

Somos conscientes de la dificultad que supone para las familias educar a los hijos en hábitos de sueño saludables, ya que en muchas ocasiones, bien sea por falta de conocimiento o por agotamiento, las familias llevan a cabo prácticas, de las que en un futuro no lejano tendrán que deshacerse. Elegir colecho, o que el bebé duerma en su cuna será la primera decisión que los padres y madres tendrán que tomar, y más allá de esta elección, el sueño es un tema controvertido con respecto a los métodos que podemos utilizar para que nuestros hijos adquieran los patrones adecuados. En este sentido, muchas familias tienen dudas en cuanto a qué método es el más efectivo en estos casos y sobre todo qué consecuencias tendrá a medio y largo plazo. Métodos que hace unos años eran la “panacea”, hoy con la información que tenemos ya no nos sirven… entonces, ¿cómo hacemos?
Como padres y madres, hemos de entender que nuestro papel en la crianza de los hijos es ser acompañantes en su proceso de desarrollo y aprendizaje, y el sueño es uno de los primeros retos con el que pondremos a prueba nuestro rol parental. En este escenario, es fundamental pautar límites, éstos son necesarios y educan, pero debemos primero saber cómo establecerlos sin sentir culpabilidad y por encima de atendiendo a las necesidades del bebé. Y esto no será posible si no entendemos el proceso de desarrollo madurativo de nuestro hijo.
Cuando un bebé nace tiene unos patrones de sueño anárquicos o no establecidos, ya que los biorritmos o ritmos circadianos, que están controlados hormonalmente, se regulan o acompasan con los ciclos de luz/oscuridad. Es necesario que las familias conozcan que al nacer, el bebé no tiene aún configurado su reloj y que probablemente ponerlo en hora será cuestión de tiempo, y ayuda por nuestra parte. Por esta razón, no puedo pedir a un recién nacido que duerma toda la noche del tirón, ya que sé que es algo que debe ir aprendiendo y madurando a medida que pasen las semanas. Por eso, nuestra tarea será la de facilitarle aprender a dormir, a través de rutinas que le ayuden a regular y crear hábitos de sueño.
Es cierto que los primeros meses son más caóticos para la familia, pero crear hábitos es imprescindible para que el niño relacione ciertos rituales con el momento de irse a dormir, por ejemplo: acostarle siempre a la misma hora por la noche, poner una luz más tenue, cantar una canción o nana, leer un cuento, etc… una vez establecidos veremos cómo poco a poco van llegando el sosiego y la tranquilidad.
Los padres tenemos que consensuar las normas desde las que se construirán las relaciones de convivencia familiares y así aplicaremos las pautas educativas en consecuencia. Por tanto, conocimiento, límites y rutinas establecidas de forma consensuada y con paciencia, tiempo, constancia y amor, mucho amor, serán las claves del éxito educativo. Y el sueño es uno de los primeros retos educativos al que nos enfrentamos como padres y madres.
Desde el Programa Aprender a Crecer Juntos sabemos que ofrecer a los papás y mamás acompañamiento en este sentido es de vital importancia para el futuro desarrollo del bebé y la vivencia que generarán los padres de la crianza y de su labor como educadores.
Anímate a formar parte de la Comunidad Crianza Activa y tendrás la tranquilidad de saber que estás haciendo lo mejor para tu bebé y tu familia.