

Para poder tener un buen ajuste en la crianza, los papás y las mamás necesitamos conocer muy bien a nuestros hijos e hijas
“Mi hijo es un niño muy movido”, “Puf, no sé qué hacer con Daniela: es muy tímida, le cuesta soltarse en los primeros contactos”, “Es tan sensible, todo le afecta más que a otros niños de su edad”, “No sé de dónde le viene esta terquedad, en casa no somos así”, “¡Cómo se rebela! este niño tiene mucho carácter…”, “¡No se entretiene con nada!”…
Muchos papás y mamás pueden reconocerse en frases como éstas. Incluso algunos llegan a confesar que anhelaban a ese bebé “fácil”, que no llora, que come bien, duerme, sonríe, no extraña… y que siendo mayor, se relaciona bien con el entorno, obedece, colabora, etc.
Aunque con aspectos comunes, cada ser humano, y por tanto cada niño -y dentro de nuestro hogar cada hijo- es diferente. En ocasiones a las familias les toca observar con estupor, que pese a los esfuerzos que ponen en ello, no “consiguen” variar algunos aspectos del carácter de sus hijos. Y es que quizás no estamos ante un comportamiento, sino ante variables relacionadas con su temperamento, esas que precisamente les hacen ser quienes son, ÚNICOS.
Pero vayamos por partes… Tenemos que partir de la idea de que no hay bebés o niños “buenos” o “malos”, pero los padres pueden identificar a su hijo/a como un niño/a difícil, por las características que presenta que difieren del modelo de hijo deseado (que suponemos, facilita la labor de la crianza). La singularidad del niño implica que cada uno procese la información interna (emociones) y del entorno de manera única, lo que conforma su temperamento.
Stella Chase y Alexander Thomas, especialistas en el campo del desarrollo infantil, realizaron un estudio longitudinal del que se extrajeron los 9 aspectos del temperamento de los niños que vamos a señalar a continuación:
- Nivel de actividad: proporción de periodos activos e inactivos, de manera que hay niños que pueden permanecer todo el tiempo de la cena sentados en la silla, mientras que otros requieren levantarse en varias ocasiones
- Ritmicidad: hace referencia a lo predecible o impredecible de ciertas funciones biológicas como el sueño, el hambre o las evacuaciones. Así podemos encontrarnos con bebés que siempre se echan las siestas a la misma hora, y de la misma duración, mientras que otros pueden tener siestas de media hora hoy, y dos horas mañana…
- Respuesta inicial de aproximación o alejamiento: hace referencia a la manera en que nuestro/a hijo/a responde a una nueva situación o estímulo. Así puede haber niños muy dispuestos a probar nuevos alimentos, mientras que otros muestran rechazo o asco, llegando a escupir la comida o cerrando con firmeza la boca.
- Adaptabilidad: describe la reacción del niño/a ante una nueva situación a lo largo del tiempo, es decir, la capacidad de adaptarse y cambiar. Así, ese mismo niño que inicialmente rechaza la comida, con el paso del tiempo puede terminar por aceptarla y gustarle después de probarlo varias veces. Otro ejemplo sería el niño con alta adaptabilidad que puede dormir en su carrito en un concierto, mientras que otro no duerme si no es en su habitación y en silencio.
- Umbral de respuesta: hace referencia a la sensibilidad sensorial del menor. De manera que mientras que algunos niños no se despiertan ante el mayor estruendo, otros con un ligero ruido se activan. O mientras que algunos niños se pueden revolcar en la arena de la playa, otros muestran reticencias e incluso una respuesta de desagrado o miedo ante este mismo estímulo.
- Calidad del estado de ánimo: Mientras que algunos niños muestran con facilidad emociones positivas como respuesta a los estímulos del entorno, otros lloran con facilidad, no sonríen en gran medida, o se muestran menos alegres.
- Intensidad de la reacción: se refiere a la intensidad de la reacción de las respuestas emocionales. Así hay niños que ríen a carcajadas, mientras que otros sonríen de manera menos abierta, o mientras que unos muestran rabietas muy floridas, otros apenas reaccionan cuando las cosas no son como querrían.
- Distracción: Se refiere a la capacidad del menor de mantenerse fijo en una tarea. Haría referencia a lo que podría definirse en algunos niños como “distraerse con el vuelo de una mosca”, frente a la capacidad de otros de mantenerse fijos en una actividad sin que nada que ocurra fuera les distraiga. Lo importante en este sentido sería además valorar, la capacidad que tiene el pequeño de redirigirse si presenta facilidad de distracción.
- Capacidad de atención y persistencia: relacionada con la anterior, la persistencia es la disposición de mantenerse en la tarea pese a los obstáculos, y la atención es la capacidad de dedicarle tiempo a la tarea sin interrupción. Así, mientras que algunos niños pueden permanecer media hora jugando con una caja de cartón, otros en esa misma media hora, pueden haber jugado con 5 juguetes distintos y haber vaciado todos los cajones de su habitación.
El temperamento, por tanto, seria ese conjunto de características que contribuyen a la construcción de las personalidades individuales, lo que es ese “ser único” de cada niño o niña. Y pese a que muchos investigadores consideran estos rasgos del temperamento como algo innato, como si el bebé naciera programado así, sin duda, como muestra la epigenética, los cuidadores principales del menor pueden producir un fuerte efecto sobre esta predisposición de manera que estos rasgos pueden matizarse.
Ser conocedores del temperamento de nuestro /a hijo/a, resultará de gran importancia en la crianza ya que:
- Entender que es innato, con lo que viene programado, facilita que consideremos a nuestro hijo/a como ese ser único, a quien debemos facilitar el desarrollo, no condicionarlo o cambiarlo
- Permite ajustar expectativas, y además, entender el tipo de respuesta más habitual de nuestro hijo/a nos llevará al respeto al menor y sus necesidades en base a sus características individuales
- Contribuye positivamente de cara a diferenciar si estamos ante una característica de su temperamento, o ante un problema de conducta
- Facilita predecir lo que puede ocurrir en el día a día en función del temperamento de nuestro hijo o hija, y abordar la situación con mejores estrategias de manejo desde el conocimiento que tenemos de él o ella.
- Posibilita la aceptación de nuestro hijo o hija como es, y desmitifica la idea del hijo “perfecto”, porque cada variable de su temperamento puede mostrar ventajas y desventajas
- Permite entender, por tanto, que las características de su temperamento en sí mismas no son ni buenas ni malas, pero que la manera en que padres y madres lo afrontemos puede facilitar que se relacione adecuadamente con su entorno, o que muestre desadaptación si le hacemos sentir que ser como es, no es correcto
- Facilita que le acompañemos en la consecución de la felicidad, remando a favor de sus características, acompañando en su modulación, no yendo en contra de ellas
- Contribuye a que padres y madres disfruten más de la crianza precisamente por estar en clave de aceptación de nuestros/as hijos/as y en un mejor ajuste de nuestro rol
- Contribuye a un mejor clima emocional en la familia
Os animamos por tanto a que analicéis el temperamento de vuestros hijos e hijas porque sin duda, será un gran facilitador en la crianza, que permitirá un mejor ajuste familiar. Y si necesitáis claves de manejo, no dudéis en consultar con nuestro equipo de Infanto-juvenil.