

“En caso de despresurización de la cabina, una máscara de oxígeno caerá automáticamente del panel que hay sobre ustedes. Los adultos que viajen con niños deberán colocarse primero su máscara y después al niño”
Protegerse a uno mismo antes de proteger a los demás: es una norma básica de actuación en caso de emergencias que tenemos muy integrada. Sin embargo, cuando nos referimos al terreno psicológico, nos resulta muy difícil ponerla en práctica.
Especialmente en el ámbito de la crianza, es frecuente que agotemos nuestra batería tratando de satisfacer o cuidar a nuestros hijos e hijas. Como consecuencia, al igual que ocurre en las situaciones de emergencia, no sólo nos ponemos en una situación de vulnerabilidad a nosotros/as mismos/as, sino también a las personas a las que tratamos de ayudar.
¿Qué hace que prioricemos el cuidado del resto al nuestro?
Existen una serie de creencias que tenemos muy arraigadas y que favorece la priorización del bienestar ajeno al propio. ¿Alguna te resulta familiar?
- “Dedicarse tiempo a uno mismo es egoísta”
Tenemos tan interiorizada la idea de “sacrificio” en la crianza, que dedicarnos un tiempo a nosotros/as mismos/as nos hace conectar con el egoísmo y la culpabilidad.
Un acto egoísta se define como aquél en el que se priorizan los propios intereses, a costa de perjudicar a los demás. Pero ¿cuál es el perjuicio que ejercemos en los demás cuando decidimos dedicarnos algún momento?
En ocasiones, algunas personas responden que al cuidarse le están robando tiempo a los suyos, otorgándole mucha importancia a la cantidad del tiempo que pasan con sus hijos/as, y no tanto a la calidad del mismo.
En este sentido, de nada sirve dedicar dos horas a los niños/as si, por ejemplo, vamos a estar con el móvil, haciendo otras tareas simultáneamente o con los nervios a flor de piel por estar cansados, saturados o estresados. En estos casos más no es mejor: es preferible distribuir el tiempo y dedicar parte del mismo a cuidarnos y desestresarnos, para después estar en condiciones de disfrutar plenamente de su compañía.
- “Si decido dedicarme tiempo, voy a sobrecargar a mi pareja (u otros cuidadores)”
Para evitar que esto ocurra, conviene distribuir de manera equitativa los tiempos de autocuidado entre todos los cuidadores. Para ello, conviene sentarnos a organizar y planificar los momentos de cada uno/a, coordinando nuestras agendas.
Si, además, conseguimos establecer una rutina que el resto conozca, será más fácil que los momentos de autocuidado se lleven a término y se respeten. Por ejemplo, que en casa se sepa que “los martes por la tarde son el ratito de cuidarse de papá, y los sábados por la mañana el de mamá”
- “Tendría que poder con todo”
A veces pensamos que somos superhéroes y superheroínas, y creemos que podemos llegar a todo lo que nos proponemos (manteniendo, por supuesto, el buen humor intacto).
Sin embargo, estos niveles de autoexigencia, lejos de ayudarnos, derivan frecuentemente en estrés y frustración, ya que nunca alcanzamos las metas irrealistas que nos establecemos.
Es importante que trates de establecerte unos objetivos alcanzables y ajustados. Para ello, puedes reflexionar sobre cuestiones como las siguientes: ¿qué gravedad objetiva tiene que no logres hoy todo lo que te has propuesto? ¿exiges al resto del mundo lo mismo que te exiges a ti? ¿las personas que tienes como referentes llegan a absolutamente todo?
- “Eso de cuidarse está muy bien, pero yo no tengo tiempo”
Cuando nos resulta difícil encontrar momentos para nosotros/as, necesitamos analizar a qué o quién dedicamos tiempo (y cuánto) a lo largo del día. Tras esto, valora si esa distribución temporal es coherente con tus valores y si contribuye a tu bienestar personal. Seguramente encuentres cuestiones que no sean tan urgentes o importantes para ti, o que puedas delegar en otras personas.
- “No me merezco tener tiempo para mí”
Se suele argumentar el autocuidado desde el «para cuidar bien a los demás, te tienes que cuidar a ti». Y por supuesto esto es cierto. No obstante, este argumento no debería ser el único, ya que nuestro propósito en la vida no consiste únicamente en cuidar a nuestro entorno.
Somos mucho más que nuestro rol de cuidadores y, al igual que cualquier otra persona, tenemos derecho a escuchar y atender a nuestras necesidades. Concédete los mismos derechos que les asignas a los demás.
El equipo especialistas de Centro TAP en crianza, maternidad, paternidad, perinatal te acompañaremos en todo aquello que necesites. Podrás iniciar un proceso terapéutico individual, en pareja o en familia o preguntarnos por nuestro Servicio de Asesoramiento para Familias, donde poder sentirte acompañado/a resolviendo dudas de manera puntual. Contacta con nosotras y encontraremos la solución que mejor se ajuste a ti.