

Para poder acompañar a nuestros hijos e hijas en sus necesidades emocionales es importante que entendamos bien qué son los celos. Los celos son una emoción, de las llamadas secundarias, aquellas que se establecen en algunas sociedades y en otras no, como parte de la interacción social y emocional que establecemos en los contextos donde nos desarrollamos. En nuestra cultura los celos EXISTEN, por tanto, parte del empeño que las familias tenemos por «taparlos», «negarlos» o «apártalos» es una tarea ímproba con bajo resultado. Es importante por tanto que ayudemos a que nuestros hijos e hijas a identificarlos y a gestionarlos, para no obviarlos o banalizarlos como si no provocaran sufrimiento.
- Con la llegada de los nuevos miembros a la familia: hermanos biológicos, adoptivos, familias reconstituidas… Las familias buscamos desde la protección hacer que nuestros hijos e hijas no sufran los temidos celos, porque sabemos que provocan sufrimiento y desafección por el/la o los nuevos miembros. Identificamos que en el medio o largo plazo podemos ver altos niveles de competencia y estrés dentro de la unidad familiar. Así, para que esto no suceda, comenzamos a tratar a nuestros hijos e hijas desde la mayor de las igualdades.
- Aparentemente la idea de igualdad nos puede sonar especialmente bien, ya que buscamos no marcar diferencias entre ellos, pero ¿no son diferentes?, les decimos que son iguales y que les damos y educamos con los mismos parámetros, pero nuestros comportamientos como buenos educadores y educadoras van encaminados a cubrir las necesidades individuales de cada uno de ellos.
- Sabemos que NO son iguales, y que sus características diferenciadas hacen que debamos en muchos momentos educar desde la individualidad adaptativa. Nuestros hijos e hijas perciben estas diferencias, pero no en sí mismos (no ven que con ellos hacemos las mismas excepciones), sino en la comparativa con su hermano o hermana, y ahí estamos nosotros justificando la excepcionalidad de la situación cuando nos reclaman la igualdad que intentamos cultivar, de repente nos vemos haciendo entender a niños pequeños y no tan pequeños que esto lo hemos hecho así, pero que en realidad «os tratamos con absoluta igualdad».
Y si mantuviéramos coherencia entre lo que decimos y hacemos, y si explicamos a nuestros hijos e hijas que puesto que son personas diferentes tienen necesidades diferentes y que en cada momento trataréis de adaptaros a sus necesidades, demandas, deseos, personalidad y características.
Parece que bajo esta premisa de congruencia nuestra tarea educativa se cierne algo más sencilla, nuestros hijos e hijas van a identificar desde pronta edad que nos adaptaremos a sus cualidades sin luchas ni comparativas. Podríamos pensar que bajo este modelo educativo los celos no aparecerán, pero no es real, estamos inmerso en una sociedad y en una cultura determinada y como decíamos al principio de este post, en nuestra cultura la emoción de celos está presente, así que veamos cómo gestionarla:
- Ayuda a tu hijo y/o hija a IDENTIFICAR esta emoción. Cuando sentimos celos, la envidia nos invade, vemos características en los otros que en nosotros no somos capaces de valorarnos, pensamos que somos menos importantes o tenemos menos valor, nos sentimos menos queridos y apreciados, llegando a pensar que somos totalmente prescindibles. Trata de discriminar junto a el o ella qué ideas y qué otras emociones acompañan a sus celos, debe ver que aquello que siente es humano y que es gestionable.
- Un vez identificado, PON el foco en aquello que para tu hijo e hija sea importante, no trates de «inventar» su estado emocional, si es especialmente pequeño o pequeña, puedes ayudar a discriminarlo: «puede que estes sintiendo celos porque tengo al hermano en brazos», «quieres que te coja a ti en cuanto pueda», «cuando cojo a la hermana piensas que no quiero estar contigo»; a pesar que por falta de madurez no sepa respondernos con exactitud si podremos ver que hablar de manera abierta de ello le reconforta porque se siente atendido/a, siente que nos sincronizamos con sus necesidades aunque no podamos solucionar su demanda de manera inmediata. Aquí debemos empezar a verbalizar congruencias educativas: «me gustaría mucho cogerte ahora, pero no puedo, voy a seguir dando el pecho al hermano/a y cuando pueda te aviso para poder cogerte, me encanta hacerlo pero ahora el hermano/a tiene que comer. Puedes ponerte a nuestro lado y hacerle caricitas a sus pies, seguro que le gustará sentir que le mimas»
- Habla abiertamente de celos y envidias, poner nombre a lo sentimos lo hace gestionable, ayuda a tu hijo o hija a que te pida lo que necesita, no limites tu interacción con el o ella a hablar de su comportamiento celoso, atiende a su NECESIDAD, no a sus acciones por llamar vuestra atención. «Veo que puedes estar sintiendo celos, pero realmente me gustaría saber qué necesitas, en qué puedo ayudarte»
- Repite tantas veces haga falta que su hermano/a es diferente a el/ella, «sois personas diferentes y en la familia siempre os acompañaremos a cada uno con aquellos que necesitéis de manera diferente, a ti te gusta…. y a tu hermana…». Educar en la individualidad no hace que dejemos de ser equitativos, ecuánimes y equilibrados en crianza.
Como familia deberemos marcar nuestro patrón educativo y trabajar en la dirección elegida sabiendo que en momentos deberemos flexibilizar en una dirección u otra (dentro de nuestros márgenes). Construir desde aquí aportará a vuestros hijos e hijas identidad propia con un alto sentimiento de pertenencia a la unidad familiar.
Para finalizar queremos recoger algunos de los comportamientos y verbalizaciones que generación tras generación hemos escuchado, visto e incluso hemos podido llegar a hacer con nuestros hijos e hijas, y que desde Centro TAP aconsejamos que debemos evitar si queremos GESTIONAR de forma más adaptativa los celos entre hermanos/as:
- «Tu hermano/a es: un pequeñajo/a, no se entera de nada, es un cagón/a, sólo duerme y llora, tu y yo jugamos mejor sin él/ella, hoy nos vamos nosotros a hacer algo especial sin él/ella, yo contigo y el hermano/a con papá…» Este tipo de verbalizaciones y acciones afianzan en nuestros hijos/as sus celos, ya que con ellas no estamos desarrollando la interacción e integración con el nuevo miembro de la familia. Sin intencionalidad inhabilitamos al bebé o hermano/a creyendo que esta es la mejor fórmula para reducir los celos y diferencias de trato percibidas, pero sabemos que estas verbalizaciones no llevan a la tranquilidad y la calma en la unidad familiar.
Os invitamos a liberaros de las viejas herencias de gestión emocional y que podáis abrir la ventana al diálogo, la identificación y la aceptación de las diferencias como parte de nuestras características individuales.
Si quieres conocer más sobre este y otros temas relacionados con la crianza en Centro TAP desde nuestra nueva plataforma de CRIANZA ACTIVA @crianza_activa_centrotap (¡búscanos en redes sociales!), trabajamos para que las familias adquieran los recursos y herramientas necesarias para construir su autonomía en la crianza y que desarrollen su rol de padre y madre con mayor tranquilidad y seguridad.