

La familia es el eje fundamental donde el menor se desarrolla, crece y evoluciona para convertirse en un adulto sano. Es sin duda, el referente de seguridad y estabilidad que los niños necesitan. Desde este núcleo seguro los pequeños serán capaces de evolucionar en cada etapa de desarrollo y de adquirir los recursos necesarios para el futuro.
El rol de padres y madres se afianza junto con el desarrollo de nuestros hijos/as a medida que crecen, y por tanto sus necesidades irán modificando también nuestro desarrollo en este rol. Por ello será importante adoptar proactividad en la constitución del mismo.
Los cambios socioculturales de los últimos años nos han hecho abrir y flexibilizar el marco donde se sustentaba la llamada “familia tradicional”. Son muchas las tipologías de familias con las que contamos actualmente, pero todas ellas deben seguir trabajando en un único objetivo de construcción, en el bienestar de los niños.
Si somos capaces de normalizar la diversidad entre las diferentes familias, seremos capaces de acompañar mejor a los niños en su desarrollo. Veamos las diferentes tipologías de familias con las que podemos contar hoy:
- Familias nucleares: también denominadas biparentales tradicionales están compuestas por un hombre y una mujer. Es el tipo más frecuente y pueden ser con o sin hijos e hijas.
- Familias monoparentales: constituidas por un padre o una madre, que proceden de una separación, divorcio, viudedad o modelo de madres solas.
- Familias reconstituidas: familias formadas por personas que han tenido una relación de convivencia familiar anterior y que se unen a una nueva pareja, aportando o no hijos e hijas por una o ambas partes.
- Familias adoptivas y familias que acogen de forma temporal: con hijos e hijas naturales o no, amplían su hogar con más niños y niñas.
- Familias homoparentales: parejas del mismo sexo que pueden convivir solas, con hijos e hijas propios, concebidos a través de técnicas de fecundación artificial u otras vías alternativas.
- Familias multiculturales: son uniones familiares entre personas que proceden de entornos culturales o étnicos diferentes y que forman la familia en el país de acogida.
Al formar parte de cualquiera de las tipologías familiares SIEMPRE debemos garantizar el bienestar del niño, ya que la tipología de familia no es el factor determinante para el llamado ajuste infantil, éste está asociado a variables interactivas independientes de la estructura de la familia como es el nivel de conflicto, el estrés y/o el estilo educativo implementado en el núcleo familiar.
Las características que mejor predicen un óptimo desarrollo psicológico del niño en el entorno de la familia son:
- Seguridad afectiva: es lo que los psicólogos llamamos “Apego seguro”; la aparición de un apego seguro depende de la relación que el niño establece con las personas que lo cuidan.
- Bajo nivel de conflictividad: el conflicto entre la pareja es una influencia negativa en el curso del desarrollo psicológico del menor
- Estilo educativo democrático: consiste en hacer compatibles la exigencia con la flexibilidad junto con el afecto.
- Calidad de la interacción y de la estimulación del niño/a con sus padres: aspectos como el desarrollo del juego, con la imitación y la estimulación continúa. La identificación de los estados mentales y emocionales de otras personas y la propia regulación de la expresividad emocional, contribuyen a construir una interacción enriquecedora entre padres e hijos.
- Frustración óptima: es muy importante que las madres y padres seamos conscientes de que el ser humano en desarrollo necesita pequeños retos adaptados a su edad, los niños deben sentir que aprender y resuelven.
¡Vivamos desde las familias diversas la crianza en positivo!