

Una buena comunicación resulta un elemento indispensable para la creación de una estructura familiar funcional. La comunicación permite el desarrollo de lazos estrechos entre los miembros que componen la familia, haciendo que se sientan protegidos y apoyados, y facilita la resolución de conflictos efectiva, entre otros beneficios.
En resumen, la comunicación convierte a la familia en un sistema de protección para todos los miembros que la conforman.
Sin embargo, no siempre sabemos cómo comunicarnos de manera efectiva, y menos con los adolescentes.
¿Qué ocurre en la adolescencia?
En la adolescencia, el grupo de referencia del menor se modifica. La familia pasa a un segundo plano, y el grupo de iguales comienza a adquirir un papel protagonista en su vida. Surge la necesidad de diferenciarse del núcleo familiar para desarrollar su identidad propia, presentando un criterio divergente al de sus progenitores.
Es habitual que se sientan incomprendidos por el mundo adulto (muchas veces, no les falta razón…), y que reduzcan las veces que comparten sus confidencias con nosotros. Podemos percibirles herméticos, provocando que la conversación con ellos pierda fluidez.
Que los adolescentes se muestren más distantes y que quieran reservar una parcela de privacidad para sus amistades es natural, forma parte de su etapa evolutiva. Es normal que necesite su espacio. Y nosotros como adultos debemos respetarlo, entendiendo que presenta unas necesidades diferentes a las de la infancia.
No obstante, no se trata de resignarnos y permitir que se aísle completamente. Como adultos somos los responsables de mantener las vías de comunicación abiertas y disponibles, creando un ambiente de confianza que le anime al menor a expresarse libremente. Y para lograrlo necesitamos saber CÓMO comunicarnos con adolescentes.
¿Qué comportamientos y actitudes bloquean la comunicación con un adolescente?
- Invadir sus espacios personales, sin respetar sus tiempos
- Imponer o insistir con determinados temas de conversación, pues se sentirán presionados y se cerrarán en banda
- Juzgar sus sentimientos y acciones, e indicarles lo que deben hacer en cada momento
- Reprochar los errores que cometen (“Siempre estás igual, no aprendes”, “Ya te lo advertí”, etc.)
- Comunicación unidireccional
Las conocidas charlas o sermones no facilitan la comunicación, sino que la bloquean. Lejos de fomentar una conversación bidireccional con el menor, refuerzan su idea de que no los comprendemos.
¿Qué podemos hacer entonces? ¿Cómo fomentamos un estilo comunicativo más funcional?
- Respeta su privacidad y sus ritmos
A menudo no respetamos los tiempos y espacios que necesitan los adolescentes: les avasallamos a preguntas cuando están concentrados en algo, entramos en su habitación sin pedir permiso, etc.
Recuerda que es normal que el adolescente se muestre algo más distante. No resulta agradable, pero será algo transitorio si sabemos gestionarlo adecuadamente. Trata de buscar los momentos adecuados.
- Escucha activamente, con atención plena
Deja el móvil y demás distracciones, y esfuérzate por escuchar verdaderamente a tu hijo/a. En lugar de dar respuestas, dedícate a preguntar, indagar, conocer… Muestra interés por entender lo que te está contando.
- Acepta sus sentimientos, pensamientos… ¡Sin juzgar!
Cuando un adolescente decide abrirse, no es momento de lanzar flechas en forma de juicio u opinión. Por el contrario, es momento de valorar que haya confiado en ti. Empatiza y muéstrale que comprendes, aceptas y permites sus sentimientos y pensamientos.
“Vaya, entiendo que te haya dolido que tu amiga te diga eso, sé que es una persona muy importante para ti” en lugar de “Bueno cariño, no pasa nada. Seguro que mañana lo solucionáis y ya está” o “Ya te dije que esa chica no era una buena amiga”.
- Cuidado al dar tu opinión
Cuando ya le hayas escuchado, tal vez te apetezca ofrecerle tu punto de vista. Para ello, puedes preguntarle si quiere conocer tu opinión al respecto o indicar lo que tú harías si estuvieras en su situación (¡nunca lo que tiene que hacer él/ella!).
- Interésate por sus intereses
En lugar de imponer determinados temas de conversación, toma nota de las cosas que realmente le motivan a tu hijo/a, y muestra interés por ellas: pregúntale, pídele que te cuente, proponle alguna actividad relacionada…
- Cuéntale sobre ti, muéstrate humano/a
Es habitual que pretendamos mostrarnos como seres invulnerables ante nuestros hijos. No obstante, esta actitud favorece que nos sientan más distantes. Contarles algunas de nuestras dificultades, miedos o errores, hace que nos perciban más cercanos, accesibles y humanos.
- Conecta con tu “yo adolescente”
Volver a nuestro “yo adolescente” resulta un ejercicio sumamente útil cuando convivimos con adolescentes. Recordar cómo éramos, qué necesitábamos y cómo queríamos que nos acompañaran nuestros padres, te ayudará a empatizar con tu hijo/a y a conectar con tu ideal de p/maternidad.
La adolescencia es una etapa en la que necesitan que nosotros ajustemos nuestro rol con ellos. Necesitan que seamos capaces de acompañarlos sin invadir, de permitir que despeguen y se desliguen de nosotros, y de transmitirles la seguridad que probablemente a ellos les falta para tomar sus propias decisiones, de manera que puedan ir labrando su propio camino.