

En 2020, Save The Children realizó un estudio para conocer cuál es el uso que hacen de la pornografía los menores de edad en la actualidad, un tema que, con el acceso a internet y las nuevas tecnologías, viene siendo una preocupación a nivel social desde hace años. La investigación arrojó información interesante: casi el 54% de los adolescentes habían accedido por primera vez a pornografía antes de los 13 años de manera deliberada (siendo la media de edad de primer acceso los 12), y casi un 9% lo hizo antes de los 10, siendo en estos casos con mayor frecuencia un acceso accidental.
- Parece que, pese a que existen herramientas de control parental que tienen como objetivo limitar el acceso a contenidos sexualmente explícitos, los menores siguen accediendo a este tipo de contenido (ya sea de manera voluntaria o accidental –en forma de anuncios en páginas web, en escenas de películas o series, a través de otros iguales que les hablarán de ello o se lo enseñarán, etc.-.)
- Los datos que recoge el estudio ayudan a comprender mejor cuál puede ser nuestra labor en este terreno: la mayoría de los menores que accede a pornografía, llegan a ella habiendo utilizado internet previamente como fuente de información sobre sexualidad. Casi la mitad considera la pornografía como una fuente de información valida, siendo para el 30% su única fuente de información.
- La pornografía de consumo masivo es una industria con intereses económicos que genera ficciones y que transmite información sobre sexualidad. Los menores acceden a ella y, por tanto, se convierte, aunque no nos guste, en un agente educativo que no educa desde la rigurosidad ni refleja una sexualidad real. La pornografía educa y genera estereotipos acerca de cómo son los cuerpos deseables y deseantes, acerca de cómo se muestran y se reciben los afectos (si es que se muestran), acerca del (no) consentimiento, acerca de las prácticas, acerca de los deseos y del trato al otro, etc.
Educa en unos estándares rígidos en los que la diversidad no se representa y queda completamente fuera de la erótica, y genera creencias desajustadas acerca de cómo es la sexualidad y cómo son las relaciones sexuales.
¿Qué podemos hacer los agentes educadores, los padres y madres, ante toda esta información inevitable?
La respuesta está en una educación sexual integral, inclusiva y de calidad; en brindarles herramientas a los menores que les permitan desarrollar una actitud crítica ante la pornografía y las relaciones que esta plasma, para que puedan cuestionarla, interpretarla y distinguir entre la ficción y las experiencias sexuales reales.
Algunos aspectos importantes que abordar:
- La pornografía es una visión ficticia de la realidad y, de la misma manera que el cine que consumimos habitualmente interpreta la realidad y construye relatos no realistas sobre la violencia, el amor, el consumo de sustancias o los superhéroes, a través de guiones, actores y directores, la pornografía interpreta el sexo buscando unos intereses económicos.
- Debemos poder conversar, cuestionar y reflexionar con ellos acerca de los aspectos de la pornografía que nos preocupan (reproducción de estereotipos y roles de género, violencia contra las mujeres, racismo, prácticas de riesgo y falta de protección frente a enfermedades de trasmisión sexual, falta de diversidad, etc.)
- Aunque la pornografía representa un sexo centrado en los genitales, la sexualidad y la erótica están en todo el cuerpo, también en la piel, en los besos, en los afectos, etc.
- Es importante transmitir que, aunque la pornografía no lo represente, la comunicación es esencial en la erótica para consentir o poner límites, para decir o mostrar que se está o no disfrutando, para pedir, para cambiar de opinión, etc.
- La pornografía generaliza creencias y expectativas desajustadas e irreales sobre cómo deben ser las relaciones sexuales y el deseo. Los adolescentes deben saber que, pese a que estas ficciones no lo muestran en sus metrajes, en las relaciones sexuales es habitual fallar, no tener ganas, que sintamos curiosidad por probar cosas nuevas y que nos gusten (o no); que los encuentros pueden ser preparados y planificados y no por ello ser menos eróticos; que, aunque sólo nos muestren un modelo corporal concreto, todos los cuerpos están preparados para sentir y experimentar placer y que, por tanto, todos son deseantes y deseables; etc.
Nuestro objetivo es convertirnos en una fuente de información sobre sexualidad en la que confíen para que quieran y puedan seguir preguntando.
Algunas claves son:
-Comunicar desde la naturalidad, acogiendo y normalizando sus dudas.
-Permitirnos reconocer que no lo sabemos todo.
-Mantener y cultivar los canales de comunicación abiertos y aprovechar las oportunidades del día a día para ir abordado estos temas
-Ser proactivos y responder a sus preguntas cuando aparecen, sin evitarlas.
-Dar respuestas sencillas y ajustadas al momento evolutivo.
-Respetar los silencios de los menores y sus pérdidas de interés.
Los menores tienen derecho a una educación sexual de calidad, amplia, de los afectos, desgenitalizada, sin mitos ni discriminación, igualitaria, que les permita desarrollar su sexualidad de manera saludable, sabiendo y expresando que quieren y necesitan, que abrace la diversidad y construya autoestimas sanas.
Si queréis saber más sobre educación sexual y pornografía, os dejamos una guía interesantísima para familias detallada por grupos de edad, además podéis contactad con nosotras y encantadas os acompañaremos en todo aquello que necesitéis.