

Al llegar el verano, si disfrutamos de algunos días de vacaciones con personas mayores, elegir el lugar donde pasarlas puede frenarnos a la hora de tomar la decisión. Pero, sin ninguna duda, salir de la rutina, aunque sea a la casa familiar del pueblo o a una segunda residencia, es imprescindible para mantener un buen estado de salud a nivel familiar. Este año, con la COVID-19, las vacaciones para mayores y pequeños se están planteando de manera un poco diferente: Muchos viajes previstos se han cancelado, se está priorizando en muchos casos el turismo nacional, algunos han optado por irse menos días, otros a las segundas residencias, y otros quedándose en casa. Todas las opciones sin duda son respetables, y lo importante es que manteniendo las medidas de seguridad, tratemos de que cubran nuestras necesidades y expectativas en la medida de lo posible.
Desde que comenzó la pandemia, hemos tenido claro que las personas mayores eran consideradas población de riesgo, de manera que hemos cuidado de ellas especialmente (ya hablamos hace unas semanas de las situación de los mayores en las residencias de ancianos en este post https://www.centrotap.es/2020/06/20/apoyo-psicologico-en-residencias-de-mayores/).
Son muchas las familias que han acompañado a sus seres queridos de más edad haciéndoles la compra, evitando que hicieran recados en la calle como ir al banco o a la farmacia… Con el periodo de vacaciones, muchas familias extensas han salido juntas a disfrutar de ellas. Y aquí la cuestión que se plantea es la del título de nuestro post: ¿Cómo cuidar de las vacaciones con los mayores sin dejar de cuidar de nosotros mismos?
La época de vacaciones suele plantearse como un momento de desconexión y disfrute, pero también un momento en el que convivimos con aquellos con los que en otras épocas del año nos vemos de manera puntual. Esto suele conllevar la necesidad de realizar ajustes, pararnos a identificar los gustos, necesidades o preferencias del resto, para hacer que la experiencia sea positiva para todos. En este verano de pandemia, tenemos como decimos el añadido de tener que contar con la vivencia a nivel emocional y a nivel médico que cada persona tiene, y en este sentido, los mayores con los que estemos de vacaciones. Aunque la situación a día de hoy no reviste la gravedad de hace unos meses donde los hospitales estaban colapsados, todos debemos continuar extremando las precauciones, por lo que es necesario seguir manteniendo las medidas de protección para evitar contagios.
Por lo tanto, ¿qué más podemos hacer para disfrutar al máximo posible de estas vacaciones en convivencia con mayores? Veamos unas claves de cómo hacerlo!
- Ajustar las expectativas: esto es algo que todos estamos entrenando de manera más o menos consciente desde que comenzó esta situación. Hemos aprendido a vivir con incertidumbre, y a entender que algunas actividades se tienen que adecuar o que de momento no podemos realizarlas. Por lo tanto, pararse a reflexionar y entender en qué pueden consistir nuestras vacaciones este verano no pensando sólo en la situación de pandemia sino también cómo la viven las personas con las que viajamos, será un buen ejercicio para paliar posibles frustraciones.
- Identificar nuestras necesidades: es importante entender que estas vacaciones pueden ser diferentes a las de años anteriores, y que en la medida en que sepamos detectar qué necesitamos, cómo queremos que sean las actividades, dónde, con qué personas… podremos cubrir de manera más ajustada nuestras necesidades para que la experiencia sea satisfactoria.
- Comunicarnos, expresar nuestras necesidades y poder así valorar cuáles son los planteamientos de cada uno: como decíamos, no todos estamos viviendo de la misma manera el momento que no está tocando vivir. Mientras que algunos están viviendo esto con relativa calma, otras personas se encuentras más asustadas, ansiosas o tristes por lo que está ocurriendo, por lo que entender las circunstancias de cada uno, tanto a nivel físico como a nivel emocional, tiene que ver necesariamente con hablar y escuchar las emociones y opiniones de todos.
- Empatizar, es decir, entender cómo está siendo para el otro esta etapa, ponerse en su lugar, si lo vive con miedo, con desasosiego, o con cierta normalidad, y ser flexibles, quizás plantearnos que este año podemos tratar de ajustarnos más a las necesidades del otro (siendo razonables) para que se sienta recogido y entendido.
- Distribuir los tiempos que podemos pasar juntos, y si es posible, establecer actividades por separado para que sintamos que este periodo de vacaciones cubre también nuestras necesidades. Porque cuidar de los mayores es importante, pero no tiene que convertirse en un completo sacrificio. Podemos plantear esta posibilidad y así tener la sensación de que compartimos algunas actividades, y aquellas en las que no coincidamos, que puedan llevarse a cabo por separado.
- Negociar los tiempos, las actividades, en definitiva, el cómo y el cuándo para evitar conflictos: Aunque en vacaciones relajamos la planificación, y disfrutamos de no tener unos horarios tan delimitados como en otras épocas del año, si podemos organizar actividades y tiempos tendremos una perspectiva más ajustada de lo que vamos a hacer y evitaremos los conflictos que puedan surgir “sobre la marcha” si estamos pensando qué hacer desde perspectivas diferentes
¡Esperamos que estas claves puedan seros de ayuda para que este verano también disfrutemos de unas buenas vacaciones en familia!