

Los sentimientos de tristeza y malestar forman parte del proceso normal de duelo que se suele producir tras una ruptura de pareja. Cuando una relación se rompe desaparecen de golpe muchos refuerzos que la relación nos aportaba: dejamos de realizar actividades gratificantes que sólo hacíamos en pareja, perdemos un apoyo al que recurríamos cuando afrontábamos situaciones difíciles, desaparece un espacio de complicidad, intimidad y diversión, nos vemos obligados a cambiar de rutinas, casa, etc. y a generar nuevas dinámicas de funcionamiento diario…
Estos cambios pueden contribuir a que experimentemos un bajo estado de ánimo, emociones de nostalgia y tristeza, a que repasemos el pasado intentando averiguar donde empezó la cosa a torcerse… Si, además, seguimos queriendo a nuestra expareja o sentimos que la relación funcionaba adecuadamente, es probable que estos procesos se intensifiquen.
Pero, ¿cómo puede influir nuestra autoestima en este proceso de pérdida?
La evidencia científica pone de relieve que las personas con peor autoestima suelen experimentar un mayor malestar tras una ruptura, especialmente si han sido dejados.
*La autoestima es la forma en que nos tratamos a nosotros mismos y el afecto que nos proporcionamos. Esto se traduce en las verbalizaciones que nos hacemos, es decir, cómo nos hablamos a nosotros mismos sobre nuestras capacidades, nuestra valía, las posibilidades que tenemos de alcanzar objetivos, etc.
- Quienes tienen una buena autoestima se hablan a sí mismos desde el respeto y la aceptación tanto de las virtudes como de los defectos; son compasivos consigo mismos cuando no alcanzan sus objetivos (como lo harían con un amigo); prestan atención a lo que hacen bien y se felicitan y premian por ello y, aunque ven sus errores, no se machacan por ellos; valoran sus aptitudes y se sienten valiosos. Una buena autoestima es esa vocecita alentadora que nos refuerza en momentos duros, que nos cuida y anima para que sigamos intentándolo, nos consuela, y nos recuerda nuestras virtudes y capacidades.
- En cambio, las personas con mala autoestima suelen hablarse desde la autocrítica, castigándose por sus errores, olvidando lo que hacen bien, dudando de sus habilidades e, incluso, negándolas; generalizan pequeños fallos y concluyen que no valen para esas tareas. Es como tener un pepito grillo machacón que sólo observa aquello que hacemos mal, lo que hemos perdido, lo poco merecedores de afecto que somos, las pocas aptitudes que tenemos, etc.
Esta vocecita interna es la nuestra
Validación interna y externa
- Vivimos en sociedad por lo que es inevitable que nos importe, en cierta medida, lo que piensen los demás sobre nosotros. Esto hace que podamos adaptarnos al entorno, permitiéndonos aprender que conductas son socialmente aceptadas o rechazadas. Sentirnos rechazados nos produce malestar y puede reducir nuestra autoestima.
- Las personas con baja autoestima son más sensibles a las señales de rechazo de los demás (incluidas las de la pareja) ya que, al hablarse a sí mismos negativamente, necesitan buscar fuera verbalizaciones positivas para reafirmarse y confirmar que son valiosos, atractivos, que hacen las cosas bien, etc.
- Cuando hay una ruptura no sólo desaparecen los refuerzos asociados al bienestar del disfrute en pareja, si no que perdemos una gran fuente de validación externa sobre nuestra valía (elogios, palabras de ánimo y afecto, etc.) y se produce una disminución de la autoestima. Ahora, nos quedamos sólo con nuestras propias verbalizaciones (fueran estas suficientes o escasas, positivas o negativas) y las del resto de nuestro entorno. Por muy buena autoestima que tengamos y por muy reforzante que sea nuestro entorno, es inevitable que la validación externa disminuya al desaparecer la pareja (que suele ser un proveedor importante de apoyo y cuidado). De igual forma que perdemos los planes que hacíamos en pareja, notaremos la falta de una persona que nos quería y que nos hacía sentir prioritarios y valiosos.
- Tras una ruptura solemos buscar sus posibles causas y, si nos hablamos negativamente (autoestima negativa), es más probable que encontremos la respuesta en nosotros mismos y en nuestra poca valía y que nos digamos que es culpa nuestra, que ya no encontraremos pareja, que no somos suficientes, que no merecemos ser queridos…
Si una persona, a la que queríamos y nos quería, desaparece de nuestra vida, no somos menos valiosos que durante la relación, lo que ocurre es que, si nuestra vocecita interna sólo nos critica, nos quedaremos a solas con esta voz, sin una voz externa que la compense, en cierta medida, y nos alivie.
- Si tenemos una sana autoestima, y nos hablamos bien, y si hemos cultivado otras áreas de nuestra vida más allá de la pareja, tendremos una mayor validación interna. Si además, nos hemos rodeado de personas que nos cuidan y a las que cuidamos, es más probable también haya una buena validación externa. Y así, aun echando de menos las cosas positivas de nuestra relación, encontraremos un mayor bienestar en el proceso de adaptación a la vida sin pareja; porque seguimos siendo personas valiosas, interesantes y queribles.
A veces, cambiar la forma en que nos hablamos y cuidamos a nosotros mismos no es fácil. Si tras leer este artículo sientes que te gustaría poder trabajar en tu bienestar y que una de las fórmulas puede pasar por mejorar tu autoestima, el equipo de Centro TAP estaremos encantadas de acompañarte en ese proceso.