

Las familias en la etapa adolescente podemos sentir que todo lo hecho anteriormente en la crianza de nuestro hij@s ya no existe, pero no es real, todo lo construido en la familia esta, aunque es ocasiones no seamos capaces de vislumbrarlo.
Nuestro amor, protección, ilusiones…sigue en ellos, únicamente tenemos que ser capaces de potenciarlo para que tome mayor protagonismo en esta etapa de complejidad emocional por la que están pasando nuestros jóvenes.
Para ello los padres y madres necesitaríamos clarificar, desarrollar y/o conocer algunas claves de mejora de gestión relacional para esta etapa vital por la que transitan nuestro hij@s.
Os facilitamos 5 claves para mejorar la convivencia con un adolescente:
- Respetar: se nos olvida que además de que sean nuestros hij@s son personas con sus propias opiniones, miedos, limitaciones, ilusiones, necesidades… Puede que en ocasiones su criterio ante determinadas cuestiones sea diferente al nuestro como madres y padres. Debemos saber gestionar esta diferencia sin olvidarnos que nos necesitan; estas diferencias no son un enfrentamiento abierto hacia nosotros, aunque lo parezca, están construyendo identidad y lo hacen también desde la oposicional. Algunas veces los adolescentes tienen la necesidad de mostrarse diferentes a nosotros y en otras ocasiones quieren ser nuestros “niñ@s”, esta ambivalencia a las familias nos descuadra y no sabemos cómo debemos actuar, quizá la clave sea atender a sus necesidades del momento y saber respetarlas, porque en lo que no tenemos dudas es que los adolescentes quieren y necesitan pertenecer, divertirse y sentir seguridad en su hogar junto a sus padres, cuando sienten este respeto mantienen alianzas basadas en el cuidado y en el cariño.
- Acompañar: los adolescentes necesitan tomar algunas decisiones por mí mismos, y quizá también cometer sus primeros errores de los que aprenderán y mejorarán en su toma de decisiones. Los padres y madres no debemos “hacerles el trabajo”, son ellos los que deben reformular su toma de decisiones para llegar a los objetivos que tenían marcados. En ocasiones los adultos necesitamos demostrarles que llevábamos razón, claramente no es un facilitador para su aprendizaje, no tenemos que demostrar que somos mejores que ellos mostrándonos condescendientes, no tenemos por qué impartir nuestra sabiduría y experiencia cada vez que nuestros hij@s tengan un problema. Debemos esperar a que nos pidan ayuda, podemos decirles que estamos para todo aquello para lo que nos necesiten pero quizá nuestro hij@ quiere solucionar la dificultad por mí mismo, y si no le ha salido como esperaba debemos escuchar con atención su frustración sin decir “si me hubieses dejado…”, “como eres tan ……”, “esto no te hubiese pasado si….”, únicamente debemos permitir que expresen, no es el momento de regañar ni de dar consejos, cuando pase este mal momento que esta experimentando, podremos decirles: “estaré encantad@ de poder ayudarte si lo necesitas”, “ya me dirás si puedo ayudarte yo en algo”, “quizá entre los dos podamos llegar a la solución que necesitas y habías pensado”, este acompañamiento le permitirá experimentar, crecer y desarrollar estrategias de aprendizaje y madurez sin enfrentamientos directos con nosotros.
- Gestionar: nuestros hij@s en muchas ocasiones se van a mostrar malhumorados, irritables, frustrados…los padres debemos aprender a tolerar estas emociones sabiendo que son momentáneas y que nada tiene que ver con nosotros. Habitualmente los padres personalizamos los estados de ánimo de nuestros hij@s reclamándoles que tengan otras reacciones; sabemos que es difícil, pero debemos permitir que tengan estas expresiones emocionales siempre que no haya faltas de respeto asociadas, no debemos permitir que sean mal educados con nosotros ni con ningún otro miembro de la familia. Si a nosotros no nos perciben alarmados su estado emocional se irá calmando, podemos incluso ponernos a hacer algo lo suficientemente cerca de ellos para que nos vean y puedan unirse e incluso ayudarnos, así no seremos foco de sus tensiones internas sino que seremos un canalizador a través de una acción. Les ayudaremos por tanto a gestionar su mundo emocional negativo a través de acciones distractoras en un primer momento, una vez calmad@s, es el momento de preguntar si podemos ayudarle en alguna cuestión, sin pretender que nos cuenten lo sucedido, en ocasiones nuestra inquietud y necesidad de protegerles hace que se sientan invadidos, los adolescentes al igual que los adultos, necesitan sus tiempos y confianza para contar y compartir, pero si estamos a la distancia justa lo harán porque necesitan deshago.
- Confiar: nos cuesta como progenitores no anticiparnos a sus necesidades, interpretamos que somos nosotros más conocedores de sus dificultades, deseos e inquietudes que ellos mismos, dejamos por tanto de confiar en su capacidad de aprendizaje, de evolución y de resolución; sabemos que en ocasiones ante sus planteamientos es casi como hacer un acto de fe, pero debemos hacerlo para acompañarlos en su desarrollo y madurez. Deben experimentar que cuando ellos dudan nosotros les decimos: “claro que puedes”, “tienes un buen plan, si no sale como piensas podemos pulirlo juntos”, “necesitas entrenar pero tú puedes, si en esta ocasión no te sale, te saldrá”, estos mensajes ayudan a fortalecer una valoración y creencia positiva sobre sí mismos, permitiendo así desarrollar una sana autoestima con alto sentimiento de autovalía. Quizá en este punto, los padres y madres debemos saber gestionar el “fracaso” de nuestros hij@s, no tanto porque les queramos perfectos, si no porque nos cuesta tolerar su posible sufrimiento e incertidumbre.
- Aprender: nuestros hij@s nos pueden enseñar!!, esta obviedad se nos olvida en muchos momentos porque tenemos muy interiorizado un rol parental construido desde la responsabilidad del cuidado, protección y enseñanza hacia nuestro hij@s. A medida que nuestros hij@s crecen y ganan madurez debemos mostrarles total apertura para que sean ellos también fuente de aprendizaje, esto nos permitirá construir una relación de mayor serenidad, ya que nuestros adolescentes desarrollarán también un rol de cuidador hacia nosotros y hacia el contexto familiar. Este rol se desarrolla más fácilmente cuando sentimos que el de enfrente nos necesita (aprende de nosotros), desarrollamos mayor empatía y somos capaces de acoger mejor las diferencias con los demás. No nos damos cuenta pero a medida que nuestros hij@s crecen les pedimos que cuiden el entorno y a la familia pero cómo lo van a hacer si no les dejamos espacios para ello, si todo lo solucionamos nosotros o todo se hace bajo nuestro criterio será difícil que desarrollen esta necesidad de cuidar y proteger que intermitentemente les pedimos, si por el contrario sienten que pueden aportar con sus conocimientos y que ellos son fuente de inspiración y crecimiento su implicación en la unidad familiar será mayor y más calmada.
Y si todo lo anterior sentimos que no es suficiente para resolver una situación concreta…., recurramos al humor!!