

“No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente,
sino la que responde mejor al cambio”
Charles Darwin
No cabe duda que hablar de familia implica hablar de un factor determinante en el desarrollo evolutivo del ser humano. Entendemos la familia como agente activo, socializador y regulador de las personas; como el sistema organizador a través del cual se asegura la supervivencia y el crecimiento de los hijos.
La familia pretende ser el espacio en el cual se construye un ambiente de estimulación y de aprendizaje, en el que desarrollar un clima de apoyo y afecto continuo, que cubra las necesidades de todos/as. De esta forma, la familia constituye un núcleo sólido y solvente en el que se desarrollan los seres humanos.
En familia, enfrentamos numerosas situaciones que debemos gestionar de forma adecuada. A lo largo de los post de este blog, hemos identificado muchas de ellas: la vuelta al cole, las vacaciones, la educación en valores, el estrés de los/las abuelos/as como figuras de apoyo y educación, la elaboración de un criterio familiar desde la inteligencia emocional, cómo hablarles sobre sexualidad, etc. Sin duda, todas son situaciones cotidianas que, por comunes que sean, han generado, generan y generarán cierto grado de malestar en las personas que han de enfrentarse a ellas. Una de esas situaciones difíciles de afrontar es cuando se produce la separación de los padres como pareja.
La separación supone uno de los sucesos vitales estresantes a los que las personas nos enfrentamos. En consulta clínica, es uno de los motivos de abordaje terapéutico más comunes. Nos encontramos con hombres y mujeres, padres y madres, en un estado vulnerable y preocupados por el impacto que, la comunicación de esta noticia, pueda tener en la vida de sus hijos/as. Surgen miedos, surgen preocupaciones, surgen dudas, que quieren resolver, y necesitan aprender a hacerlo.
Comunicarle a los hijos e hijas esta noticia, no es nada fácil, y prepararse para ello puede facilitar a los padres y madres la posibilidad de abordarlo desde un estado más adaptativo, seguro y controlado. Ante todo es importante que los miembros de la pareja hayan podido exponer adecuadamente y de forma libre su criterio y su forma ver las cosas, en un espacio neutro, y alejado de los/las hijos/as. Cuanto más elaborada sea la decisión, más firme, clara y real será la transmisión de dicha noticia a los/las hijos/as. A partir de aquí, es recomendable buscar un momento adecuado, en calma, con todos los miembros de la familia juntos, en un ambiente tranquilo, en el que únicamente estén padres, madres e hijos/as. Nadie más. Este paso no liberará el dolor que produce una situación de este tipo, pero sí permitirá disponer de un encuadre que regule cualquier posible reacción descontrolada o alterada ante la nueva realidad.
Desde Centro TAP, queremos señalar algunos aspectos importantes a tener en cuenta que guíen el proceso de comunicación de la noticia a los más pequeños:
- Transmitir que la ruptura es una decisión que se toma para buscar una solución a un problema. Es una decisión conjunta que toman los adultos para mejorar la convivencia, en este caso, de forma separada.
- Dar explicaciones generales, y no entrar en detalles que puedan alterar el estado emocional del/la niño/a (si ha habido terceras personas, por ejemplo).
- NO DRAMATIZAR: es de vital importancia que los adultos no se presenten como víctimas del proceso, de cara a proteger a los menores de los posibles efectos que dicho comportamiento puede acarrear (niveles elevados de ansiedad, dependencia emocional de los padres, etc.).
- Destacar que los/as hijos/as NO TIENEN LA CULPA de la ruptura. Es una decisión adulta.
- Informar sobre lo que ocurrirá a partir de ahora: sobre el nuevo sistema de vida, sobre las emociones que pueden sentir (tristeza, rabia, ansiedad, etc.), les ayudará a ir progresivamente adaptándose a la nueva circunstancia.
- Señalar que no existen buenos ni malos. Somos responsables de nuestras vidas y como tal, debemos actuar de forma coherente a los valores propios.
- Ser sinceros: no mentirles acerca de la realidad facilitará que se sientan validados y se fortalezca la confianza entre ellos.
- Clarificar que se rompe el vínculo de la pareja, no el vínculo padres/madres-hijos/as.
- Favorecer un clima de apertura en el que los hijos puedan hablar y expresar cómo están (o no). Si su reacción es el silencio, igualmente aceptarlo. Lo importante es RESPETAR su vivencia.
- Darles la posibilidad de responder a sus preguntas desde la sensatez y el sentido común, interesarnos por lo que sienten: cómo te sientes, qué piensas, qué te preocupa, tienes miedo, cómo te parece nuestra decisión, son preguntas que a los padres y madres les ayudará a poder gestionar y resolver las dudas, preocupaciones y miedos que la noticia de la ruptura puede causar en los más pequeños.
Con estas claves, buscamos que este proceso tan difícil de afrontar para la familia en general, se viva desde la normalización de una realidad común y habitual, y desde la ausencia del dramatismo asociado al hecho.