

En un post anterior del blog, adelantamos seis claves que, sin ser soluciones mágicas, podían contribuir a cultivar una sana relación de pareja. En esta ocasión, os proponemos cinco pautas más que pueden favorecer una buena convivencia en pareja.
Recuerda que formáis un equipo
Pregúntate: ¿Qué significa para ti ceder en una negociación o pedir perdón tras una discusión? ¿Sientes que estás perdiendo una batalla?
A veces, cuando nos enquistamos en algún conflicto, tendemos a enfocar la resolución desde la necesidad de ganar la partida, de llevar razón. En estos momentos, solemos olvidar que las parejas funcionan como un equipo, y no como rivales, y que ambos miembros deben cooperar, remar en una misma dirección para construir un proyecto de bienestar y una proyección hacia un futuro conjunto.
Así, cuando cedemos en una negociación o pedimos perdón si fallamos (nadie es infalible) o si la otra persona se siente mal ante nuestras conductas, no debemos hacerlo desde la derrota o la sensación de que el único beneficiado es el otro. Tener en cuenta al otro en nuestra toma de decisiones es imprescindible en pareja. Y se debe disfrutar de esa elección libre que se toma, porque favorecer el bienestar del otro también reporta satisfacción personal, ya que estamos contribuyendo al bienestar del equipo.
Si siento que yo pierdo y el otro gana, es muy probable que no disfrute de la actividad pactada, que sienta malestar ante la decisión tomada o que aparezcan reproches hacia la pareja. Pero, ojo, esto debe ser mutuo: se trata de mantener un sentimiento de trato justo dentro de la pareja.
Deja la lectura de la mente para los superhéroes
A veces creemos que, si la otra persona nos quiere de verdad, debería conocernos bien, saber cuáles son nuestros gustos y, especialmente, cuáles son nuestras necesidades. Pero, si las personas no llegamos a conocernos a nosotras mismas durante toda la vida, quizá le pedimos una tarea imposible a los demás. Tal vez, para ti pueda ser evidente que, si no te gusta el picante, la invitación de tu pareja a un restaurante mexicano no sea la mejor opción; pero es posible que tu pareja no haya reparado en ello, ya que cada persona tiene distintas necesidades, opiniones, gustos y valores con los que medir y enfrentarse al mundo.
No olvides que las personas no tenemos superpoderes, por lo que leer la mente de nuestra pareja está fuera de nuestro alcance. Así que, cuando necesites, pide. No tengas miedo a expresar tu deseo directamente, si tu pareja no está conforme siempre podrá decírtelo, pero si usas indirectas es posible que no las entienda, y ninguno de los dos quede satisfecho.
Antes de comunicar, ¡piensa!
Antes de decir algo, para y pregúntate ¿para qué? ¿De qué me sirve expresar esto? ¿Merece la pena? ¿Va a ayudar a mejorar algún aspecto de la relación o a solucionar un problema? ¿Qué me aporta a mí? ¿Y a mi pareja? Se trata de calibrar las consecuencias de la comunicación y asegurarnos de que las ventajas serán mayores que los costes y de que podemos comunicarnos para maximizar esos beneficios y disminuir esos costes. Expresar como nos sentimos, hacerlo desde la calma emocional, referirnos a conductas concretas y no convertirlo en una crítica general a la persona o proponer alternativas, pueden ser pequeñas pautas para conseguirlo.
Aceptar al otro
Quizá nos gustaría que nuestra pareja fuese más puntual cuando acordamos una cita con ella pero, por mucho que se lo pidamos, no vemos ningún cambio. Esto puede generarnos mucho malestar si es algo que para nosotros es importante. Sin embargo, quizá nuestra pareja sea impuntual con todo el mundo, y no sólo con nosotros, y convertirla en una persona puntual puede ser un objetivo muy difícil de alcanzar. Así, es posible que sea necesario aceptar que esto es algo que caracteriza la forma de comportarse de nuestra pareja y que, aunque no nos guste, asumirlo pueda ser más productivo que enrocarse en continuas discusiones para intentar que cambie. Quizá sea mejor centrar nuestras energías en ver como puede ser menos conflictivo o afectar menos a la relación.
Esto no es incompatible con poder adaptarse a las necesidades de la pareja o realizar cambios cuando se piden (especialmente cuando el coste es bajo): Si para uno es importante ducharse antes de cenar, quizá se pueda retrasar la cena media hora para facilitárselo. Se trata de ser flexible en aquellas pequeñas costumbres de convivencia que puedan hacer sentir al otro más cómodo. Este proceso de adaptación forma parte de la cooperación como equipo.
No compares el escaparate con la trastienda
Cada pareja es distinta y todas atraviesan por dificultades, mejor o peor resueltas. En nuestro día a día es frecuente que hablemos sobre nuestras parejas, y puede ser una gran tentación comparar nuestra relación con las de nuestro entorno; comparación de la cual podemos salir mal parados y con un sentimiento de enorme insatisfacción hacia nuestra relación.
Sin embargo, cuando vemos u oímos hablar de una pareja, sólo estamos viendo su reluciente escaparate, con los aspectos más cuidados de la relación al descubierto, pero no tenemos acceso a su trastienda. Nosotros, en cambio, conocemos nuestra tienda entera, podemos ver también nuestro bonito escaparate, pero es más probable que centremos la atención en la trastienda, llena de cajas, polvo y desorden. No debemos caer en la trampa de creer que lo que estamos percibiendo en las parejas que nos rodean es la tienda en su totalidad.
El equipo de Centro TAP especialistas en pareja os podremos ayudar en todo aquello que necesitéis, contadnos vuestras dificultades y buscaremos los recursos para la gestión.