

Uno de los aspectos más afectados tras vivir una situación traumática, es sin duda el ámbito emocional. El ser humano tiene una serie de mecanismos para protegerse de los peligros y lo mismo ocurre en este ámbito. Las primeras consecuencias o síntomas que experimentamos tras un suceso traumático tienen que ver con los mecanismos de supervivencia ante una situación potencialmente peligrosa o dañina.
Es por esto, por lo que en algunos casos nuestros músculos se tensan y nos permiten correr o luchar con más eficacia, nuestra mente piensa de manera más rápida para no perder tiempo y actuar de manera más veloz. En el ámbito emocional, en muchas ocasiones durante el suceso, la persona no conecta totalmente con lo que esta experimentando porque de hacerlo posiblemente no seria capaz de afrontar de manera “eficaz” ese peligro. Es entonces unas horas, semanas o incluso meses después cuando empieza a sentir las emociones que están asociadas.
- Es importante tener en cuenta que las emociones deben estar libres de juicio o valoración, ya que en realidad son pequeñas alarmas que saltan para avisarnos de algunos aspectos externos o internos que se están viendo afectados. Es decir, las emociones cumplen una función y para poder manejarlas es necesario poder descubrir el mensaje que nos quieren entregar.
- Para una buena regulación emocional, el primer paso será identificar que algo ha cambiado en nuestro interior, ha aparecido una emoción. Normalmente este cambio subjetivo e interno, viene acompañado de una sensación corporal (tensión en la garganta, malestar en el estómago, dolor de cuello o de espalda…). A medida que prestamos atención a todos estos cambios, nos será más fácil etiquetar o poner nombre a la emoción que estamos experimentando. El siguiente paso puede parecer poco relevante y sin embargo es uno de los más importantes. Consiste en validar lo que sentimos, o lo que es lo mismo, darnos permiso para sentir lo que sentimos. Muchas veces como la emoción nos esta causando malestar y nos queremos deshacer de ella, pueden aparecer mensajes del tipo “no debería sentirme así”, “es una tontería”, “soy un/a tonta por sentir esto”. Ahora imagínate que un amigo te esta contando algo importante para él y cómo se está sintiendo, ¿cómo actuarias? Lo más probable es que lo primero que harías seria escuchar lo que le pasa y trasmitirle que estás ahí, ¿verdad? ¿Cómo crees que se sentirá tu amigo si en vez de hacer eso no le dejas hablar o criticas cómo se está sintiendo? Pues es lo que muchas veces hacemos con nosotros mismos. El siguiente paso ahora sí, será analizar lo ocurrido y en definitiva averiguar el mensaje que nos esta intentando transmitir la emoción. ¿Cuáles son los mensajes que nos suelen mandar estas emociones?, estos son algunos ejemplos:
-Ansiedad: “está pasando algo peligroso o difícil, ¡actúa!”
-Miedo: “¡ten cuidado y protégete!”
-Vergüenza: “parece que estás haciendo algo poco adecuado, puedes estar dando mala imagen”
-Tristeza: “esa persona/situación es importante para mí y ya no está”
-Rabia: “alguien/algo me está tratando de forma injusta y perjudicial”
- Cuando hemos conseguido realizar este proceso, podremos actuar de la manera más adecuada según nuestras necesidades y la situación a la que nos enfrentamos.
- Normalmente esto lo hacemos automáticamente, sin embargo, algunas veces la emoción se mantiene en el tiempo y nos puede costar mucho gestionarla. Esto ocurre muchas veces tras sufrir una situación traumática. En estas ocasiones, suelen aparecer en un primer momento emociones como la ansiedad o el miedo, pero también es frecuente a medio y largo plazo otras como la culpa, vergüenza, tristeza o rabia
Esto ocurre porque en un primer momento las emociones suelen estar vinculadas más directamente a la situación traumática y ante la magnitud y el impacto en michas ocasiones se almacena o cronifica todo ese dolor pendiente de sanar y “recolocar” en nuestra mente. Es en ese momento cuando nuestra mente intenta buscar una explicación o sentido a lo ocurrido, y a pesar de lo doloroso que puede llegar a ser, realizamos juicios erróneos culpándonos y avergonzándonos por lo ocurrido (“debería haber hecho …”, “tendría que haberme dado cuenta de …”). También podemos buscar explicaciones o implicaciones con lo externo (nuestro entorno y/o la sociedad) y se desarrollan las emociones de rabia o tristeza (“no puedo fiarme de nadie”, “la gente es mala”).
Cuando estas emociones se mantienen en el tiempo generan mucho malestar en las personas y causan un impacto en sus vidas llegando en interferir en el día a día (relación con los demás, desempeño laboral/académico, salud general, etc.). Es importante que, en estos casos, la persona busque ayuda profesional para poder elaborar esas consecuencias traumáticas y así poder continuar con su vida de una manera más adaptativa y con mayor bienestar. En Centro TAP estaremos encantadas de ayudarte en este proceso.