

La labor de la crianza es una tarea especialmente bonita a la vez que compleja, disfrutando del crecimiento de nuestro hijo o hija nos podemos encontrar con determinadas dificultades a las que no sabemos cómo responder y esto nos genera un malestar que, añadido a las demandas del menor, puede llegar a producirnos consecuencias a nivel emocional.
Las diferentes etapas evolutivas por las que van pasando nuestros hijos e hijas van marcando aquellos hitos a conseguir según su desarrollo madurativo, estos cambios se van produciendo cada poco tiempo, lo que requiere, por nuestra parte, una continua adaptación al crecimiento de nuestros menores y al cumplimiento de sus necesidades. Cuando nos acostumbramos a las habilidades ya conseguidas por nuestro/a hijo/a en un determinado momento evolutivo y nos acomodamos, éstas vuelven a cambiar, provocando de nuevo una modificación de nuestros hábitos.
El continuo cambio, la adaptación a las demandas de nuestros menores según su etapa, la atención constante a sus necesidades… pueden llegar a provocar agotamiento emocional, generando en nosotros como padres un sentimiento de incapacidad ante la situación de crianza en la que nos encontramos con nuestro hijo o hija.
En el ámbito de la psicología, fue en el año 2015 cuando se comenzó a asociar el agotamiento emocional durante la crianza con una nueva terminología, el síndrome de burnout parental, haciendo referencia precisamente a esos altos niveles de estrés a los que se exponen padres y madres. Sin embargo, no fue hasta 2018, por la Universidad Louvain de Francia, cuando se realizó una escala que pudiera medir los parámetros relacionados con el agotamiento emocional en los progenitores, permitiendo concretar los síntomas que definen este síndrome.
Las características del síndrome de burnout parental según la investigación realizada por la Universidad de Louvain son:
- Sentir un agotamiento excesivo relacionado con los temas de crianza, a nivel cognitivo, físico y/o emocional
- Distanciamiento emocional de los/as hijos/as, perdiendo interés o atención hacia las experiencias y las emociones de los/as menores
- Pérdida de placer en la crianza, falta de sentimiento de disfrute en las diferentes interacciones con los/as hijos/as
- Sensación de contraste entre el tipo de progenitor que era anteriormente y en el que se han convertido.
Es importante destacar que no todos los progenitores que presentan algunos de estos síntomas sufren el síndrome de burnout parental, ya que para que sea considerado como tal tienen que estar presentes todas estas afectaciones provocando un estrés excesivo por no contar con los recursos suficientes para compensarlo, ya sean personales, contextuales, económicos o sociales, y encontrarse mantenidas en el tiempo. Tras una larga duración de estos síntomas puede aparecer negligencia personal, daño o sentimientos de huida/escape o dificultades en la relación de pareja.
Según el estudio realizado por la Universidad de Louvain, en torno a un 14% de los padres y madres presentan este síndrome.
¿Cómo podemos evitar tener estos sentimientos respecto a la crianza de nuestros hijos? ¿qué podemos tener en cuenta para prevenir el agotamiento parental?
- Forma equipo con tu pareja. Los resultados serán más satisfactorios si los menores reciben el mismo tipo de crianza por ambos progenitores, para nuestros/as hijos/as es importante que la información recibida por cada uno de los padres vaya dirigida hacia el mismo camino.
- Turnarse con tu pareja. Cada miembro debe encontrar también momentos para desconectar y realizar actividades que le gusten, dedicadas a su propio autocuidado.
- Busca una red de apoyo. Hablar con otros padres y madres con los que poder compartir los problemas que surgen en el día a día en la crianza, facilitará el darnos cuenta de que no estamos solos.
- No pretender tener todo bajo control. También somos humanos, podemos cometer errores y eso no quiere decir que seamos los peores padres del mundo.
- Compartir tiempo de calidad con nuestros/as hijos/as. Encontrar actividades que podamos hacer con ellos/as donde disfrutemos de momentos divertidos juntos.
- Crear una organización y rutinas negociadas con nuestros hijos. Facilitará mayores sentimientos positivos en ellos, viéndose involucrados en la toma de decisiones.
- Valorar sus méritos. Recompensar su buena conducta cuando han llevado a cabo sus obligaciones hará que se impliquen aún más en sus responsabilidades y deberes.
Ante cualquier dificultad en la crianza, en Centro TAP contamos con una plataforma de CRIANZA ACTIVA y un equipo de psicólogas con especialización infanto-juvenil, donde podremos ayudaros con claves de manejo emocional y de comunicación, para que tengáis la tranquilidad de estar haciendo lo mejor para vuestros hijos e hijas.
“La educación en positivo deja de serlo cuando no es positiva para los padres” Álvaro Bilbao