

A veces pasamos temporadas en las que estamos más preocupados y más inseguros respecto a algunos temas. Estrés en el trabajo, tensiones en el entorno socio-familiar o simplemente un menor estado de ánimo, que hace que todo se perciba como más negativo.
También es importante tener en cuenta, que cuanta más información tenemos, más vulnerables somos frente a miedos y preocupaciones. No es casual que los niños no tengan miedo a prácticamente nada y a medida que vamos creciendo los miedos van en aumento.
Por ejemplo, está estadísticamente comprobado que un alto porcentaje de personas con fobia a volar son aquellas que han realizado múltiples vuelos en su vida por diferentes motivos. A mayor cantidad de experiencias, más historias sobre las mismas: anécdotas, catástrofes etc.
Estos estados transitorios que comentábamos al principio del post, junto con una tendencia personal a tener una visión negativa de los acontecimientos, pueden derivar en preocupaciones, rumiaciones (darle muchas vueltas a las cosas o no poder “sacar” un pensamiento de la cabeza) e incluso a evitar situaciones.
Veamos unas claves para poder hacer frente a estos pensamientos y pensar de una manera más objetiva, basada en la realidad y no en un “presentimiento”.
- Busca PRUEBAS: ¿Qué pruebas tengo de que lo que estoy pensando realmente es así? Normalmente las preocupaciones se basan en anticipaciones del futuro. Es difícil encontrar pruebas sobre algo que aun no ha ocurrido. Al pensar así, nos estamos basando en una opinión, superstición o cualquier otro concepto difícil de comprobar.
- Baraja ALTERNATIVAS: ¿Hay otras opciones además de esto que pienso? Aunque no nos las creamos, nos ayuda el pensar otras opciones que podrían ocurrir y percibirlas como posibles. Ante el pensamiento “algo malo va a pasar” puedo valorar otras alternativas como: “seguro que todo sale bien”, “es posible que se complique pero saldrá”, “a lo mejor alguien pone pegas pero le convenceré”, “quizás a la gente le guste”, etc.
- Examina PROBABILIDADES: ¿Qué probabilidad hay de que esto que pienso sea cierto? Al no haber encontrado pruebas (o muy pocas), y al haber barajado otras posibles alternativas, la probabilidad de que ocurra aquello que temo es baja. De la misma forma que no descorcharíamos una botella de cava para celebrar que “mañana me va a tocar la lotería”, es ilógico angustiarse o preocuparse por algo que, no sólo no sabemos si va a ocurrir, sino que además tiene bajas probabilidades de hacerlo.
«El valiente tiene miedo del contrario; el cobarde, de su propio temor.»
Francisco de Quevedo