

- El rol de la familia en la terapia infantojuvenil es fundamental, especialmente, el de los padres y las madres. Sin embargo, en muchas ocasiones se espera que al pedir ayuda para su hijo o hija, el proceso terapéutico se enfoque única y exclusivamente en el/la menor y la solución para el problema detectado sea rápida.
¿Por qué tengo que ir yo, si el problema es suyo?
- En primer lugar, es importante tener en cuenta que, en el momento en el que se toma la decisión de ser padres y madres se asume la responsabilidad de ofrecer un espacio de seguridad y protección al niño o niña. Por tanto, formar parte del proceso terapéutico permitirá que se pueda ofrecer el acompañamiento emocional adecuado a sus necesidades y ser un factor de protección.
- Además, en algunas ocasiones “el problema no es solo suyo”, si no de la estructura familiar. Es decir, hay niños, niñas y adolescentes que están presentando dificultades a nivel emocional y/o de comportamiento que se pueden mejorar con el cambio de pautas y hábitos en el contexto familiar. Esto no quiere decir que los progenitores sean los culpables de todas las dificultades de sus hijos, pero sí responsables de establecer una estructura familiar en la que se escuchen y comprendan las necesidades que puedan estar teniendo los menores para así detectar qué les está ocurriendo y pedir ayuda profesional si fuera necesario.
Entonces, ¿siempre voy a tener que ir a terapia con mi hijo/a?
La primera sesión es fundamental que pueda ser con los progenitores para conocer su perspectiva y comenzar a establecer objetivos comunes y, posteriormente, el papel como padre o madre en el proceso terapéutico de tu hijo/a puede ser diferente en función de varias condiciones:
- La edad. En etapas infantiles, la asistencia de los padres y las madres es fundamental. De hecho, en algunas ocasiones el trabajo terapéutico comienza con ellos y ellas para establecer pautas de gestión emocional, así como, normas y límites comunes que favorezcan un desarrollo adecuado. Y, a medida que vamos avanzando hacia la adolescencia, es posible que la asistencia de los progenitores sea más puntual o de acompañamiento para la generalización de determinadas pautas.
- La necesidad del/la menor. Hay niños, niñas y adolescentes que necesitan desarrollar estrategias de identificación y gestión emocional, comunicación, entrenar funciones ejecutivas, habilidades sociales, etc. que requieren de una intervención terapéutica más centrada en ellos y ellas mismas. No obstante, es importante que al menos sus progenitores estén informados de los objetivos que se están trabajando para que puedan facilitar su implementación en el día a día. Por otro lado, hay dificultades que están directamente relacionadas con la función que cumplen en la familia y, por tanto, sería fundamental la implicación directa en el proceso terapéutico de los papás y las mamás para una evolución favorable.
En resumen podríamos decir que el/la psicólogo/a infantojuvenil puede necesitar que como padre o madre asistas al proceso terapéutico en:
- Sesiones de asesoramiento, aquellas que se realizan de forma exclusiva con los progenitores para analizar cuáles están siendo las dificultades y establecer pautas de acompañamiento comunes.
- Sesiones conjuntas, en las que participen activamente tanto los/as menores como los padres y las madres para expresar cuáles son las necesidades y llegar a acuerdos.
- Sesiones informativas, en las que el trabajo principal se desarrolla con el niño, la niña o adolescente y, posteriormente, se traslada al familiar que le acompañe qué estrategias se han desarrollado y cómo pueden facilitar su implementación.
Por supuesto, en cualquiera de las situaciones hay que respetar la confidencialidad en el proceso terapéutico tanto con niños/as como con adolescentes y establecer los límites de intimidad para que se genere un clima de confianza y, en consecuencia, una buena alianza terapéutica.
Así mismo hay que trasladar a las familias la importancia de no utilizar el proceso terapéutico como un castigo, ni hacerles sentir que son un problema para la familia al necesitar este acompañamiento. Para ello es importante que no se fuerce a hablar de lo que se ha trabajado en la sesión una vez esta ha terminado, así como, favorecer que vean el espacio terapéutico como un lugar de seguridad y que servirá para sentirse mejor, así como, para mejorar la convivencia familiar.
El equipo de expertas de Centro TAP, consideramos que en el área de psicología infantojuvenil es fundamental contar con el apoyo de las familias para conseguir una evolución adecuada en la intervención con niños, niñas y adolescentes. ¡Si trabajamos en equipo, todo funciona mejor!