

La adolescencia es una etapa del desarrollo evolutivo que transcurre entre los 10 y los 19 años y supone una gran variedad de transformaciones y crisis. Cambia la manera de vivir, de relacionarse, de trabajar, las opiniones y pensamientos, la identidad, el cuerpo…
Todos estos cambios pueden generar una gran ambivalencia emocional y dar lugar a emociones como:
- Tristeza por la etapa que dejan y los elementos que pierden
- Incertidumbre por todo lo nuevo que viene
- Confusión respecto a su identidad personal
- Angustia por encajar y ser aceptado en un grupo de iguales
- Preocupación por su aspecto
- Frustración por normas que le impiden actuar con la independencia de un adulto
Por tanto, es habitual que durante esta etapa aparezca una amalgama de emociones en el mundo del adolescente, el cual aún se encuentra en el proceso de desarrollar y madurar sus capacidades y habilidades; entre ellas, la competencia emocional. El correcto desarrollo de las competencias emocionales durante esta etapa es clave para alcanzar un nivel de bienestar psicológico en la edad adulta.
“La adolescencia es una etapa vital que nos coloca entre la dependencia infantil y la independencia adulta”
Todo adolescente tiene un arduo trabajo por delante y es muy importante cómo se llega a este momento en términos de construcción psíquica, ya que necesitan sostenerse sobre una buena base para afrontar las distintas crisis por las que pueden pasar.
Como adelantábamos en el blog anterior “Inteligencia Emocional: etapas infantiles y desarrollo evolutivo” a partir de los 11 años el hito más importante en el desarrollo de la inteligencia emocional es la regulación emocional. Ésta se refiere a la capacidad para entender nuestras emociones y modular nuestras respuestas emocionales.
Para ello, son necesarios varios componentes y habilidades que también se desarrollan, de manera más importante, durante esta etapa:
- Capacidad para percibir, reconocer y expresar las emociones cuando aparecen. Esta habilidad nos permite identificar emociones en uno mismo (mediante diferentes indicadores fisiológicos, conductuales y cognitivos), expresarlas adecuadamente y reconocer las emociones en otras personas.
- Conocimiento emocional. Desarrollar la habilidad para etiquetar (ponerle nombre), analizar y comprender las emociones. Nos permite conocer los antecedentes que han podido generar la emoción, el significado o mensaje de la emoción y las consecuencias que puede tener.
- Facilitación emocional. El desarrollo emocional nos permite hacer un uso adaptativo de las emociones para procesar información, tomar decisiones, solucionar problemas y afrontar eficazmente las situaciones. Uno de los mecanismos por los que las emociones mejoran nuestro pensamiento es focalizando nuestra atención en la información más relevante (emoción facilitadora del pensamiento). También nos ayudan a relacionarnos con otras personas, conectando con su estado emocional.
- Capacidad afectiva en las relaciones con los demás. Las relaciones sociales satisfactorias requieren que seamos capaces de comprender las emociones ajenas (captar las señales sociales que indican qué necesita o desea el otro) y relacionarnos de forma adecuada con las emociones de los de mi alrededor. El desarrollo de la inteligencia emocional facilita a su vez el desarrollo de otras habilidades sociales como la comunicación efectiva, las actitudes prosociales y la asertividad.
- La regulación emocional es el proceso de mayor complejidad. Implica la habilidad para controlar la respuesta emocional, eligiendo la mejor estrategia para ese momento, por ejemplo, modulando la intensidad de la emoción o la forma en que la expresamos. Para expresar emociones de manera apropiada y precisa primero necesitamos estar abiertos a las emociones (ya sean agradables o desagradables), tomar conciencia de la relación entre la emoción, la cognición y el comportamiento y poner en marcha estrategias de afrontamiento adecuadas (aceptación, reevaluación, modificación de la situación o resolución del problema, modulación de la respuesta emocional, etc.)
Para que los adolescentes puedan transitar esta etapa de una manera más agradable y tranquila, necesitan de la comprensión y acompañamiento de los adultos, como en el resto de etapas de su desarrollo. Además, el trabajo y educación de la inteligencia emocional ha mostrado mejoras estables a largo plazo en muchos otros ingredientes de bienestar como la autoestima, rendimiento académico, satisfacción vital, autoeficacia personal y capacidad para buscar ayuda.
- Si deseas conocer más sobre Inteligencia Emocional y cómo ayudar a tus hijos/as para que puedan desarrollarla, no dudes en contactar con nosotras estaremos encantadas de asesorarte y acompañarte en todo aquello que necesites.