

Cuando los hijos e hijas entran en la adolescencia, un aspecto que preocupa a las madres y padres son los amigos con los que se relacionan, las alianzas que van conformando a nivel social y con las que están horas hablando por WhatsApp, Instagram, llamada telefónica, …
La figura de los padres pierde el protagonismo que tenía en la infancia, y lo ganan las amistades. Por ello, debemos tener en cuenta la manera en la que los adolescentes vinculan con sus iguales, y ser conscientes de que están viviendo una etapa de ambivalencia y de búsqueda de su propia identidad; algo elemental en esta transición de la infancia a la vida adulta.
¿Qué funciones cumple el grupo de amistades?
- Ofrecer apoyo para ajustarse a cambios contextuales que implicarían ajustes a nivel social. Ejemplos de esto serían un cambio de colegio/instituto, comenzar a realizar una actividad extraescolar o tener que repetir un curso académico.
- Servir de referencia para el desarrollo de su identidad propia, la construcción de sí mismos, re-elaborando las vivencias de la niñez e integrando las experiencias y cambios de la adolescencia.
- Ser fuente de comprensión y apoyo ante los cambios físicos y hormonales que se presentan en esta etapa y que, en muchas ocasiones, conllevan desajustes a nivel emocional.
Los adolescentes buscan en sus amistades acogida, comprensión y ayuda mutua; en un momento de su vida en el que, manteniendo la individualidad de cada persona y forma de vida, sienten que tienen una problemática semejante.
A diferencia del concepto de amistad en la infancia, durante la adolescencia es característico la intensidad y la intimidad con la que se perciben las amistades. Durante esta etapa, tienen la sensación de no poder contarlo todo a sus padres y, es por ello que, buscan “iguales” donde encontrar puntos de vista similares sobre los acontecimientos y dificultades que se presentan diariamente.
- Si bien es cierto que, la red de amistades tiende a ser parecida al adolescente en cuestión de gustos y valores, en ocasiones, también son fuente de presión; dependiendo de las expectativas que el grupo tiene sobre lo que implica pertenecer a él. En ocasiones, cuando un adolescente siente la necesidad de ser aceptado por los demás y busca sentir la pertenencia a un grupo social, se ve tentado u obligado a realizar ciertas conductas con las que no está de acuerdo, pero ante las que no siente la confianza necesaria para decir “no».
- Cada vez es más habitual en la adolescencia esta influencia o presión del grupo, la cual es un riesgo, dependiendo de qué conductas se puedan llegar a realizar por la incapacidad de poner límites. El/la adolescente coloca como prioridad la sensación de permanencia, antes que tomar decisiones en base a sus propios valores. Por tanto, es importante que desde pequeños enseñemos a los niños y adolescentes a confiar en ellos, ayudándoles a construir un concepto de sí mismos positivo.
- En este punto, es donde el papel de los padres es fundamental. Como padres y madres, es adecuado establecer una comunicación empática y de escucha con los hijos siempre, y más aún en esta etapa. Aunque los amigos se convierten en el principal referente, no dejan de necesitar a sus padres y tenemos que mostrarnos accesibles. Si mostramos que confiamos en ellos y que pueden confiar en nosotros, será más fácil que acudan a nosotros en caso de que necesiten ayuda o consejo cuando tengan dudas o dejen de sentirse cómodos dentro de su grupo social. En cambio, si nos mostramos autoritarios e impositivos, los adolescentes no percibirán una figura donde apoyarse cuando sientan que las amistades les fallan, cuando tengan discusiones o problemas con ellas, …
¿Qué hacer si mi hijo/a no se siente integrado en su grupo de amigos?
- Ayudarle a analizar qué aspectos tiene en común (valores, actitudes, intereses, …) y qué le aportan en su día a día.
- Acompañarlos tanto en la decisión de continuar con ese grupo social, como en la de intentar generar otros contactos con los que se sientan más cómodos y seguros.
- Enfatizar la importancia de la comprensión y aceptación en las amistades, de poder disfrutar estando juntos sin sentirse juzgados.
La sensación de comunidad y pertenencia al grupo influye en las capacidades sociales y la toma de decisiones, desde un lugar en el que comienzan a diferenciarse de los progenitores para construir su propia identidad. Por ello, es importante acompañarlos en la construcción de alianzas adecuadas, dejando espacio a que ellos puedan decidir con quién tener una amistad y con quién no.
Si como familia tenéis dudas de cómo acompañar o tenéis la inquietud que vuestros adolescentes conozcan las mejores estrategias y herramientas para afrontar esta etapa no dudéis en contactar con nosotras, nuestro grupo de profesionales especialistas os/les acompañaran.