

¿Son las bandas grupos de manipulación?
- En el presente artículo abordamos la problemática de las bandas juveniles violentas desde una perspectiva poco conocida, pretendemos evidenciar el gran paralelismo e identificación de estas bandas con las dinámicas que caracterizan a las sectas destructivas o grupos de persuasión coercitivo. Y es que, más allá de la clara imagen criminal que tenemos de los chicos enrolados en bandas como los Trinitarios, Dominicans Don’t Play, etc. magnificada por los medios con el constante visionado de acuchillamientos entre miembros de diferentes bandas, existen unos jóvenes que un día “decidieron” entrar a una banda porque entrar es bastante fácil, pero de la que para salir han de pasar por una paliza, como mínimo. Esta salida también tiene otro coste para el joven, y es que pasará a estar constantemente amenazado por los “hermanos” que ha abandonado, y por los que siempre le vieron como un enemigo desde las otras bandas. ¿Es esto realmente un plan atractivo al que un joven se embarca voluntariamente? No. Del mismo modo que ocurre con las sectas destructivas, desde primer minuto que la pandilla conecta con el joven, hay engaño y persuasión coercitiva para lograr su captación, adoctrinamiento y retención, por lo tanto, no se une libremente, se une convencido de una realidad que no existe. Exploraremos brevemente en qué consiste este proceso de persuasión coercitiva, que consigue que chicos de cualquier nacionalidad (sobre todo españoles, marroquíes, eslavos, etc.) y de cualquier estrato social, tanto emigrantes con dificultades como personas acomodadas, se unan a estas peligrosas bandas especialmente destructivas para estos jóvenes y sus familias.
Proceso de persuasión coercitiva
- A los jóvenes la pandilla se presenta como una oportunidad de tener un grupo cercano y lleno de “hermanos” para poder divertirse, es facilitadora de bebida, drogas y acceso a chicas, en edades tan tempranas como los 13 años. Pero no es solo diversión lo que vincula a los miembros, también hay la creación de fuerte lazos emocionales a partir del compromiso común con objetivos muy nobles e importantes para todos los miembros. Estos objetivos teóricos, pueden ir desde la consolidación de un mundo más justo, sin tolerancia al racismo, hasta el apoyo educativo y económico de los miembros para ser más fuertes.
- Nadie entra en una pandilla simplemente para robar el móvil a unos cuantos, pegarse con otros, y huir constantemente de la policía, aunque esto es lo único que realmente terminarán experimentándose.
- Para el pandillero todo tiene un sentido emocional mayor, difundido y promovido por los líderes de cada pequeño subgrupo, que forma parte de una jerarquía piramidal mucho mayor, esta es una estructura también característica de las sectas destructivas.
- Nada en la pandilla es por azar y sin “un sentido”, nada en ella se hace por que sí. Hay normas, estamentos, reglas, hasta actas de reunión, fichas de sus miembros, reglamentos que memorizar, jurar y cumplir, y si no se cumplen, el pandillero asume y acepta duras consecuencias punitivas, tiene su propia forma de hacer “su ley”.
- Todo esta muy estructurado y controlado, para el beneficio y buena vida de unos pocos, muy pocos, los de más arriba, muchas veces unos desconocidos pero admirados por todos los miembros.
¿Qué perfil se busca para formar estos grupos?
- Los jóvenes captados son tanto chicas como chicos, normalmente menores que pueden cometer actos delictivos de manera más impune.
- Después de pasar por verdaderos ritos de iniciación (palizas de hasta 15 segundos) cambian el nombre para identificarse totalmente con la pandilla. De este modo la despersonalización es mayor, y la ruptura con su “yo verdadero” es más fácil, dejando que se implante su “yo pandillero”.
- Esto a su vez produce el rechazo de su entorno que difícilmente verá con buenos ojos el cambio, generando sentimientos de incomprensión y necesidad de hacer valer su nueva identidad. Los cambios en el vestir son casi inmediatos, obedeciendo a unos colores diferentes para cada pandilla, símbolos de un ideario patriótico con el que se tiene un fuerte apego emocional. Son colores que representan una patria, una nación, una misión…que les da sentido de pertenencia grupal, sentido de estar luchando por una causa, su causa.
- El joven enrolado empieza a funcionar casi de modo automático en esta estructura, desvinculándose de su yo anterior a la pandilla, rompiendo vínculos familiares y de amistad se va aislando. No le interesa aquello con lo que no se identifica y además suele ser crítico con su nueva identidad, pero cuando empieza a sufrir consecuencias graves de los actos en los que se ve enrolado, peleas con machetes y muertes de compañeros, robos, redadas y encarcelamiento…es casi imposible para él tirar hacia atrás. Esta estigmatizado, nadie confía en él, y así, parece cumplirse el mensaje repetido por la banda de que tiene que defenderse, los “otros” también van a por él. La visión polarizada del “nosotros-ellos” es muy característica de cualquier grupo con dinámicas sectarias, es el motor emocional que da sentido a todo lo que la persona hace y sacrifica en su vida.
Con esta pequeña introducción a un aspecto poco resaltado y conocido de las bandas juveniles violentas, se hace evidente que es necesaria una intervención a muchos más niveles que la simple detención policial de los miembros de estas bandas. Hay que hacer actuaciones preventivas desde los focos que nos muestran una mayor vulnerabilidad (jóvenes asilados, emigrados) y accesibilidad (parques, institutos), iniciativas que se podrían gestionar por trabajadores sociales, pedagogos, maestros…dando también herramientas de detección y abordaje a familias. De momento, en nuestro país hay mucho por hacer en prevención, así que el problema siempre termina siendo una necesidad que ha de gestionar cada familia afectada, al menos sirva esta valoración para entender que no son chicos malos, criminales sin más, son chicos manipulados, la mayoría de ellos inquietos, inteligentes, motivados…pero muy solos en sus problemas y dándose la peor de las soluciones a sí mismos, hay que ayudarles.