

“Pobre no es el que tiene menos, sino el que necesita infinitamente más para ser feliz” San Agustín de Hipona
Podemos pensar que vivimos en una sociedad en la que se fomenta el consumismo, y es cierto que en ocasiones muchos de nosotros reconocemos que adquirimos productos que no necesitamos, o que finalmente no utilizamos. Fechas como las Navidades, rebajas o el Black Friday, incentivan las compras de los usuarios que tratan de adquirir productos a mejor precio. Pero con este artículo no pretendemos hacer una crítica a la sociedad consumista, tampoco normalizar el consumo excesivo, con este texto queremos mostrar una realidad que muy frecuentemente encontramos en Centro TAP y para el que existe un tratamiento eficaz que permite que la persona recupere el control de su vida.
¿Compramos cosas que no necesitamos y no enseñamos a nadie porque nos sentimos culpables?, ¿compramos de manera compulsiva, irreflexiva, sin meditar?, ¿adquirimos objetos repetidos, e incluso a los que no le damos uso, sin control?, ¿no podemos evitar ir de compras?, ¿acudimos de compras ante estados de ánimo no controlados, incluso sintiéndonos ansiosos, y nos reconforta salir de la tienda habiendo adquirido un producto?, ¿tenemos problemas financieros como consecuencia de compras excesivas?… Si hemos contestado afirmativamente a estas cuestiones podríamos estar ante un problema de adicción a las compras.
Las compras compulsivas o adicción a la compras se define como un trastorno del comportamiento mediante el cual, la persona piensa de modo constante y con excesiva preocupación en qué se quiere comprar o en el propio acto de comprar. Esto lleva a que anticipe y prepare con deseo el acto de adquirir el producto, e incluso en muchas ocasiones puede sentirse ansioso antes de hacerlo. Al efectuar la compra, el sujeto siente un enorme sentimiento de satisfacción, pero con un período refractario muy corto, pues enseguida aparecen emociones como culpa, decepción, preocupación, tristeza o arrepentimiento.
Es una adicción que en un primer momento pasa desapercibida, tanto para quien la padece como para las personas a su alrededor, ya que en muchos casos esto no se evidencia hasta que se producen embargos o se ha llegado al límite de solicitud de créditos personales al banco.
Para diferenciar los excesos en las compras (desde el punto de vista del consumismo) de una adicción, tenemos que tener en cuenta que en las compras compulsivas el desajuste se mantiene en el tiempo (no es un período corto y concreto en la vida de la persona) y tiene que tener consecuencias negativas para el sujeto.
Tanto hombres como mujeres podemos tener el mismo problema, la única diferencia radica en el tipo de producto que se adquiere. Por ejemplo, las mujeres adquieren en mayor medida productos relacionados con la estética y la belleza como ropa, perfumes y cosmética, mientras que los productos preferidos por los hombres tienen que ver con la tecnología y la electrónica.
Características principales que definen a un adicto a las compras pueden ser:
- Adquirir bienes que no se necesitan, es decir, comprar por comprar
- Tener un deseo intenso e irrefrenable por comprar
- Hacerlo bajo estados de ánimo alterados: euforia, tristeza, ansiedad, apatía o desánimo
- Gastar importes que, a veces, superan las posibilidades económicas
- Sentir satisfacción y alivio tras haber comprado
- Pasado un tiempo de la compra, el producto ya no interesa
- Tener sentimientos de culpa y arrepentimiento poco después de haber adquirido el producto
- No ser capaz de controlar la conducta adictiva
Es importante comprender el PARA QUÉ de la persona que se refugia en las compras compulsivas: necesita cubrir una necesidad, pero no es la necesidad real por la que adquirimos un producto que necesitamos.
Es una necesidad afectiva, es la necesidad para la persona de rellenar una sensación de vacío vital, bien por carencias emocionales o por carencias en cuanto a proyectos de vida, o ilusiones. Es la búsqueda de la recompensa a corto plazo que cubra ese vacío, sin tener la perspectiva en mente de cuáles son las consecuencias negativas en el corto o medio plazo. Estas consecuencias no sólo son una dificultad por la pérdida económica que origina, sino porque el vacío real que tiene la persona se tapa temporalmente pero no se soluciona desde la base y de manera consistente y permanente en el tiempo (lo que requeriría un trabajo personal profundo de comprensión de qué necesito para construir bienestar).
Por tanto, la solución a esta problemática pasa por iniciar un proceso terapéutico que nos ayude a comprender cuáles son estas necesidades no cubiertas, y trazar un plan de acción que nos permita alcanzar estos objetivos. ¡Desde Centro TAP podemos ayudarte!