

Muchos son los aspectos de podemos tener en cuenta al hablar de la diversidad sexual. Queremos acompañaros para daros algunas claves acerca de las distintas realidades sexuales, que son tan diversas como lo es el ser humano, para aproximaros a ellas y que conozcáis cómo las reivindicamos y entendemos desde la sexología.
Es esencial comenzar recordando que los seres humanos somos seres sexuados ¿Qué quiere decir esto? Que las personas nos construimos a través de un proceso de sexuación, que dura toda la vida, y que, como resultado de la combinación de muchos elementos (desde los cromosomas a las hormonas, pasando por las experiencias tempranas y tardías), nos conforma como individuos sexuados diferentes y diversos, con una sexualidad y una identidad singular.
Sexo genital
Cuando se habla de sexo masculino o femenino se está haciendo referencia a una categoría binaria. La inclusión en una u otra se hace en base al aspecto de los genitales tras el nacimiento. En función de si los genitales se parecen más a un pene o a una vagina, se etiquetará al bebé como niño o niña.
Sin embargo, aunque se produzca esta categorización en hombre o mujer (macho o hembra), los genitales no determinan la identidad de una persona (como tampoco lo hacen los cromosomas o los niveles hormonales). Los genitales son una parte más del cuerpo (con toda la variación en formas, tamaños, colores, etc. que puede tener cualquier otra parte de nuestro físico, como las orejas, los pies o los ojos), que no aportan información sobre la identidad de una persona ni, por supuesto, la definen.
Identidad de género
Por otro lado, la identidad hace referencia a cómo nos construimos cada uno a través de este proceso de sexuación; cómo me pienso e identifico, cómo me vivo y me siento. Se trata de una vivencia interna del género que vertebra nuestra existencia. Esta identidad puede coincidir con el sexo asignado en el nacimiento, hablamos entonces de personas cis, o puede no hacerlo, como es el caso de las personas trans.
La identidad se percibe desde una edad muy temprana. Entorno a los 2-4 años, los niños ya pueden categorizarse según su identidad y en torno a los 5-7 ya la perciben como algo estable. La identidad de género no se modifica, sino que se descubre. Son las formas de expresar esta identidad las que pueden cambiar.
Así, la identidad puede ser tan variada como lo somos las personas y no tiene por qué ajustarse a las categorías binarias que tienden a establecerse cuando se habla del sexo. Las personas pueden identificarse como hombres, como mujeres, como personas no binarias, etc.
Así, la identidad trans es la de aquellas personas cuya manera de expresarse, presentarse y estar en el mundo, la propia forma de etiquetarse como hombre, mujer, o como personas no binarias, difiere del sexo con el que se las etiquetó al nacer. Es decir, existe una diferencia entre cómo me etiqueto yo, quién soy, y cómo me han etiquetado los demás a partir del aspecto de los genitales.
Roles y expresión de género
Los roles de género son patrones de comportamiento, símbolos, valores, etc. que, dentro de un contexto cultural e histórico determinado, se consideran como propios del sexo masculino o femenino.
Con base a estos roles, los niños y las niñas, mientras crecen, configuran su expresión de género; es decir, cómo muestran su género a través de sus comportamientos, sus emociones, su aspecto físico, etc. Existe una gran diversidad de género que puede no alinearse con las construcciones sociales asociadas a cada sexo.
De esta manera, no hay unos comportamientos inherentemente propios de hombres y mujeres, por lo que la forma de comportarnos tampoco define nuestra identidad ni nuestra orientación sexual. La expresión del género, por tanto, no dice nada sobre nuestra identidad como mujeres u hombres; solamente habla de cómo expresamos quienes somos. Así, habrá hombres que lloren y mujeres que se guarden para si sus sentimientos; así, habrá niños que jueguen con muñecas y niñas que jueguen al futbol.
Orientación del deseo
La orientación sexual (u orientación del deseo) es una tendencia interna que determina hacia quiénes nos sentimos atraídos, qué y a quiénes deseamos, y de quién nos enamoramos. Esto puede ocurrir personas del mismo sexo, de distinto sexo o hacia todos ellos.
La orientación, al igual que la identidad, no puede modificase ni elegirse. Es decir, no es algo que aprendamos y no es algo que podamos cambiar. ¡La identidad y la orientación se descubren!
Como ocurre con la identidad, tampoco la orientación está relacionada con la expresión de género. Que nuestro comportamiento se acerque más al que socialmente se atribuye al otro sexo, no significa que nos definamos como una persona del otro sexo ni que nos sintamos atraídos hacia el propio. Por ejemplo, que un chico se exprese estéticamente vistiendo faldas no significa que se identifique como una mujer trans ni que desee o se enamore de hombres.
La diversidad sexual es mucho más compleja de lo que podemos abarcar en un post, pero esperamos que estas claves sobre los términos básicos más habituales os hayan servido de ayuda para situar algunos de los aspectos que nos incumben a todos como sujetos sexuados: todos tenemos una identidad, todos tenemos una forma propia de expresar nuestro género y todos tenemos una orientación del deseo.
Más adelante, en un próximo post, abordaremos algunas claves que esperamos que sean de utilidad para aquellas familias que deseen acompañar a los y las menores en la exploración de su sexualidad desde el bienestar y el crecimiento. Nuestro equipo de especializado en sexualidad podrá acompañaros en todo aquello que necesitéis.