo, si estamos cansados/as y no nos apetece, si uno de los miembros de una pareja lo desea y el otro no, aparece el agobio.
- Estética y juventud
Si pensamos en un encuentro erótico, con probabilidad la mente se nos va a una relación entre dos personas jóvenes con cuerpos 10.
Esa es otra de las trampas de este modelo ¿y si no tengo una tableta de chocolate? ¿Y si no soy joven? ¿Y si la ropa interior sexy no me sienta igual que a la persona del catálogo? Pues desde este modelo normativo, parece que en esos casos (que es donde nos posicionamos la gran mayoría de las personas), nuestra sexualidad nunca va a ser plena, no vamos a llegar al 100% y por lo tanto, parece que estamos condenados a una sexualidad de segunda o de tercera.
- Heterosexualidad
El modelo de sexualidad normativo, por mucho que sintamos que hemos avanzado en la visibilidad e inclusión de todas las sexualidades, no contempla apenas la diversidad sexual. Esta es una de las dificultades, parece que todas aquellas personas que tengan una orientación del deseo diferente a la heterosexual, se quedan fuera…
- Cuantitativo
Estamos acostumbrados/as a medir la sexualidad en números, no en sensaciones. Parece que importa más cuántos encuentros eróticos se tienen que si son disfrutados y placenteros. Parece que muchos orgasmos, muchas prácticas eróticas distintas, mucha duración de los encuentros o muchos centímetros en determinados lugares son a lo que aspiramos…
¿Por qué lo cuantitativo parece mejor? ¿Por qué lo cualitativo –el mundo de las sensaciones y las vivencias- se deja en un segundo plano? ¿Es esto representativo de lo que sentimos los hombres y las mujeres en nuestras relaciones sexuales?
El objetivo de este artículo no es demonizar a las personas que se sienten estupendamente en la heterosexualidad, en la juventud o en la genitalidad ¡si hay tantas sexualidades como personas, claro que habrá gente que se sienta fenomenal funcionando desde un concepto con esas características!
El objetivo de este artículo es animaros a ser críticas/os, a construir vuestro propio modelo de sexualidad y a vivir desde el disfrute y el bienestar vuestra sexualidad, tenga ésta las características que tenga.