

El único idioma que los hombres hablan perfectamente es el que aprenden en la infancia cuando nadie puede enseñarles nada.
María Montessori
Tolerancia a la frustración, empatía, resiliencia, autocontrol… últimamente hemos escuchado o leído sobre todas estas habilidades o competencias, y es que todas ellas tienen que ver con lo que conocemos como inteligencia emocional, tan necesaria en los tiempos que corren. Veamos claves para entrenar nuestra gestión emocional en el entorno de la familia, la inteligencia emocional es un factor de protección que desarrollarlo sin duda mejorará nuestra capacidad de adaptación al mundo.
Nuestro mundo cambia a una velocidad de vértigo, y nunca habíamos sido tan conscientes de ello como en estos últimos meses. Nuestra «normalidad” se ha visto alterada y sustituida por una “nueva” que no hubiéramos imaginado ni en nuestras peores pesadillas. Es por esto que, se ha hecho evidente que los seres humanos necesitamos herramientas que nos permitan enfrentarnos a situaciones que pueden generar en nosotros un gran impacto emocional.
Aunque el término inteligencia emocional fue acuñado hace ya varios años, sigue siendo un concepto de actualidad, de manera global en nuestra sociedad y en particular en lo que a educación se refiere ya que la educación en inteligencia emocional ha demostrado ser uno de los mejores aliados para la tarea educativa de las padres y madres.
¿Por qué es tan importante que los niños aprendan regulación emocional?
Lo que somos de adultos viene en gran medida articulado por lo que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida, pero toma especial relevancia la etapa que va desde los 0 a los 3 años. Ya que la base de nuestros comportamientos se ve altamente modelada por lo que vivimos en esta etapa. Nuestra percepción de la realidad, nuestras respuestas automáticas… están vinculadas a lo que aprendimos en la edad en la que el niño comienza a entender e interpretar cómo es el mundo que le rodea.
Pero nuestro aprendizaje comienza incluso antes de nuestro nacimiento, desde el útero materno. Desde este momento la arquitectura de nuestro cerebro está configurada para adaptarse y aprender del entorno que nos rodea, y es así por pura supervivencia. Ya que, si no somos capaces de aprender y adaptarnos, tendremos pocas posibilidades de que nuestra experiencia vital llegue a buen puerto.
Por otro lado, existen multitud de investigaciones que relacionan una adecuada regulación emocional con el éxito en la vida. Así que, tener acceso a nuestro mundo emocional, poder identificar y expresarme adecuadamente en cada una de las situaciones es uno de los pasaportes para disfrutar de una vida plena.
Como hemos dicho, las emociones nacen con nosotros, son innatas, sin embargo, la regulación emocional se aprende y asimila en función de las relaciones tanto con nuestros cuidadores de referencia como con el entorno que nos rodea.
Pero, si es tan importante aprender que hacer con esas emociones que nacen en mí, que son innatas, que no puedo elegir ¿por qué nadie nos enseña como identificar, expresar y gestionar nuestro mundo emocional? Y sobre todo ¿Qué puedo hacer para empezar a educar con inteligencia emocional?
Veamos algunas recomendaciones para iniciarnos en la educación en inteligencia emocional
- FÓRMATE. Los humanos aprendemos por imitación de nuestros modelos de referencia y de las experiencias repetitivas vividas. Y es así como hemos aprendido a gestionar nuestras emociones y a expresarlas; de lo que hemos visto y de lo que hemos experimentado. Por lo tanto, es necesario que los padres tengan buena gestión emocional para poder orientar y acompañar a sus hijos.
- AYÚDALE A IDENTIFICAR EMOCIONES. Es habitual escuchar a un papá o mama decirle a su hijo (siempre con la mejor de las intenciones): -“¡No llores por eso, no es para tanto!” sin caer en la cuenta de que en nuestra genética está demostrar la tristeza desde el llanto, la alegría desde la sonrisa y el movimiento, el miedo desde la huida… y así cada una de las emociones que nacen en nosotros están ahí para ayudar a cuidarnos, a defendernos ante el peligro, etc. Por tanto, ayúdale a que identifique que está sintiendo, será el primer paso para la regulación. Podemos decirle: “Veo que estás triste...”
- VALIDA SUS EMOCIONES. Es importante que le trasmitamos que aquello que está sintiendo es normal, que no le pasa nada raro y sobre todo que no se está “portando mal”. Ya que las emociones y su manifestación física surgen de manera automática. Una emoción siempre conlleva una reacción física. Lo importante es identificarla bien, ponerle nombre y ofrecer alternativas de conducta más adecuada.
- ANÍMALE A BUSCAR ALTERNATIVAS DE COMPORTAMIENTO ADECUADAS. Recuerda que no podemos elegir qué sentimos ante determinadas situaciones. Pero lo importante es lo que podemos hacer con esas emociones. Es fundamental que acompañemos a nuestros hijos en la toma de decisiones y le ofrezcamos recursos para afrontar aquello que está sintiendo. Existen multitud de ejercicios que nos pueden ayudar a modificar una conducta desadaptativa.
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