

Las expectativas forman parte de lo que nuestra mente elabora como forma de prepararse ante una situación que prevemos que va a ocurrir. Cuando además estas situaciones se repiten de manera periódica, se convierten en estructuras de pensamiento más rígidas acerca de lo que creemos que debe ocurrir.
- En el caso de las Navidades, es una época del año en la que periódicamente solemos cambiar nuestra rutina, permitiéndonos dedicar el tiempo al contacto social, el descanso y la realización de actividades agradables. Es un momento en el que tradicionalmente solemos tener encuentros familiares y en muchas ocasiones vienen acompañadas de unos días de descanso o vacaciones. Además, coincide con el final y principio del año, con lo que solemos hacer balance de lo ocurrido y de lo que queremos para el futuro.
- Muchas veces podemos idealizar esta época y con ello crear unas expectativas desajustadas de lo que nos espera. Pasa algo parecido, cuando idealizamos y cargamos de expectativas la llegada del fin de semana. Cuanto mayor es la sensación de restricción y sacrificio durante la época de trabajo, mayor puede ser la necesidad de disfrutar y por tanto ponemos más expectativas en ese periodo.
- Además, otra variable que alimenta esta idealización tiene que ver con la imagen transmitida en anuncios como películas y series. Muchas veces obedecen al concepto idealizado de la Navidad que cuando contrasta con la realidad, ésta parece mucho más pobre. Con la importancia actual de las redes sociales, se refuerza esta visión y de lo que “se debe” disfrutar. Esto ocurre con casi cualquier concepto relacionado con el bienestar (amor, amistad, familia, etc.), ya que los medios de comunicación en general solo suelen mostrar el lado amable de ese concepto, pero no el resto de los elementos que lo componen y su complejidad.
Sin embargo, para otras personas la visión de la Navidad puede ser muy diferente: compras compulsivas, encuentros familiares no deseados o con familiares ausentes, etc. Todo esto puede generar mucha tristeza y malestar. Entonces…
¿Cómo podemos manejar nuestras expectativas y por tanto afrontar estas fechas con mayor bienestar?
- Por un lado, es importante tener en cuenta que cuando nos enfrentamos a cualquier cambio o evento importante en nuestra vida, necesitamos hacernos una idea de lo que va a ocurrir. Es inevitable que en nuestra cabeza se formen una serie de expectativas de lo que esperamos de estas fechas. Si las expectativas están desajustadas por ser demasiado exigentes, es muy fácil que fracasemos en el intento de cumplirlas y nos sintamos decepcionados. Estaríamos más centrados en tachar todos los elementos que supuestamente debemos cumplir que en vivir aquellas experiencias centrándonos en el presente para permitirnos disfrutar verdaderamente de ellas.
- Por otro lado, sería bueno cuestionarnos si ese listado de actividades o características (las expectativas) son realistas y si encajan con nuestros gustos, personalidad y necesidades. Ajustar de manera adecuada las expectativas, dejando siempre una parte al azar o a la improvisación, serán los elementos más interesantes para que podamos disfrutar de estas fechas.
- Permítete escucharte y descubrir cuales son tus necesidades y cuestiónate hasta qué punto debes cumplir con esas ideas rígidas.
- No olvides de que también tienes derecho a expresar y vivir tus emociones libremente. Por ejemplo, puedes no sentir el espíritu navideño y no por eso no disfrutar de los encuentros con familiares y amigos, puedes también decir que no a alguna propuesta o tradición si no encaja con lo que en ese momento necesitas.
En definitiva, que estas fechas sean una oportunidad para conectar contigo mismo y que contribuyan a aumentar tu bienestar y no al revés. El equipo de Centro TAP te desea una Navidad ajustada a ti y a tus necesidades!