

“Somos la suma de nuestras experiencias y emociones. Pero, sobre todo, somos la suma de lo que hacemos con ellas en cada instante”
Anónimo
- En el Área Psicopedagógica y Evaluación que tenemos en Centro TAP, es habitual recibir consultas para la valoración de trastornos del aprendizaje en niños y jóvenes que, en la mayoría de los casos, muestran problemas de conducta, desatención, nerviosismo, hiperactividad y que suelen tener muchas dificultades para realizar las tareas que se les piden en la escuela.
- A primera vista, podemos sospechar que exista una dificultad en el aprendizaje asociada a estas conductas desadaptativas. Sin embargo, es muy importante realizar un buen diagnóstico diferencial, de cara a evaluar dónde radica realmente la dificultad. O como solemos decir comúnmente: “¿qué fue antes, la gallina o el huevo?”. Es decir, si existe un trastorno del aprendizaje que provoca problemas de conducta y emocionales o si por el contrario, lo que subyace es una dificultad en la gestión emocional que está impidiendo que la persona ponga en marcha los mecanismos necesarios para que el aprendizaje se produzca eficazmente.
¿Qué papel cumplen las emociones en el aprendizaje?
- No es la primera vez que hablamos en nuestro blog sobre el impacto que nuestras emociones tienen en el aprendizaje y en el rendimiento académico. Y es que todas las investigaciones en este sentido nos dicen que cognición y emoción van de la mano. Todo lo que aprendemos, tiene una carga emocional y produce un impacto en la manera en la que percibimos y conocemos, en nuestra cognición. Cuánto más intenso sea el recuerdo emocional, mayor será el impacto a nivel cognitivo y por tanto, influirá en nuestro razonamiento, memoria, motivación, toma de decisiones, etc.
- El cerebro aprende continuamente lo que le gusta y lo que no, lo que es peligroso de lo que no lo es, lo que produce placer, etc. y tiende a repetir aquello que le agrada. Nadie quiere repetir una mala experiencia, incluso anticiparnos mentalmente algo que podría ocurrir, puede provocar una respuesta de ansiedad difícil de manejar.
- Es lógico entonces pensar que, una persona que está pasando por un proceso complicado y que no está siendo capaz de gestionar adecuadamente sus emociones, tendrá muchas más dificultades para poner en marcha los procesos cognitivos y de aprendizaje.
- Pensemos en la emoción del miedo, en cómo nos sentimos, el miedo nos hace sentir pequeños, nos invita a escondernos, nos predispone para huir del peligro o para atacar. Por tanto, una mente que está ocupada en cómo evitar el daño, tendrá que esforzarse el doble para intentar resolver un problema de matemáticas o leer un texto sobre la reconquista.
- Podemos decir que hay emociones como la alegría, la curiosidad, el entusiasmo o la seguridad, que son favorecedoras del aprendizaje y otras como el miedo, la ansiedad, la ira, el aburrimiento o los celos que por el contrario lo dificultan.
Visto lo anterior, parece importante asegurarnos de que en los contextos educativos y familiares en los que se desenvuelven nuestros niños y adolescentes, se propicie un clima emocional que favorezca su desarrollo tanto en lo académico como en lo personal.
Independientemente de si subyace un trastorno del aprendizaje o no, acompañar a nuestros hijos en el desarrollo de habilidades y estrategias de regulación emocional, será un aprendizaje valiosísimo en su ciclo vital.
Veamos algunas claves para ayudar a nuestros hijos a manejarse en su mundo emocional
- IDENTIFICAR. Enséñale a identificar lo que está sintiendo y a normalizarlo ya que todas las emociones son válidas por muy desagradables o difíciles de manejar que resulten.
- DESARROLLAR LA EMPATÍA. Ayúdale también a identificar las emociones de los demás, háblale de cómo te sientes tú o de cómo se pueden sentir otras personas en ciertas situaciones.
- EXPRESAR. Guíale para que exprese y aprenda a comunicar lo que siente de manera adecuada y asertiva.
- COMPRENDERSE. Acompáñale para que desarrolle autoconocimento. Saber las cosas que nos molestan, nos puede ayudar a regularnos.
- ACOMPAÑAR. Proponle alternativas, siempre adaptativas, que le hagan sentir mejor. En muchas ocasiones es viable adaptar el contexto para facilitar la regulación emocional, sobre todo en casos de alta sensibilidad sensorial.
- MODELAR. Gestiona adecuadamente tus emociones. Los padres y educadores somos el espejo donde se miran nuestros hijos e hijas, por esta razón, debemos ser un modelo de gestión adecuado y adaptativo.
- GENERAR CRECIMIENTO EN POSITIVO. Ayúdale a creer en sí mismo, percibiendo los errores como oportunidades y no como catástrofes irreparables. Destaca su potencial e incluye en tus frases la palabra “todavía” para que sea capaz de proyectarse en crecimiento positivo.
Estas son algunas claves que el equipo de profesionales que forma Centro TAP podemos poner en marcha para acompañar a nuestros hijos e hijas en su desarrollo emocional, siempre respetando los ritmos y adaptando a cada situación individual, ya que no existen las pociones mágicas. Recuerda que cada persona es única e irrepetible, incluido tú. Contacta con nosotras para resolver cualquier duda o cuestión, encantadas podremos asesorarte y acompañarte en todo aquello que necesites.