

“¿Estoy preparada/o para formar una familia? ¿cómo puedo saber que seré capaz? ¿cómo saber que todo irá bien? ¿cuándo es el momento ideal para ser m/padre?”
- La toma de decisión sobre la m/paternidad es una consulta que recibimos recurrentemente, pues se trata de un tema de gran relevancia que implica un alto impacto en la vida de los futuros papás y mamás.
- En esta toma de decisiones, encontramos un abanico amplio de perfiles: desde aquéllos que desean embarcarse en este proyecto partiendo de una visión idealizada de la maternidad y crianza y que después se decepcionan, hasta quienes desde el miedo, el perfeccionismo o el deseo de “vivir todo antes” retrasan excesivamente el momento de la maternidad, pudiéndose encontrar más adelante con dificultades de concepción.
- Lo primero y más importante que debemos tener en cuenta es que, al igual que no existe una madre ni un padre perfecto, no existe tampoco un momento perfecto para la m/paternidad. Por el contrario, se trata de buscar un momento suficientemente bueno, aceptando que siempre habrá factores que no remen a nuestro favor.
Entonces, ¿cómo saber cuándo es un buen momento para iniciarse en esta aventura?
La maternidad es un momento de crisis, de cambio, y por ello es necesario contar con herramientas que nos ayuden a afrontarla. Merece la pena pararse a evaluar con qué factores de protección contamos de cara a alcanzar el objetivo con garantías de bienestar para ejercer el nuevo rol y acompañar a nuestros hijos e hijas.
Por supuesto, no han de darse todas las características que mencionamos más abajo. Se trata de cotejar que contemos con suficientes factores, en un porcentaje suficientemente bueno.
Área de crianza:
- Poseer unas expectativas realistas y ajustadas con respecto a la m/paternidad y crianza, que no pequen de ser ni demasiado idealistas ni excesivamente negativas.
- Ser capaz de conceptualizar la m/paternidad como una nueva etapa en la que se dan aspectos que suman, que aportan, que nutren, y no entenderla exclusivamente como una resta.
- Ser consciente de que existen pérdidas, teniendo muchas de ellas carácter transitorio. Es decir, que muchas cuestiones que al principio se pueden dejar de hacer (como viajar al extranjero, gozar de mayor autonomía, tener noches de dormir del tirón…) se recuperan con el tiempo.
- Conocer sobre el desarrollo evolutivo en la infancia y adolescencia, de cara a saber qué podemos esperar en cada etapa.
- Tener identificados los valores y modelo educativo en torno a los cuales se quiere ejercer la crianza.
Área individual o personal:
- Conocerse a una/o misma/o. No se trata de alcanzar la perfección personal, sino de ser conscientes de nuestros recursos internos, así como de nuestras debilidades, pudiendo buscar ayuda profesional en caso de que lo consideremos oportuno.
Algunas cualidades que resultan de gran ayuda en la crianza son las siguientes:
- Flexibilizar, es decir, ser capaz de adaptarse a los cambios que acontecen
- Ser autocompasivo/a, sin exigirse en exceso, y dando valor a los progresos personales
- Conceder importancia al autocuidado, entendiendo y siendo coherentes con la idea de que en crianza es necesario seguir cuidando los aspectos individuales, sociales y de pareja
- Ser capaces de pedir ayuda y expresar nuestras necesidades, esto es, contar con un óptimo nivel de asertividad.
- Conocer el momento vital en el que nos encontramos. Ya hemos insistido en que la m/paternidad es un momento de crisis, por lo que conviene contar con cierta estabilidad para afrontarla, o dejarnos acompañar por un profesional con el objetivo de transitar el cambio de la mejor manera posible.
Área de pareja (en caso de que no sea una familia monomarental o monoparental):
- Estar alineados/as en cuanto a los valores y proyecto educativo arriba mencionados.
- Ser capaces de funcionar como equipo, desde una fórmula de empatía, apoyo mutuo y resolución de conflictos respetuosa y constructiva.
Área social y entorno:
- Contar con cierta estabilidad económica. Un bebé implica gastos económicos, por lo que es relevante contar con un mínimo para hacer frente a esta realidad. Eso sí, es importante saber discernir entre lo que es una necesidad y lo que es un “capricho”. Desde luego los caprichos son legítimos, pero no constituyen una necesidad real del bebé.
- Saber con qué recursos de apoyo y soporte social cuento y con cuáles no, buscando soluciones o alternativas. Por ejemplo, tener posibilidad de conciliación, ayuda de familiares, contratación de profesionales, etc.
Por último, es importante entender y recordarnos que a ser madre y padre se aprende con la práctica y el paso de tiempo. Nadie nace sabiendo. Como ya nos decía Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.