

En este mundo frenético, en el que a veces no nos paramos a pensar cómo somos, o cómo queremos ser, que se nos exige inmediatez y ser los mejores en lo que hacemos, sin permitirnos fallar (ni a nosotros mismos ni a los demás), atendiendo también a lo que socialmente se espera de nosotros, cumpliendo con las demandas y expectativas de nuestro entorno, una herramienta que más a mano tenemos y que hemos adquirido para poder afrontar este nivel de excelencia y pasar desapercibidos ante nuestros errores sin dar explicaciones, es la mentira.
- En muchas ocasiones puede ser voluntaria pero también puede ser automática y no generamos consciencia o reflexión al realizarla. Puede sernos útil y sentirla práctica ya que hace que ocultemos una parte de nosotros que no queremos demostrar (la más disfuncional o desadaptativa), además de ser socialmente aceptable si se emite de forma piadosa y sutil.
- La mentira en si se presenta dentro de una interacción social o interpersonal, esta conducta implica un objetivo concreto o necesidad, y se puede identificar como un recurso adaptativo.
Entonces, ¿Qué función puede cumplir la mentira?
- Salir rápidamente de situaciones difíciles
- Evitar conflictos y no perder el tiempo para resolverlos
- Ayudar a los demás de forma altruista
- Ocultar nuestros errores y defectos dando así una imagen más positiva, la que esperan de nosotros, sintiéndonos más admirados, deseados y seguros
- Escondemos lo que pensamos y sentimos evitando hacer daño a alguien
- Nos evita dar explicaciones, justificarnos y exponernos a situaciones incomodas
- Para obtener un beneficio (económico, personal)
Por todo ello, podemos pensar que “la mentira en si es funcional”, sobre todo a corto plazo, ya que en determinadas situaciones nos da una solución más fácil y rápida, pero esta creencia que podemos tener muchos ya es una mentira en sí. Es un autoengaño, ya que “nos protege emocionalmente” de situaciones o personas difíciles, permitiéndonos “pasar de puntillas” por aquello que no queremos o no podemos afrontar directamente. Nos engañamos a nosotros mismos para dar esa coherencia interna que necesitamos, validando e incluso creyéndonos la falsa imagen que emitimos, automatizando y normalizando la conducta en sí.
Aunque es un acto arraigado e inherente a la persona desde que somos pequeños, la mentira a largo plazo puede generar consecuencias adversas:
- Nos dificulta la tarea de afrontar y resolver conflictos directa y adecuadamente
- Normalizamos y nos acostumbraos a no afrontar las situaciones adversas, generando evitación
- No tomamos consciencia de los errores ni aprendemos a resolverlos
- Hacemos daño a los demás y a nosotros mismos
- Implica bajo nivel de conciencia y de razonamiento
- Si nos llegamos a creer nuestras mentiras, puede implicar una alteración del sentido de la realidad
- No nos permite ser honestos, ni asumir responsabilidades
- Puede provocar estrés al intentar mantenerla en el tiempo
- Implica arriesgarse a ser juzgados o cuestionados por los demás, ya que a nadie le gusta ser engañado, esto genera decepción, rechazo y desconfianza ante los demás
Hay unos procesos psicológicos subyacentes al acto de mentir, que hace que la mantengamos en el tiempo sin cuestionarnos siquiera si está o no está bien hacerlo. Es importante entender porque y para que mentimos, identificando la funcionalidad que cumple, ya sea a nivel personal o social, (dejando de lado la respuesta moral), así podremos tener mucha más consciencia y gestión sobre esta.
Debemos saber que ser honestos es una cualidad humana muy destacable, que nos da valor como persona y nos ayuda a fomentar la relación social, laboral y personal, entre otras.
Para terminar, veremos algunas alternativas que podamos realizar frente a la mentira:
- Construir el valor de la sinceridad creando un modelo a seguir dando ejemplo a nuestro entorno (familia, amigos, compañeros de trabajo)
- No dejarse llevar por el automatismo o impulsividad
- Aprendemos a resolver conflictos de forma directa y activa
- Cumplir nuestras expectativas y no la de los demás
- Antes de mentir, piensa, reflexiona y analiza el objetivo y las consecuencias de esta
- Reforzarnos cuando hemos conseguido ser honestos
- Generar coherencia con lo que pensamos, decimos y hacemos
- La sinceridad es un valor que favorece las relaciones sociales y no las deteriora
- Acercarnos a nuestro entorno con la verdad, por muy difícil que sea decirla/escucharla, siempre con asertividad y empatía
Por todo ello, cabe destacar la importancia de generar autoconocimiento y autoconciencia de nuestros mecanismos emocionales internos o patrones de conducta automáticos, para poder cambiar eso que deseamos.
Tenemos que saber que, al mentir, en el fondo estamos necesitando una necesidad de aprobación por parte de los demás, así que, si seguimos repitiendo esta conducta sin poder controlarla, podría ser efectivo acudir a un profesional que nos ayude a trabajar la autoestima, habilidades sociales y resolución de conflictos entre otros, potenciando la seguridad en uno mismo, independientemente de lo que piensen los demás.
“Lo relevante en la mentira no es nunca su contenido, sino la intencionalidad del que miente.” Jacques Derrida.