En los últimos años la frecuencia con la que nos desplazamos a otros lugares con el único objetivo de descansar, explorar o conocer nuevos horizontes ha aumentado considerablemente.
Las nuevas tecnologías, la innovación en los medios de transporte y la gran variedad de oferta hacen que viajar, haya dejado de ser un lujo, solo posible para unos pocos, y que cada vez esté al alcance de cualquiera.
El hecho de que las fronteras parezcan estar más cerca y que cualquier destino sea valorado como posibilidad en nuestras próximas vacaciones tiene múltiples beneficios; pero no hace falta irse muy lejos para disfrutar de los efectos psicológicos positivos que tiene el desplazarse a otro lugar, aunque sea por corto periodo de tiempo.
BENEFICIOS PSICOLÓGICOS DE VIAJAR
- El parar de vez en cuando de nuestra rutina diaria, cambiar el patrón y desconectar del estrés del día a día, funciona como una “recarga de pilas” para comenzar de nuevo. Un alto en el camino para retomar e incluso valorar la posibilidad de ciertos cambios. A nivel psicológico relaja y sirve como desactivación, esencial para continuar con el rendimiento y la motivación necesaria en nuestros quehaceres.
- Viajar, nos ofrece un cambio de perspectiva. El conocer otras culturas, costumbres o tradiciones, nos convierte en personas flexibles, con mayor facilidad de adaptación. Disminuye prejuicios y facilita el ponerse en el lugar de otras personas, ampliando nuestra capacidad de comprensión y entendimiento y por tanto disminuyendo la frecuencia y posibilidad de conflictos, tanto con otros, como con uno mismo.
- Salir de lo conocido y explorar otros mundos, puede suponer un cambio de prioridades. A veces entendemos que hay otras cosas que nos resultan más importantes y que sencillamente no habíamos barajado como opción. Salir de esa rigidez y convencimiento, nos puede llevar incluso a cuestionarnos si de verdad lo que hago es lo mejor, o si aquello a lo que estoy acostumbrado necesariamente es lo que me hace feliz.
- Los cambios de perspectiva también pueden ayudar a valorar aquello con lo que cuento día a día y experimentar una emoción de gratitud, vivenciando así emociones agradables que tan importantes son y tanto pasan desapercibidas.
- Conocerte mejor. La monotonía y la automaticidad de la rutina hace que no nos demos cuenta de manías, costumbres, patrones o gustos que seguimos casi a rajatabla. Al salir de ella descubrimos necesidades que quizás no habíamos percatado. También nos ayuda como conocimiento personal en cuanto a tolerancia, paciencia, incluso riesgo que estoy dispuesto a asumir.
- Viajar aumenta la frecuencia de emociones agradables. Está demostrado que estas, abren nuestra conciencia, cambian nuestra percepción del mundo. Esto hace que podamos ver más posibilidades y que seamos más creativos. Tan sólo la ilusión de un viaje, o la alegría de la novedad facilitan que experimentemos grandes beneficios a nivel cognitivo.
- El hecho de viajar afianza relaciones. Si vas acompañado se comparten nuevas experiencias, se exploran nuevos elementos juntos y da la oportunidad de mantener conversaciones que de otra manera no serían posibles. Por otro lado, viajando solo, amplias tus habilidades sociales y de comunicación, te defines como una persona más abierta y por tanto más social.
- Viajar, hace posible que te enfrentes a miedos o a incertidumbres que tan solo exponiéndote consigues superar o tan solo entender. Y lo más importante, aprendes a encontrar interés en lo desconocido.
Viajamos para cambiar, no de lugar, sino de ideas.
Hipólito Taine