

En el famoso libro “Emocionario”, escrito por Cristina Nuñez y Rafael Romero, utilizado en la mayoría de las sesiones de psicología y muy conocido por todos los que tenemos contacto con el mundo de las emociones, se define la frustración como “malestar y enfado que se produce cuando no se consigue lo que uno se propone o esperaba”.
- Es importante resaltar que la frustración es una emoción y por tanto algo natural que experimentamos todos los seres humanos cuando nos enfrentamos a determinadas situaciones.
- Sobre todo, aparece en momentos en los que un factor externo nos limita e impide la consecución de una meta o algo deseado. Por ejemplo, cuando el clima nos fastidia un plan, mis padres no me dejan ir al cumpleaños de un amigo o el profesor manda muchos deberes.
- Pero también la podemos sentir al intentar algo y no conseguirlo, este puede ser el caso de los problemas de matemáticas, una manualidad que se viene abajo al minuto de terminarla o no marcar un gol.
Aunque genera mucho malestar a la persona, y si no se gestiona bien, también puede generarlo a los que la rodean, es totalmente natural y válida. El objetivo nunca puede ser eliminarla, luchar contra ella o evitar que aparezca, puesto que como el resto de las emociones tiene una función.
Las emociones nos proporcionan una información muy valiosa sobre el ambiente externo y/o interno que nos rodea en ese momento, y en el caso concreto de la frustración es que algo de lo que está ocurriendo no nos gusta o no es lo que esperábamos y por tanto reaccionamos porque tenemos que decidir qué hacer al respecto.
A veces, esa gestión simplemente es la aceptación, sobre todo si no depende de mí lo que hace que no pueda cumplir ese objetivo que me habría planteado, pero sin duda, muchas veces esto es lo más difícil de afrontar de manera adecuada y sale provocar otras respuestas como rabietas, gritos, llanto, respuestas agresivas… que es lo que mayor disrupción causa, sobre todo en casa.
Importante saber que los padres, al igual que todas las personas, también experimentan estos sentimientos y, que igual que sus hijos, tienen que aprender a gestionarla.
Por este motivo queremos ofreceros unas claves para vuestro manejo de la frustración y para acompañar a los niños en el suyo propio:
- Paciencia, como hemos dicho la frustración es una emoción que genera mucho malestar y puede ocasionar disputas familiares. La buena noticia es que poco a poco cada vez se logra un mejor manejo de esta con la práctica.
- Atiende al estadio evolutivo de tu hijo ya que, la frustración es una emoción compleja y por lo tanto cuesta aprender a tolerarla. En la franja de 6 a 12 años podemos ir favoreciendo una educación emocional en este ámbito, empezando por la identificación de sentimientos y acabando por técnicas de manejo.
- Prioriza regular tus emociones primero, antes de acompañar al niño en la gestión de las suyas, sino os contaminaréis uno al otro.
- Permite la frustración de tu hijo y no intentes eliminarla o invalidarla porque entonces no estás favoreciendo su aprendizaje.
- Primero ayuda al niño a calmarse, para luego escuchar de forma activa qué siente y por qué, para poder buscar juntos una estrategia de acción, como por ejemplo desahogarse, pedir ayuda, redirigir las metas, intentarlo de nuevo desde otro enfoque…
El equipo de profesionales que forma parte de Centro TAP estaremos encantadas de acompañaros en todo aquello que necesitéis: asesoramiento para familias, acompañamiento emocional para los niños y niñas, formación específica a través de nuestros talleres… tenemos una amplia oferta de servicios para gestionar las emociones que interrumpen el día a día en la convivencia.