

“…la herencia de los padres: experiencias que no son de tu talla, biografías que no puedes volver a vivir…” (David Trueba)
En cuestión de unos días, hemos dejado atrás las vacaciones de verano. Somos muchas las personas que regresamos con las pilas cargadas, y preparadas para iniciar un nuevo curso repleto de objetivos y proyectos (personales, profesionales, familiares) que requerirán de nuestra organización, tiempo y disponibilidad. Así, podremos ajustar nuestras obligaciones con nuestras devociones. Para ello, y especialmente las familias con hijos/as, cuentan con el soporte de una figura esencial: el/la abuelo/a. Esa persona que, de forma incondicional, durante todo el año, actúa como el punto de apoyo necesario para poder equilibrar las necesidades y deseos personales. La cuestión es, si los abuelos/as, ¿han tenido vacaciones? ¿Han descansado? ¿El/la abuelo/a ha podido equilibrar sus necesidades?
En la sociedad actual, nos encontramos con una difícil realidad en muchas familias: las dificultades de conciliar la vida laboral y la familiar. Tradicionalmente, se da por hecho que los/las abuelos/as han de estar ahí cuando se necesite, para echar una mano. Y efectivamente ocurre porque, en muchos casos, son (y quieren ser) partícipes de la vida de sus nietos/as. De esta forma, se cubren las necesidades de los más pequeños, pero también las de los mayores (padres y madres de los/las niños/as), perpetuándose esa idea de cuidado continuo hacia los hijos e hijas (aunque sean adultos). Se cumple la función de protección y cuidado sin filtros.
Sin embargo, en consulta nos encontramos con personas mayores, ya jubiladas, que acuden a terapia con altos niveles de ansiedad, inseguridad, tristeza e incluso enfado. Tienen un estado de estrés que les contraría y les impide vivir una vida tranquila y distendida (¡la que durante tanto tiempo han anhelado!). A menudo, tienen una sensación de sobrecarga por el cuidado de sus nietos/as, sin darse cuenta de que ellos también tienen el derecho de poder disponer de su tiempo, para construirse en la etapa vital de la que son protagonistas en el presente.
Las dificultades que se esconden detrás de este estado estresante son:
- Una percepción de sí mismo/a inadecuada: “no estoy siendo el/la abuelo/a, el/la padre/madre que debo ser”; “Un/a padre/madre debe estar disponible en todo momento para ayudar”.
- Dificultad en la identificación de necesidades personales (físicas y emocionales).
- Dificultades en la expresión emocional y de necesidades específicas.
- Miedo al conflicto, miedo a la pérdida: si comunican su estado, se pueden generar conflictos, que pueden conllevar a la pérdida de confianza, de vínculo, a no poder ver a los/as nietos/as, etc.
- Ausencia de empatía externa: los/las hijos/as de estas personas, ¿se han puesto en su lugar? ¿Saben cómo se sienten? ¿Comprenden sus miedos, sus necesidades? ¿Las tienen en cuenta?
- No asunción de un rol en construcción: están aprendiendo a ser abuelos/as. Nunca se deja de aprender, y éste, al igual que el rol de padres y madres, es un rol que se aprende “sobre la marcha”.
En Centro TAP, queremos poner el foco de atención en una realidad común y continua en los tiempos que vivimos y, también, ofrecer algunas claves que faciliten la construcción de un sistema familiar equilibrado. Teniendo en cuenta estas claves, todos los miembros de la familia podrán ser agentes activos en la construcción de un sistema familiar estable, alegre, seguro y protector:
- Identificar y reconocer las necesidades personales de todos los miembros de la familia para poder validarlas y posicionarlas dentro de la misma: en familia, todos/as nos cuidamos.
- Aceptar el aprendizaje de nuevos roles en construcción: nadie nace sabiendo ser abuelo/a, padre/madre, hijo/a. Aprender a serlo desde la unión, consenso y consideración mútuas.
- Desarrollar la habilidad de la empatía para la sintonía intra e interpersonal.
- Entrenar y fortalecer un estilo de comunicación asertivo que facilite el establecimiento de límites adecuados para no caer en el abuso de confianza.
- Fomentar el autocuidado personal a través de la realización de actividades distractoras y placenteras (ejercicio físico, viajar, leer, etc.).
- Organizar y planificar agendas del sistema familiar para facilitar una coordinación entre los miembros.
- Disponer de un tejido social externo a la familia estable.
La más básica de las necesidades humanas es entender y ser entendido. La mejor forma de entender a la gente es escucharla (Ralph Nichols)