

La adolescencia implica una crisis madurativa, donde se experimentan cambios físicos y fisiológicos, cognitivos, sociales, e identitarios; siendo una etapa determinante en la formación de la estructura de personalidad; donde el adolescente busca crear su propia identidad desde la exploración e independencia de los padres.
Por ello, cualquier acontecimiento importante doloroso, más aún si es traumático, y, la manera en la que se gestione conllevará consecuencias a corto plazo, asociadas al desarrollo evolutivo en el que se encuentra el adolescente, e implicarán consecuencias a largo plazo, en la forma de gestionar y afrontar situaciones similares en el futuro.
- En cuanto a los procesos de duelo en esta etapa, es importante recordar que, los adolescentes ya han tenido que pasar por procesos de duelo adaptativos según su etapa evolutiva. Por ejemplo, el duelo por dejar de ser niño/a (dejando de necesitar seguridad de las figuras de apego en la mayoría de las situaciones, para construir una autonomía en la que empiezan a asumir responsabilidades y sentir confianza en su capacidad de afrontar las situaciones); o el duelo con algún objeto perdido que era importante, el cambio de amistades/compañeros de clase, … La manera en la que estos duelos se han procesado antecede a cómo afrontará un adolescente una pérdida de un ser querido, en esta etapa.
- Además, existen determinados duelos que, por sus características, tienen especial relevancia en esta etapa: duelo por alguno de los progenitores, duelo por la pérdida de algún hermano o amigo íntimo, y el duelo por alguna figura sustitutiva de otra figura de referencia (por ejemplo, pérdidas de abuelos que desempeñaban un rol parental o un rol complementario relevante).
- Las respuestas y estilos de afrontamiento ante un duelo son diversos. En cambio, teniendo en cuenta ese factor, Kübler-Ross definió cinco fases durante un proceso de duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación; clarificando que no todas las personas pasan por todas las fases ni tienen porqué suceder en ese orden. Cada persona transitará de una manera y tiempo diferente su duelo personal.
- La disminución del rendimiento académico, el incremento en conductas de riesgo a nivel social o, la presencia de ira y rabia como emociones predominantes en su día a día son algunas de las consecuencias que puede conllevar un proceso de duelo en esta etapa madurativa; como explicaremos más tarde. Este tipo de conductas estarían dentro de un afrontamiento evitativo ante el dolor de la pérdida, socialmente validado. En nuestra sociedad, se tiende a ocultar todo lo relacionado con la muerte a los niños y adolescente con el objetivo de “protección”. Esto puede conllevar todo lo contrario: una situación de desprotección cuando la persona aprende a vivir un duelo en silencio, y reprimiendo sus emociones.
Según lo comentado anteriormente, el adolescente estará viviendo dos procesos simultáneamente:
- El afrontamiento de los retos y cambios presentes en la adolescencia.
- El afrontamiento de una pérdida y cómo vivir el proceso de duelo.
La gestión emocional y la gestión de situaciones complicadas todavía se están desarrollando y asimilando en esta etapa. Si este aprendizaje coincide con el procesamiento de un duelo, la manera en que las personas de su entorno lo vivencien, será determinante para la incorporación de qué es un duelo, qué implica y cómo se puede gestionar.
Cuando fallece un ser querido a nivel familiar, el duelo puede ocasionar cierta ambivalencia entre la inclinación a distanciarse de la familia y la necesidad de dar apoyo a la familia. En muchas ocasiones, esto puede conllevar:
- miedo a mostrar respuestas emocionales con la familia y preferencia a centrarse en actividades agradables solo (escuchar música, ver series, videojuegos, …) antes que pasar tiempo en familia.
- necesidad de aumentar el contacto con sus amistades de referencia u otros grupos sociales.
- conductas o exigencias a la familia desde el egocentrismo.
- adopción de una postura de excesiva responsabilidad, intentando asumir el rol de adulto, responsabilizándose de obligaciones que no le corresponderían por su edad, …
Dependiendo de en qué punto de la adolescencia se encuentre la persona, dicha ambivalencia será más o menos marcada. Cuanto más mayor sea el joven, mayor probabilidad de que encuentre mejor el equilibrio entre las demandas externas familiares y las suyas propias.
A nivel emocional, similar a lo que ocurren con los adultos, suelen ser predominantes la tristeza, la rabia, la ansiedad y la culpa. Además, suele aparecer la ira y el enfado. Por ejemplo, síntomas como dolor de estómago o de cabeza derivado del nivel de ansiedad, culpa por no haber pasado tiempo de calidad con esa persona, rabia hacia las personas que considere tengan la culpa del fallecimiento o de la pérdida, …
Durante la adolescencia, las emociones fluctúan y se tienden a experimentar y expresar profundamente, donde un pequeño estímulo puede significar mucha preocupación y malestar; en cambio, ante situaciones graves pueden carecer de respuesta emocional a priori. En cambio, cabe destacar que, reacciones emocionales exageradas ante situaciones pequeñas o no muy relevantes, después de una pérdida, pueden ser manifestaciones del duelo, independientemente de su vinculación directa o no con la pérdida.
Otras consecuencias de estar afrontando un duelo en esta etapa son:
- Problemas de conducta y/o agresividad.
- Absentismo escolar.
- Desobediencia continuada, llegando a cometer actos vandálicos.
- Consumo de drogas.
- Conductas sexuales desinhibidas.
Si consideras que un(a) adolescente está pasando por un proceso de duelo complicado, el equipo de profesionales que forma parte de Centro TAP podemos ayudarte a ti y a él/ella durante este proceso.